Geopol¨ªtica pand¨¦mica
China pretende forzar una globalizaci¨®n hecha a su manera y reticente en la lucha contra el cambio clim¨¢tico
Con la pandemia todav¨ªa en marcha y la cat¨¢strofe clim¨¢tica asomando en el horizonte, las dos cumbres mundiales de jefes de Estado y de Gobierno, la del G-20 ¡ªque incluye a las mayores econom¨ªas¡ª en Roma, y en Glasgow la de la COP26 para la reducci¨®n de emisiones, celebradas una detr¨¢s de otra, marcan el momento de profunda incertidumbre geopol¨ªtica que atraviesa el mundo.
Destaca el regreso de Estados Unidos al multilateralismo y al combate contra el cambio clim¨¢tico tras cuatro a?os de ausencia y boicoteo a cargo de Donald Trump. Pero Joe Biden, el portador de la buena nueva, llega debilitado a las dos cumbres. En el escenario interior, por el feroz boicoteo republicano que pretende bloquear sus planes de inversiones sociales y medioambientales y recuperar las mayor¨ªas en el Congreso e incluso en la presidencia, circunstancia que convertir¨ªa al presidente dem¨®crata en un par¨¦ntesis y constituye, en cualquier caso, un elemento de incertidumbre sobre el futuro del liderazgo mundial.
Sus amigos y aliados atl¨¢nticos llegan tambi¨¦n divididos, entre s¨ª y con el socio mayor americano, tras el penoso final de la guerra de Afganist¨¢n y el desplazamiento del inter¨¦s de Washington hacia sus aliados asi¨¢ticos. Son profundas las dudas sobre el lugar exacto que debe buscar Europa entre China y Estados Unidos. Y pa¨ªses como Francia y Reino Unido llegan peleados por la disputa del Brexit. Nadie ha interpretado la ausencia de Xi Jinping y Vlad¨ªmir Putin en ambas cumbres, evitando la diplomacia cara a cara en favor de la teleconferencia, como resultado de la pandemia, sino como la exhibici¨®n de una distancia pol¨ªtica perfectamente calculada.
El a?o y medio largo de covid ha transformado los h¨¢bitos diplom¨¢ticos gracias a las videoconferencias, una tecnolog¨ªa que se acomoda tanto a la creciente hostilidad entre mandatarios de las superpotencias como al contacto continuo entre quienes mantienen la cooperaci¨®n. El presidente chino, pendiente de asegurarse el tercer mandato a partir de 2022, lleva ya casi dos a?os sin salir de su pa¨ªs, algo ins¨®lito hasta principios de 2020, cuando empez¨® la pandemia, y que constituye un dato esencial en el mundo multipolar e inestable que est¨¢ emergiendo.
La potencia que pretende erigirse en l¨ªder mundial tiene en sus manos una carta vencedora: es el mayor emisor mundial, casi una tercera parte, y a la vez el primer consumidor de carb¨®n. Sus representantes llegan a Glasgow con una propuesta de reducci¨®n de emisiones modesta, inconcreta y con plazos m¨¢s largos. El mensaje es bien claro. Sin China, no se cumplir¨¢ ning¨²n objetivo. Xi Jinping quiere marcar su ritmo y sus propias metas, incluso su terminolog¨ªa sobre la civilizaci¨®n ecol¨®gica, en expl¨ªcita demostraci¨®n de que la globalizaci¨®n occidental no es la suya y que hay en cambio una globalizaci¨®n alternativa liderada por Pek¨ªn en vez de por Washington.
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