La victoria ling¨¹¨ªstica del terrorismo
La evocaci¨®n de fiereza instintiva, de individualismo y arrojo y tambi¨¦n de ¨¦xito sobre las v¨ªctimas que evoca la figura del lobo solitario deber¨ªa ponernos en alerta
Un atentado es un hachazo visible que provoca monta?as de dolor individual y despierta un miedo justificado en las sociedades. Ante eso, la cuesti¨®n ling¨¹¨ªstica de c¨®mo narramos un acto de terrorismo puede parecer trivial, pero precisamente por la necesidad de relatar el horror en los t¨¦rminos que merece, sorprende ver c¨®mo aceptamos el uso de determinadas expresiones que desenfocan por completo nuestra forma de entender y valorar estos hechos y que, posiblemente, resultan ofensivas para las v¨ªctimas y enga?osas para la sociedad.
La semana pasada, en Kongsberg (Noruega) un individuo armado de arco y flechas mat¨® a cinco personas; en el Reino Unido un pol¨ªtico conservador fue apu?alado hace unos d¨ªas en una reuni¨®n electoral. Ambos asesinatos est¨¢n siendo investigados para esclarecer una posible relaci¨®n con el radicalismo isl¨¢mico. En la urgencia de la actualidad, algunos medios espa?oles, dando estas dos noticias tan impactantes y crueles, otorgaron r¨¢pidamente a sendos asesinos el calificativo de lobos solitarios en los titulares.
Creo que cada vez que se dice eso de lobo solitario se muestra de nuevo la callada victoria ling¨¹¨ªstica del terrorismo sobre sus v¨ªctimas. Lobo solitario, un calco del ingl¨¦s lone wolf, se usa convencionalmente para aludir al individuo que perpetra un acto terrorista sin una macroestructura que lo ampare, lo arme o lo financie. Tambi¨¦n podemos escuchar esta expresi¨®n para se?alar a determinados agentes sociales que ejercen libremente, a su aire, como lobos solitarios dentro de organizaciones que nos parecen sist¨¦micamente gregarias en su funcionamiento (como las formaciones deportivas o los partidos pol¨ªticos). Con todo, lo com¨²n en espa?ol ha sido sacar a relucir al lobo para designar a los terroristas que atacan individualmente fuera de una jerarqu¨ªa concreta que orqueste el c¨®mo y el cu¨¢ndo de las acciones.
La evocaci¨®n de fiereza instintiva, de individualismo y arrojo y tambi¨¦n de ¨¦xito sobre las v¨ªctimas que evoca la figura del lobo deber¨ªa ponernos en alerta. Llamar lobo al terrorista es animalizarlo, s¨ª, pero confiri¨¦ndole la facultad de ser m¨¢s poderoso que el grupo social contra el que act¨²a. Denominarlo as¨ª nos convierte en corderos desvalidos, cambia el esquema de convivencia entre iguales que nos damos como democracia y otorga atributos de dominio y poder al radical temerario. Los lobos son animales de manada y seg¨²n los describen los bi¨®logos que han estudiado su comportamiento en libertad, si salen del grupo es porque han sido apartados de ¨¦l por reasignaciones de liderazgo en ¨¦poca de apareamiento. Separado del grupo, el lobo solitario tiene m¨¢s dif¨ªcil su supervivencia y acent¨²a su agresividad.
Otorgar esa bravura al terrorista es una concesi¨®n torpe, por eso creo que deber¨ªamos expulsar la expresi¨®n lobo solitario fuera del lenguaje period¨ªstico. Entre los mismos expertos policiales, empieza a ser reemplazada por perro o rata extraviada. Supongo que un t¨¦rmino m¨¢s neutro y menos evocador como terrorista aislado tendr¨ªa una menor capacidad de propagaci¨®n en el lenguaje contagioso de los medios, tan dado al s¨ªmil y a la recreaci¨®n audiovisual, pero es necesario levantar ese barniz de heroicidad que ling¨¹¨ªsticamente otorgamos al fan¨¢tico. Ni lobos ellos, ni corderos nosotros.
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