La sociedad civil en tiempos de AMLO

El problema con el presidente L¨®pez Obrador, dec¨ªa hace poco alguien que lo conoce, es que tiene la mitad del diagn¨®stico bien, pero la otra mitad mal. El ejemplo m¨¢s reciente ser¨ªa la propuesta incluida en la miscel¨¢nea fiscal, mediante la que se limitar¨¢n los fondos que los ciudadanos pueden deducir v¨ªa donaci¨®n a organizaciones de la sociedad civil.

Esa medida est¨¢ motivada ¡ªla mitad ¡°correcta¡± del diagn¨®stico¡ª por la andresmanuelista noci¨®n de que solo el gobierno debe dar a los ciudadanos todo cuanto estos necesitan para desarrollarse. Todo. Por ello, ni la Federaci¨®n ni los privados deber¨ªan aportar recursos fiscales a organismos no gubernamentales. No puede evitar lo segundo, pero puede desincentivarlo, como con su propuesta de rebajar los montos de las deducciones filantr¨®picas. Para ayudar estoy yo que soy el presidente, nos dice AMLO.

La mitad incorrecta no es menor. Ni inocuas sus eventuales consecuencias. L¨®pez Obrador est¨¢ muy equivocado si cree que no importa dificultarle la subsistencia a m¨¢s de 5 mil organizaciones de la sociedad civil que trabajan cotidianamente para suplir y/o complementar la acci¨®n gubernamental ah¨ª donde ¨¦sta es insuficiente en alcance o calidad.

Sea en el Hospital Civil de Guadalajara, donde delicados padecimientos son tratados gracias al apoyo de asociaciones civiles que aportan lo que muchas veces no pueden gobiernos ni pacientes, hasta comunidades en Chihuahua, con necesidad de acompa?aniento legal para defender sus derechos y patrimonio frente a las ambiciones de criminales, la realidad del pa¨ªs es una que no cabe en las capacidades de la administraci¨®n federal.

Ese d¨¦ficit de la atenci¨®n gubernamental, en cantidad y no pocas veces en calidad, ha sido hist¨®rico y fue precisamente uno de los motores del activismo social. Ciudadanos que reclamaban derechos, insuficiencias y por supuesto abusos de m¨²ltiples gobiernos fueron la constante desde mediados del siglo pasado en el proceso de la democratizaci¨®n mexicana.

L¨®pez Obrador se considera heredero y consecuencia de esas movilizaciones. Y si bien es posible acreditarle su participaci¨®n y detectar entre sus aliados a no pocos integrantes de algunas de esas expresiones ciudadanas, lo cierto es que al asumir el gobierno tambi¨¦n se convirti¨® en el representante del vetusto aparato que ha sido incapaz, a veces por corrupci¨®n pero otras por mera disparidad entre los recursos oficiales y las necesidades de la poblaci¨®n, de proveer lo que las hijas y los hijos de la patria demandan.

Pero mientras otros presidentes mexicanos optaron por aceptar ¡ªo incluso a rega?adientes tolerar¡ª el universo de organizaciones sociales que les exig¨ªan, pero de muchas maneras tambi¨¦n les ayudaban a atender m¨²ltiples necesidades, L¨®pez Obrador reclama el monopolio de la acci¨®n social.

Para Andr¨¦s Manuel los dineros del gobierno son sagrados no solo en su af¨¢n de instalar una nueva cultura de honestidad ¨Clo cual est¨¢ a¨²n (muy) por verse¨C, sino porque en su l¨®gica el llamado tercer sector carece de toda legitimidad: movimiento que no se santifica en las urnas no es digno de interlocuci¨®n.

As¨ª que la propuesta fiscal de que a partir de 2022 sean menos los donativos filantr¨®picos que un contribuyente puede deducir, es una medida que refleja con nitidez la filosof¨ªa estatista de un presidente que s¨ª pretende reconstruir un gobierno central, pero que sobre todo desconf¨ªa tanto del activista comunitario que no tiene partido como del empresariado que financia organizaciones.

Si en el pasado hubo movilizaci¨®n social, particularmente luego del sismo de 1985, cree AMLO, fue para posibilitar que llegara un gobierno como el suyo, por lo que ahora desde la c¨²spide se afana en secar el ecosistema de ciudadanos organizados que en cierta medida contribuyeron a su triunfo, pero que tras ¨¦ste no van a detener sus agendas, tanto porque los problemas persisten como porque la democracia participativa ya arraig¨®. Ello representa un peligro para el centralismo presidencialista del tabasque?o.

