Puedo prometer y no prometo
En Espa?a hacen falta muchas reformas, pero hay otras muchas cuestiones en las que solo hace falta cumplir con lo legislado
En la pol¨ªtica espa?ola hay un abismo entre lo que se anuncia y lo que se cumple. No es solo una cuesti¨®n de promesas incumplidas, de pol¨ªticos fr¨ªvolos que prometen algo inasumible o que luego olvidan (este Gobierno, por ejemplo, prometi¨® derogar la reforma laboral, la prisi¨®n permanente revisable o la ley mordaza y ah¨ª siguen). Es un problema de incumplimientos de lo legislado. O de los efectos limitados de pol¨ªticas grandilocuentes. O de la excesiva ambig¨¹edad de normas que solo prometen hacer algo sin especificar nada m¨¢s. Los juristas han criticado una tendencia del Legislativo a usar las leyes de manera performativa o propagand¨ªstica: el efecto jur¨ªdico es casi nulo y solo hay un inter¨¦s pol¨ªtico. Hace meses, por ejemplo, el Gobierno incluy¨® en el pre¨¢mbulo de una ley una frase en la que acusaba al PP de haber llevado a cabo ¡°un proceso constante y sistem¨¢tico de desmantelamiento de las libertades¡±, una afirmaci¨®n leg¨ªtima en cualquier foro de debate pero completamente inoportuna en el BOE.
En Espa?a hacen falta muchas reformas, pero hay otras muchas cuestiones en las que solo hace falta cumplir con lo legislado: desde las leyes laborales hasta las de transparencia, existe un problema de cumplimiento y seguimiento. Como ha recordado en Twitter el economista de ESADE Carlos Victoria, elaborar nuevas leyes est¨¢ muy bien, ¡°pero si no se cumplen, no se desarrollan, se ignoran los plazos, no se tramita lo que mandata, no hay personal o no hay presupuesto, lo que tienes son 75 p¨¢ginas del BOE llenas de esperanzas e ilusiones.¡± Algo as¨ª hemos visto estos d¨ªas en el mar Menor. Se aprob¨® el a?o pasado una Ley del Mar Menor que restring¨ªa, entre otras cosas, el uso de fertilizantes para la agricultura en la zona. Un a?o despu¨¦s, la laguna est¨¢ peor que nunca.
El incumplimiento, el engorde legislativo con ch¨¢chara y voluntarismo y la proposici¨®n de nuevas leyes solo como propaganda (la insistencia incomprensible de Pablo Casado con su Ley de Pandemias, cuando un 70% de la poblaci¨®n est¨¢ vacunada, es esperp¨¦ntica y rid¨ªcula) no tienen un coste alto. En Catalu?a, el TSJC exigi¨® a la Generalitat que garantice que se imparten al menos un 25% de clases en castellano en los centros educativos. La Generalitat avisa que no cumplir¨¢ y no pasa nada. Y el Gobierno de Pedro S¨¢nchez, por ejemplo, ha incumplido varias veces con las leyes de transparencia que defend¨ªa en la oposici¨®n.
Durante la pandemia, muchos ciudadanos han vigilado con celo el cumplimiento de las leyes. A veces nos hemos convertido en polic¨ªas cotidianos y exigido m¨¢s represi¨®n. Y algunos pol¨ªticos nos han ofrecido eso: el ¨²ltimo ejemplo es la diputada de Coalici¨®n Canaria Ana Oramas exigiendo la semana pasada toques de queda para controlar los botellones. Mientras nos observ¨¢bamos unos a otros para comprobar que cumpl¨ªamos, los legisladores han desarrollado normas arbitrarias, ambiguas e inaplicables, han hecho chapuzas jur¨ªdicas y han instrumentalizado pol¨ªticamente el C¨®digo Penal y el BOE.
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