Melancol¨ªa
Es urgente que exijamos otras maneras de abordar la crisis que vivimos
¡°Me siento triste, pero no s¨¦ por qu¨¦¡±, me dec¨ªa ¨²ltimamente mi hija de cuatro a?os. Si no fuera porque la veo disfrutar de todo aquello con lo que se divierte un ni?o a sus a?os, me preocupar¨ªa seriamente. Con todo, no puedo sino pensar que, a su tierna edad, capta una melancol¨ªa presente entre algunos de nosotros que no reconocemos ni nos reconocemos en el mundo que emerge ante nuestros ojos. No es que el mundo previo a la pandemia fuera mucho mejor; m¨¢s bien, el que vemos dibujarse es todav¨ªa peor. Aquellas tendencias que ya antes de la pandemia resultaban preocupantes para la democracia y el bienestar de la mayor¨ªa se afianzan: la desigualdad socioecon¨®mica, el individualismo consumista, la polarizaci¨®n moral de las sociedades, la vigilancia digital de los ciudadanos por Estados y corporaciones, la salud como negocio, la marginaci¨®n de la vida cultural, la erosi¨®n del v¨ªnculo social y el debate p¨²blico¡ Al mismo tiempo, la esperanza inicial que tuvimos algunos de que la experiencia de la pandemia permitir¨ªa redescubrir la importancia de la solidaridad entre individuos y pa¨ªses, de los cuidados y la necesidad de proteger nuestro planeta, no termina de concretarse.
Incluso grandes logros, como el desarrollo de varias vacunas contra el virus en un tiempo r¨¦cord, se ven enturbiados por estas mismas tendencias: la falta de transparencia en la financiaci¨®n, gesti¨®n y distribuci¨®n de aquellas, as¨ª como en la comunicaci¨®n sobre sus beneficios y riesgos, a lo que se suma su instrumentalizaci¨®n pol¨ªtica. Muchos Estados est¨¢n inmersos en la creaci¨®n de un nuevo orden pol¨ªtico-moral, dudosamente democr¨¢tico, que divide a la sociedad entre buenos ciudadanos que aceptan nuevas restricciones y condiciones a sus libertades y movilidad sin hacer preguntas y malos ciudadanos que expresan sus dudas o piden una mayor rendici¨®n de cuentas respecto de la estrategia sanitaria dominante. A su vez, est¨¢n ampliando la brecha entre las poblaciones occidentales y las de los pa¨ªses en desarrollo que no tienen el mismo acceso a las vacunas y ven limitada su movilidad por los certificados covid. Si no queremos que la gesti¨®n del cambio clim¨¢tico se realice sobre las mismas premisas punitivas y excluyentes; si creemos, por el contrario, que la solidaridad, la cooperaci¨®n y la igualdad siguen siendo nuestros principales valores, es urgente que exijamos otras maneras de abordar la crisis que vivimos.
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