La usurpaci¨®n de la palabra libertad
?Qu¨¦ est¨¢ pasando para que quienes vetan derechos a las personas, practican la xenofobia o niegan la crisis ecol¨®gica, se presenten como l¨ªderes contra las medidas anticovid?
?C¨®mo podemos permitir que la extrema derecha usurpe la palabra libertad? ?Qu¨¦ est¨¢ pasando para que qui¨¦nes vetan derechos fundamentales a las personas, rechazan la expresi¨®n violencia de g¨¦nero, practican la xenofobia, niegan la crisis ecol¨®gica o hacen de las patrias realidades transcendentales en cuyo nombre todo est¨¢ permitido, se presenten como defensores de la libertad ante determinadas medidas anticovid?
Las manifestaciones que est¨¢ viviendo Francia contra el pasaporte sanitario, convertido en s¨ªmbolo de la arbitrariedad del Estado, son por su dimensi¨®n una buena base emp¨ªrica para un retrato de los que protestan. Los que salen a la calle pueden dividirse en tres grupos: los negacionistas, que adquieren protagonismo siempre que la ciencia centra la actividad p¨²blica, present¨¢ndola como una amenaza, en nombre de la naturaleza o de la trascendencia. En este caso, el liderazgo del rechazo corresponde a los antivacunas, que en Espa?a est¨¢n poco organizados pero que en Francia tienen cierto poder de influencia medi¨¢tica y acad¨¦mica para alimentar las teor¨ªas de la conspiraci¨®n e incluso enturbiar el debate cient¨ªfico. El segundo grupo es la extrema derecha y el populismo reaccionario que, aunque Marine Le Pen ha tomado distancias, se ha hecho notar en el amplio entorno del Reagrupamiento Nacional y sus escisiones, y entre los chalecos amarillos. En Espa?a ha encontrado eco en Vox y en el liberalismo reaccionario, al que Ayuso da voz a menudo. El tercer grupo, m¨¢s marginal, lo forman sectores procedentes de la extrema izquierda, con la defensa de los derechos civiles como bandera, temerosos de que parte de las medidas restrictivas impuestas se acaben consolidando, y que advierten de las brechas que abren las pol¨ªticas de excepci¨®n.
Este retrato de situaci¨®n obliga a interpelar una vez m¨¢s a los liberales y a las izquierdas (est¨¦n en el Gobierno o en la oposici¨®n) que parecen optar por el sue?o conservador de una sociedad resignada. ?Por qu¨¦ reh¨²yen los debates inc¨®modos regalando de este modo banderas y espacios electorales al populismo reaccionario? En la lucha contra la pandemia no es f¨¢cil encontrar el equilibrio entre salud y derechos. S¨®lo desde una cierta ¨¦tica del riesgo, que asuma la fragilidad de nuestra condici¨®n y, por tanto, que la seguridad absoluta es una apuesta totalitaria, se puede ir avanzando. No es admisible que en una sociedad en que la econom¨ªa discrimina de modo descarado se tomen medidas que agravan la situaci¨®n de los sectores m¨¢s precarios. Como no es admisible que en nombre de la salud se instalen sistemas de control personal que han sido objeto de novelas dist¨®picas que nos horrorizan a todos. Eludir la discusi¨®n p¨²blica de estas cuestiones deval¨²a la pol¨ªtica y normaliza el paso hacia el autoritarismo postdemocr¨¢tico. No bastan los ¨ªndices sanitarios. Hay que ponderar los factores de libertad, de igualdad y de derechos. Sabiendo que la sociedad sin riesgo no tiene lugar, por lo menos en el planeta Tierra.
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