Per¨²: confinados en la crisis equivocada
Estamos secuestrados por el sobreactuado combate entre quienes prometen una refundaci¨®n aut¨®ctona del pa¨ªs y quienes se envuelven en la bandera para defenderlo de una amenaza comunista
Las grandes crisis hunden despiadadamente el dedo en la llaga. Pero si algo positivo provocan sus estragos es que fuerzan a las sociedades a tomar conciencia de fragilidades o injusticias que no deben seguir tolerando. Profundas reformas se vuelven entonces una posibilidad o incluso una exigencia. Se dice por eso que no hay peor error para un pa¨ªs que desperdiciar una gran crisis.
Por desgracia, eso es lo que est¨¢ ocurriendo en el Per¨². Tendr¨ªamos que estar debatiendo, por mencionar lo m¨¢s obvio, la mejora en la cobertura y calidad del servicio de salud, lo que nos llevar¨ªa a otros debates esenciales sobre la organizaci¨®n misma de nuestra sociedad: c¨®mo financiar la reforma; qu¨¦ cambios se requieren a nivel fiscal y de protecci¨®n social; qu¨¦ roles corresponden al Estado y al sector privado; c¨®mo revertir la alt¨ªsima tasa de informalidad.
Pero la tensi¨®n que actualmente domina la discusi¨®n p¨²blica peruana nada tiene que ver con las obscenas falencias e inequidades que la crisis de la pandemia nos ha restregado en la cara a costa del dolor de tantos. Porque en lugar de enfocarnos en los inaplazables desaf¨ªos del presente, hemos sido arrastrados a un debate que se libra en las trasnochadas trincheras del pasado. As¨ª, marchas, editoriales, entrevistas, discursos, desplantes, nombramientos, denuncias y renuncias se producen alrededor de los exacerbados fantasmas del comunismo, el terrorismo, el fascismo, el militarismo o el colonialismo.
Esta invasi¨®n de zombis tiene una explicaci¨®n. Y es que el prolongado deterioro de la pol¨ªtica peruana desemboc¨® en las recientes elecciones en el ins¨®lito enfrentamiento de dos visiones que, pese a oponerse desde los extremos de la izquierda y la derecha, tienen en com¨²n una entra?a conservadora, un dudoso compromiso con la democracia, un profundo desprecio por las voces moderadas y una representatividad ciertamente limitada, pues ninguna de sus trilladas nostalgias encarna realmente el sentir de una porci¨®n mayoritaria del electorado.
En plena crisis, pues, nos encontramos secuestrados por el sobreactuado combate entre quienes prometen con aires mesi¨¢nicos una refundaci¨®n aut¨®ctona de la patria y quienes se envuelven en la bandera nacional para defender al pa¨ªs de una amenaza comunista. Y esto es as¨ª por dos razones: porque ambos bandos necesitan de tan desquiciado escenario para justificar su existencia pol¨ªtica; y porque una silenciosa mayor¨ªa lo est¨¢ permitiendo.
Porque son mayor¨ªa en el Per¨² quienes aprecian los avances de los ¨²ltimos 30 a?os, pero los reclaman insuficientes; quienes valoran las oportunidades de una econom¨ªa de mercado, pero denuncian los abusos de ¨ªndole monop¨®lica, la primac¨ªa del af¨¢n de lucro en servicios esenciales y la precariedad de derechos laborales; quienes abominan del terrorismo, pero no niegan los atropellos a los derechos humanos perpetrados por el Estado; quienes demandan de ese Estado mayor presencia, pero est¨¢n hartos de la corrupci¨®n y la ineficiencia y no quieren para sus hijos ni la dictadura ni la pobreza que oprime a venezolanos y cubanos; quienes repudian todo tipo de discriminaci¨®n; quienes no se oponen a que la Constituci¨®n pueda ser revisada, pero tampoco consideran necesario reemplazarla; quienes, en suma, rechazan dogmatismos y fanatismos y, sabiendo que la democracia supone enfrentamientos, reclaman de los pol¨ªticos la capacidad de hacer concesiones y alcanzar consensos.
Esa mayor¨ªa ajena a los extremos de la que tantos somos parte debe hacerse sentir. Debemos exigir a quienes hoy ocupan posiciones de decisi¨®n pol¨ªtica que desactiven de inmediato la irresponsable y peligrosa crisis pol¨ªtica en la que hoy nos tienen confinados. A las puertas de una tercera arremetida de la pandemia es negligente y hasta criminal seguir alimentando la inestabilidad pol¨ªtica y retener la discusi¨®n nacional en la crisis equivocada. Por eso hay que acabarla ya.
Es muy grave que el presidente de la Rep¨²blica presente ante el pa¨ªs un gabinete que, adem¨¢s de tener algunos integrantes con muy serios cuestionamientos para tan delicado encargo, est¨¦ encabezado por alguien bajo investigaci¨®n por su expl¨ªcita simpat¨ªa con el terrorismo de Sendero Luminoso. El Per¨² tiene una historia milenaria, pero tambi¨¦n una reciente. Y esta provocaci¨®n, que solo tiene sentido en la peor versi¨®n del c¨¢lculo pol¨ªtico, insulta al mismo tiempo a la memoria de las v¨ªctimas de la violencia y a la de las del virus.
No merecemos esto ni merece este gabinete nuestra confianza ¡ªni la del parlamento¡ª. Si el presidente no ofrece alternativa, el Congreso deber¨ªa reunir los votos necesarios para encargarle conformar otro. Y entonces, la presi¨®n de la mayor¨ªa ciudadana deber¨¢ recordarles a nuestros pol¨ªticos que su deber es debatir e implementar reformas para construir un pa¨ªs menos vulnerable, porque resultaron elegidos para eso y no para dejarse llevar por la mezquina ambici¨®n de arrancarse el poder.
Salvador del Solar es un abogado, actor y director de cine peruano. Fue primer ministro de Per¨² durante el Gobierno de Mart¨ªn Vizcarra (2019)
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