En ese sentido, la propuesta fiscal de L¨®pez Obrador, disfrazada como tantas otras de combate a la corrupci¨®n, es el primer golpe a las organizaciones sociales por la v¨ªa del financiamiento privado, pero para nada el ¨²nico embate. La pregunta es ?qu¨¦ har¨¢n frente a ello los ciudadanos organizados?

La circular n¨²mero uno

Raquel Buenrostro, la zar de la recaudaci¨®n de L¨®pez Obrador, revel¨® el viernes ante legisladores que un par de familias ha deducido de manera ilegal ¨Cmediante simulaci¨®n de donativos a obras sociales- cientos de millones de pesos. La declaraci¨®n busca revestir de combate a la corrupci¨®n la propuesta oficial para que a partir del a?o entrante se baje el monto de las donaciones privadas que pueden hacer los ciudadanos.

Dando por buena la declaraci¨®n de la jefa del SAT, un gobierno normal habr¨ªa utilizado ese supuesto abuso para endurecer los castigos a quienes defraudan al fisco por esa v¨ªa, adem¨¢s claro est¨¢ de exhibir a los tramposos. Ganar¨ªan autoridad al imponer a tan ruines personajes sanciones ejemplares y confirmar que aquellos que desv¨ªen recursos no se saldr¨¢n con la suya, privados o p¨²blicos. Supondr¨ªa un buen momento del combate a la corrupci¨®n.

Pero el de AMLO no es un gobierno que rime con normal. Hasta como excusa, la declaraci¨®n de Buenrostro llega tarde. Han sido diversas organizaciones las que por d¨ªas han denunciado que el gobierno federal dar¨¢ un severo golpe a la acci¨®n de las organizaciones de la sociedad civil al reducir el monto de las deducciones que un contribuyente puede hacerles. Es decir, m¨¢s que castigar a los tramposos, proponen medidas para reducir el flujo de dinero privado a ONG, para limitar la acci¨®n de ¨¦stas.

Hasta hoy un ciudadano pod¨ªa optar por deducir hasta cierto tope sus gastos, por ejemplo, en salud privada. Y, de as¨ª desearlo, deducir aparte otro monto por la v¨ªa de un porcentaje de lo que donara a organizaciones sociales. De prosperar la iniciativa de L¨®pez Obrador, ambas bolsas se convierten en una sola, lo que deduzca en salud o por donativos al final no se contabilizar¨¢n en rubros aparte.

Esta medida fiscal supondr¨ªa la primer decisi¨®n gubernamental de Andr¨¦s Manuel para limitar los fondos privados, de personas f¨ªsicas, que reciben las organizaciones de la sociedad civil en M¨¦xico. Con ello el gobierno cierra una pinza con la que comenz¨® a apretar al activismo a las pocas semanas de haber iniciado esta administraci¨®n. Esa pinza lleg¨® en forma de decreto presidencial.

El 14 de febrero de 2019 L¨®pez Obrador public¨® la Circular Uno, dirigida a ¡°miembros del gabinete legal y ampliado¡±. Dice as¨ª: ¡°Como es del conocimiento p¨²blico, hemos tomado la decisi¨®n de no transferir recursos del Presupuesto a ninguna organizaci¨®n social, sindical, civil o del movimiento ciudadano, con el prop¨®sito de terminar en definitiva con la intermediaci¨®n que ha originado discrecionalidad, opacidad y corrupci¨®n.

¡°Todos los apoyos para el bienestar del pueblo se entregar¨¢n de manera directa a los beneficiarios. Asimismo, se deber¨¢ cumplir con las disposiciones legales para que obras, adquisiciones y servicios se contraten mediante licitaciones y con absoluta transparencia¡±.

Otra vez, la teor¨ªa de los medios diagn¨®sticos. Es imposible negar que hubo discrecionalidad, abusos y corrupci¨®n en la relaci¨®n entre algunas entidades del universo de organizaciones civiles y los gobiernos anteriores ¨Cse recuerdan, entre otros esc¨¢ndalos, las tangas compradas por Provida-, pero con el plumazo presidencial se dio formalidad a la cancelaci¨®n de miles de estancias infantiles y a apoyos que recib¨ªan diversas organizaciones cuya labor resultaba invaluable para comunidades en todo el pa¨ªs.

