Las naciones no existen
Nacida de la opresi¨®n, se afirma en la negaci¨®n de la naci¨®n m¨¢s pr¨®xima y revive cuando alguien pretende liquidarla
Cuando nadie use la palabra, todav¨ªa resonar¨¢ la pregunta. No tiene respuesta, porque en la duda radica hoy la formulaci¨®n de su propia existencia. Como si fuera una cuesti¨®n teol¨®gica, entre la fe y el descreimiento.
?Qu¨¦ es una naci¨®n? Solo hay una respuesta s¨®lida cuando alguien pone en duda su existencia, como ha hecho Emmanuel Macron respecto a la Argelia de los tiempos anteriores a la Colonia francesa. Solo a los dioses les es dado tan precaria e inasible forma de vida, susceptible ante todas las dudas, pero enraizada en los corazones por una fe dogm¨¢tica y expresada p¨²blicamente en el fervor de los s¨ªmbolos, banderas, himnos y monumentos.
?Naci¨®n pol¨ªtica? En tal formulaci¨®n se materializa la ¨²nica existencia objetiva que pueda tener tan evanescente idea. Para cubrir el libre pacto entre ciudadanos conformes en la aceptaci¨®n de una ley com¨²n que les constituye como comunidad humana. No necesitan nada m¨¢s, ni origen, ni religi¨®n, ni lengua compartida, solo un territorio donde vivir y unas reglas aceptadas por todos.
Pocas son, quiz¨¢s ninguna, las que se resignan a tal estatuto, tan libre. Quiz¨¢s menos todav¨ªa las que lo alcanzan, precisamente porque es el de la libertad. Todas quieren solidificar su vida colectiva en las emociones y los sentimientos, especialmente el de identidad, con frecuencia sublimado como una existencia gloriosa, excepcional y ¨²nica, superior incluso a cualquier otra. Somos distintos y mejores. Tenemos m¨¢s derechos. El humilde patriotismo ciudadano y republicano queda relegado por los instintos de exclusi¨®n y de supremacismo. No hay naci¨®n que se afirme como tal sin negar a otra, con frecuencia la m¨¢s pr¨®xima y vecina.
Esa idea tiene poco m¨¢s de dos siglos, pero parece eterna, fijada en los cielos como si fuera un dios, quiz¨¢s porque las naciones se cuentan entre los ¨²ltimos dioses. Todas est¨¢n inscritas en un eterno existir orientado por las estrellas: Argelia, Francia, Rusia, Estados Unidos, Espa?a, Catalu?a¡ Quien lo dude insulta a la naci¨®n y a sus nacionales. Nacidas de la opresi¨®n y de la negaci¨®n, reviven cada vez que alguien quiere liquidarlas.
Todas se declaran en crisis y viven una agon¨ªa, como si estuvieran al borde de la muerte. Superadas por la vida, que desborda la idea de plenitud soberana, y convierte en rid¨ªculo el ensue?o de una existencia eterna e inmutable inscrita en el mito y no en la historia, incluso las m¨¢s perfectas a?oran los viejos tiempos y se saben enfermas de la soberan¨ªa que pierden como el aceite de un motor averiado.
Formular la pregunta, dudar de su existencia, requiere un cierto coraje o una cierta desverg¨¹enza cuando se tiene la m¨¢xima responsabilidad de gobierno de una de ellas, nada menos que Francia, la Grande Nation, modelo de naci¨®n e inventora de la idea. Quien osa sabe que le espera la jaur¨ªa, azuzada por los resentimientos que suscitan los ¨ªdolos ca¨ªdos.
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