Alertas perversas
Las notificaciones rojas de Interpol se han convertido en un coladero: gobiernos autoritarios como Turqu¨ªa, Rusia, Ir¨¢n o China usan las alertas para detener a sus enemigos pol¨ªticos
El mes que viene se estrena Red Notice, una superproducci¨®n estadounidense que arranca con una alerta roja de Interpol. Dos criminales se han fugado y este mecanismo activa a los cuerpos policiales de todo el mundo para atraparlos. Ese es el objetivo de las notificaciones rojas en la vida real, y cuando funcionan son instrumentos esenciales para detener y extraditar a delincuentes. El problema es que se han convertido en un coladero: gobiernos autoritarios como Turqu¨ªa, Rusia, Ir¨¢n o China usan las alertas para detener a sus enemigos pol¨ªticos.
El a?o pasado se emitieron 11.000 notificaciones rojas en todo el mundo. A la mayor¨ªa de los perseguidos se les presum¨ªan delitos de corrupci¨®n, lavado de dinero y otros cr¨ªmenes financieros. ?Cu¨¢ntos en realidad eran simplemente disidentes, exiliados o periodistas inc¨®modos? Nadie lo sabe, pero organizaciones como Fair Trials, RSF y abogados expertos en este tema se?alan decenas de casos. Interpol no puede intervenir en cuestiones o asuntos de car¨¢cter pol¨ªtico, militar o religioso, pero ha fallado tantas veces que en 2014 tuvo que introducir mecanismos de control. Todav¨ªa son insuficientes, y ellos mismos lo reconocen.
Detr¨¢s de las alertas rojas hay historias como la de Bahar Kimyong¨¹r, belga de origen turco, activista de izquierdas muy cr¨ªtico con el r¨¦gimen de Erdogan. En 2006 Ankara emiti¨® una alerta roja para que los 194 pa¨ªses miembros de Interpol lo localizaran y extraditaran por terrorismo. Lo acusaban de pertenecer al DHKP-C, el Frente-Partido Revolucionario de Liberaci¨®n Popular, cargo por el que la justicia belga lo hab¨ªa juzgado y absuelto. Sin embargo, la alerta segu¨ªa vigente porque increp¨® a un pol¨ªtico turco en el Parlamento Europeo. Hasta 2014, Kimyong¨¹r pas¨® tres veces por la c¨¢rcel: en Holanda fueron 69 d¨ªas; en Italia, tres meses; en Espa?a, cuatro d¨ªas. Aqu¨ª lo detuvieron mientras visitaba la mezquita de C¨®rdoba con su mujer y sus dos hijos. El peque?o se le hab¨ªa dormido en brazos cuando los rode¨® la polic¨ªa. Metieron a toda la familia en una furgoneta y se los llevaron a comisar¨ªa. Gracias a las ONG y a la presi¨®n popular, Kimyong¨¹r pudo borrar su nombre de la lista de Interpol. Hoy, iron¨ªas de la vida, trabaja para el Ministerio de Justicia belga. Denuncia que el abuso de las alertas rojas est¨¢ institucionalizado y que destroza muchas vidas. Por ejemplo, de inocentes que pensaban haber encontrado asilo en la Uni¨®n Europea y que ven que su enemigo sigue teniendo el poder de reclamarlos.
A diferencia de las ¨®rdenes de detenci¨®n europeas, las alertas rojas de Interpol son manipulables. Tienen un fallo de base y es que presuponen la buena fe del emisor, aunque sea un gobierno autoritario. Los controles que la organizaci¨®n ha introducido en los ¨²ltimos a?os no bastan y es urgente mejorarlos. Si no, instituciones internacionales necesarias como Interpol van a ser cada vez m¨¢s maleables y menos cre¨ªbles.
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