Tras esa circular, el gobierno de la Rep¨²blica ha hecho m¨¢s r¨ªgidos los tr¨¢mites tendientes a obtener o renovar la condici¨®n de donataria autorizada, que es indispensable para recibir donativos de terceros legalmente, y ha propuesto severas sanciones en caso de infringir normas, al punto de que a una organizaci¨®n se le puede castigar si alguno de sus consejeros es encontrado en falta en una entidad aparte.

Ese enrarecido ambiente es el que enfrentan hoy m¨²ltiples ONG en M¨¦xico. Ese y el del acoso desde la ma?anera a organizaciones que reciben fondos, legales, de organismos p¨²blicos y privados extranjeros.

Escribo esto, para quienes no lo sepan, desde la m¨¢s que subjetiva posici¨®n de haber integrado por cinco a?os, periodo que culmin¨® en la pasada primavera, Mexicanos Contra la Corrupci¨®n y la Impunidad, asociaci¨®n civil con fondeo nacional e internacional donde desempe?¨¦ el cargo de director de periodismo de investigaci¨®n.

Porque si ahora el gobierno de AMLO pretende un golpe al financiamiento privado de las asociaciones civiles, ya de tiempo atr¨¢s encabezaba una campa?a de desprestigio en contra de algunas de ellas. Ha llegado a decir, en estos d¨ªas, que no es labor de los empresarios apoyar econ¨®micamente a organizaciones humanitarias. Y mucho menos hacerlo mediante deducciones de impuestos.

L¨®pez Obrador se aprovecha una vez m¨¢s de una propaganda tramposa: sostiene que los empresarios evaden impuestos al financiar organizaciones que o bien son pantalla o bien trabajan para sus agendas.

La deducci¨®n de los impuestos ni es cuantiosa ¡ªpor cada peso que se dona en todo caso se podr¨ªa deducir alrededor de una tercera parte y el monto total est¨¢ topado¡ª ni es sencilla: todas las organizaciones son sometidas por la autoridad a m¨²ltiples tr¨¢mites y supervisiones. Aun as¨ª, por supuesto que los abusos o la parcialidad de las agendas deben ser denunciados.

Pero la suspicacia presidencial viaja m¨¢s r¨¢pido que las complicadas explicaciones contables de aquellos que defienden en p¨²blico los esquemas de financiamiento, y la gran regulaci¨®n, de la sociedad civil organizada.

As¨ª que el golpe viene por partida triple. Primero les quit¨® cualquier posibilidad de financiamiento oficial, ahora limitar¨¢ el privado y mientras tanto desde la ma?anera tender¨¢ un manto de sospecha sobre organismos, sociedades, agrupaciones, think tanks e incluso universidades.

Porque considera que el gobierno es el ¨²nico actor leg¨ªtimo y los otros deber¨ªan estar, cuando mucho, en los m¨¢rgenes. Ni fondos, ni interlocuci¨®n y mucho menos centralidad. Una vuelta de 180 grados a un momento fundacional de M¨¦xico, ese que surgi¨® tras el terremoto de 1985.

Volvamos a Monsiv¨¢is

En 1987, Carlos Monsiv¨¢is edit¨® Entrada libre. Cr¨®nicas de la sociedad que se organiza. En ese volumen el escritor compilaba escenas publicadas originalmente en La Jornada y Proceso, sobre el momento estelar que viv¨ªa la participaci¨®n ciudadana en M¨¦xico.

Monsiv¨¢is destacaba que entre los logros del avance civil ¡°se cuenta la democratizaci¨®n como estado de ¨¢nimo y cambio de mentalidades¡±.

Eran los a?os ochenta. Los movimientos sindicales y estudiantiles de d¨¦cadas atr¨¢s, reprimidos sin tiento por el r¨¦gimen pri¨ªsta, ya no parec¨ªan tan lejanos a las renovadas expresiones de reclamo que se multiplicaban por doquier.

A partir de lo que ve¨ªa en la calle, Monsiv¨¢is destaca que en esos momentos la democracia en lo fundamental se percib¨ªa en:

El aprendizaje de la resistencia civil, que se inicia en la defensa de la legalidad; una terquedad indignada que incluye el abandono de f¨®rmulas del martirologio; apego a la racionalidad, b¨²squeda de avance gradual y la estrategia de la movilizaci¨®n permanente: desde boteo y volanteo hasta campamentos de la dignidad.

