El frente de Madrid
El PP se ha atrapado en una posici¨®n en la que alguien saldr¨¢ herido. Si Ayuso no controla el partido o se ve forzada a un pacto con G¨¦nova, estar¨¢ m¨¢s d¨¦bil. Si ella se impone, Casado es quien lo tendr¨¢ m¨¢s dif¨ªcil
Es cosa sabida que la divisi¨®n interna tiende a penalizar a los partidos en las urnas. A los votantes les suele gustar que las organizaciones est¨¦n cohesionadas y los liderazgos sean claros. Sin embargo, la racionalidad electoral nunca es la ¨²nica que impera. La evidencia emp¨ªrica en cuanto a comunidades aut¨®nomas es clara: controlar el aparato regional marca la diferencia para cualquier l¨ªder. De un lado, porque permite volver a ser el candidato tras una derrota y, del otro, porque blinda contra maniobras internas dentro de tu propio partido. Por lo tanto, no es una cuesti¨®n balad¨ª. De momento el PP madrile?o es un protectorado bajo el control de G¨¦nova 13, pero con fecha de caducidad el pr¨®ximo marzo y por cuyo control est¨¢n las espadas en alto. Una batalla fundamental para cualquier escenario de medio plazo.
Isabel D¨ªaz Ayuso quiere ser presidenta del PP como es regla en casi todos los partidos cuando alguien se convierte en presidente de una comunidad. Eso le asegura tiempo y, cosa clave, el control de las listas electorales. Una regi¨®n como Madrid es un lugar desde el que se proyecta un potente altavoz medi¨¢tico y se tiene m¨¢s poder, de facto, que el l¨ªder de la oposici¨®n.
Por el contrario, Pablo Casado necesita minorar la influencia de Ayuso para no perder el control de su propia rama regional y, muy particularmente, para blindar su posici¨®n de cualquier desaf¨ªo que pudiera venir en este frente de no gobernar en el a?o 2023. Por eso necesita otra persona dirigiendo el PP de Madrid. Necesita que Ayuso tenga un contrapoder interno.
Llegados a este punto, con una guerra total de filtraciones, las cuestiones abiertas son esencialmente dos. La primera, el momento del congreso regional, lo que tiene efectos en las llamadas ¡°primarias en la sombra¡±. Estas ¨²ltimas se refieren a sondear apoyos y un candidato viable antes de que el proceso empiece. Obviamente, cuanto menos se dilate, m¨¢s f¨¢cil lo tendr¨¢ la presidenta para imponerse. Sin embargo, en teor¨ªa, el calendario est¨¢ cerrado y agarrarse a una posible batalla legal por los plazos de disoluci¨®n de la gestora implicar¨ªa una ruptura total, lo que ser¨ªa un exceso.
La segunda cuesti¨®n, m¨¢s interesante, es la regla de elecci¨®n. El extra?o sistema interno del Partido Popular, que obliga a arrasar en voto directo de los militantes o manda a una segunda ronda con compromisarios, tambi¨¦n tiene implicaciones. Con este sistema, si Ayuso se enfrenta a un candidato medianamente competitivo, el voto de los compromisarios puede dar m¨¢s oportunidades a G¨¦nova. Por el contrario, si se recurre al sistema ¡°un militante un voto¡± la presidenta parte, en teor¨ªa, con ventaja.
Este ¨²ltimo sistema, que solo es posible a nivel auton¨®mico o provincial, solo se aplica si lo autoriza la direcci¨®n regional, es decir, la gestora. Por tanto, parecer¨ªa que Ayuso tiene la batalla perdida, pero ah¨ª es donde radica su fortaleza. Con un PP m¨¢s joven que en otros territorios, ella puede venderse como la candidata de las bases frente a las maniobras del aparato. Agarrarse al precedente de Cristina Cifuentes, que fue la primera en forzar a Mariano Rajoy a adoptar dicho proceso en Madrid, es una estrategia ganadora incluso teniendo que competir con la regla general.
Sea como sea, el PP se ha atrapado en una posici¨®n en la que alguien saldr¨¢ herido. Si Ayuso no controla el partido o se ve forzada a un pacto con G¨¦nova, estar¨¢ m¨¢s d¨¦bil. Si ella se impone, Casado es quien lo tendr¨¢ m¨¢s dif¨ªcil para no ser visto como un l¨ªder en cuesti¨®n. A espera del desenlace, quedan meses de ruido por delante y en ning¨²n caso le saldr¨¢ gratis a un PP cuyo electorado est¨¢ lejos de preocuparse por estas maniobras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.