Y subrayaba que la respuesta ciudadana al terremoto fortaleci¨® ¡°la gana de actuar¡±, pues el sismo ¡°le dio al t¨¦rmino sociedad civil una credibilidad inesperada¡±.

Desde entonces, pues, cambiaron las reglas y tenemos una din¨¢mica donde la participaci¨®n ciudadana tuvo momentos de centralidad y plena legitimidad. Si hacemos un salto muy grande llegaremos a las movilizaciones de las v¨ªctimas de la violencia en tiempos Vicente Fox y Felipe Calder¨®n, y al de las mujeres en fechas m¨¢s recientes, pasando por supuesto por las caravanas por la democracia en las que fue protagonista el mism¨ªsimo AMLO.

Enrique Pe?a Nieto conoci¨® y padeci¨® la fuerza de la movilizaci¨®n ciudadana. La tragedia de Ayotzinapa sac¨® a las calles a miles y su gobierno qued¨® arrinconado en su fatuidad, inoperancia y corrupci¨®n.

La labor de m¨²ltiples organizaciones ciudadanas exhibieron lo mismo que paliaron las deficiencias del r¨¦gimen del pr¨ªista. Y, como bien tem¨ªa el mexiquense, pavimentaron la llegada del candidato que promet¨ªa un cambio de la mano del pueblo.

Ocurridas las elecciones, L¨®pez Obrador ha desde?ado las estrategias de movilizaci¨®n y negociaci¨®n inauguradas en los ochenta, y hasta la disidencia magisterial de la CNTE le ha criticado ya, e incluso increpado en una visita a Chiapas, por ello.

El presidente ha dejado claro que no va a cambiar de ruta ni de agenda. Habr¨¢ llegado como resultado de movilizaciones pero no admitir¨¢ ninguna. Las v¨ªctimas de la violencia no son recibidas por ¨¦l y los reclamos de las mujeres son desde?ados.

Estamos en un mundo muy distinto al de antes de lo narrado por Monsiv¨¢is en el libro citado, por lo que resulta poco acertado decir que en t¨¦rminos de la relaci¨®n del gobierno con las organizaciones sociales M¨¦xico ha retrocedido cuarenta a?os.

Los retos para la participaci¨®n ciudadana hoy, sin embargo, comienzan con una presidencia de la Rep¨²blica que se atribuye no solo la representaci¨®n total del pueblo y sus inquietudes, sino que se arroga la legitimidad ¨²nica para plantear al respecto soluciones.

El ciudadano presidente es el ¨²nico que se siente con derecho a trabajar por los dem¨¢s. Y no solo lo dice sino que lo defiende.

Mientras, las organizaciones de la sociedad civil han de sumar a sus labores cotidianas, ya de por s¨ª sometidas a tortuosas rutinas de burocracia gubernamental, escasos fondos y precariedad en su seguridad, la tarea de redefinirse en este nuevo escenario.

Andr¨¦s Manuel ha capturado la agenda p¨²blica y los motivos de muchas de ellas. Es su principal competidor: qui¨¦n mejor que ¨¦l para hablar por los pobres, para combatir la corrupci¨®n, para generar el progreso econ¨®mico, para redefinir la justicia y los derechos, para educarles.

Algunas ONG han tardado demasiado en darse cuenta del nuevo escenario, quiz¨¢ por haberse instalado en una est¨¦ril nostalgia: creyeron que eventualmente se podr¨ªa volver a retomar lo que hasta 2018 ¡°iba bien¡±. Ni ¨ªbamos bien ni es posible un retorno a ese pasado.

A pesar de tantas se?ales lanzadas por el r¨¦gimen desde el 2018 hay organizaciones que no han trazado una nueva ruta ni reconocido que hay que trabajar en condiciones muy distintas. Se tiene que proponer una nueva agenda, que le compita al presidente antes que solo a los problemas reales.

Todo lo anterior sin decir que en la sociedad civil tambi¨¦n se repiten vicios de otros colectivos y que no solo es imposible sino injusto agrupar a todas las organizaciones en un solo concepto.

El ¨²nico que hace eso es AMLO, que barre parejo al cancelarles fondos oficiales y dificultarles los privados. Quiz¨¢ olvid¨® lo que sentenciaba Monsiv¨¢is: ¡°Mucho se avanza cuando los-ciudadanos-en-v¨ªa-de-serlo dejan de esperarlo todo del Presidente¡±. L¨®pez Obrador busca exactamente lo contrario.

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