Una sociedad democr¨¢tica y moderna
La existencia de pa¨ªses ricos no es notable, que haya naciones pobres s¨ª lo es. La apertura de la econom¨ªa, que es la apertura al mundo, resulta esencial para lograr un sistema de bienestar y libertad
Lo notable en nuestra ¨¦poca no es que haya pa¨ªses ricos, sino pobres. ?C¨®mo se explica? Se explica porque el populismo, la b¨²squeda del para¨ªso, los sue?os socialistas siguen vivos todav¨ªa, pese a los desmentidos que les ha impreso la realidad en todos los intentos habidos de organizar la sociedad de acuerdo a esos ideales. El error, sobre todo en el campo pol¨ªtico, sigue haciendo de las suyas, sobre todo en los pa¨ªses subdesarrollados. Y en lo inmediato no da la impresi¨®n de que aquello pudiera variar.
?Qu¨¦ debe hacer un pa¨ªs para salir de la miseria, alcanzar el desarrollo, crear una econom¨ªa al alcance del grueso de la poblaci¨®n, permitiendo a hombres y mujeres lograr unos niveles de vida decorosos, y a algunos, los m¨¢s esforzados o visionarios, la riqueza con que las sociedades m¨¢s avanzadas premian a quienes les aportan mayores beneficios? Excluyo de este art¨ªculo todas las actividades il¨ªcitas.
Un pa¨ªs que quiere salir del subdesarrollo debe abrir su econom¨ªa que, en gran parte se halla en esta condici¨®n debido a su estructura cerrada y a la asfixia que le imprime el Estado, quien, generalmente, monopoliza el grueso de las actividades econ¨®micas. Mientras ellas se hallen controladas por el Estado, el resultado es invariablemente la corrupci¨®n, el privilegio de una minor¨ªa de bur¨®cratas, el atraso cient¨ªfico y t¨¦cnico, y la dependencia del exterior, su subordinaci¨®n a los pa¨ªses m¨¢s desarrollados y pr¨®speros. ¡°Abrir la econom¨ªa¡± debe entenderse, fundamentalmente, como su privatizaci¨®n, la transferencia de una econom¨ªa estatizada a una econom¨ªa libre, procurando que sea el conjunto de la sociedad civil la que haga uso de ella y no esa peque?a minor¨ªa que la tiene en manos del Estado, con el cuento de mejor servir a la mayor¨ªa. ?Cu¨¢ntas veces hemos o¨ªdo esa mentira?
La transferencia de una econom¨ªa estatizada a una econom¨ªa libre es relativamente f¨¢cil, siempre que el Gobierno est¨¦ orientado en esta direcci¨®n. Y, para lo mismo, es indispensable cambiar la idea que se hacen del ¡°empresario¡± las masas y las ¨¦lites da?adas por el prejuicio colectivista. Seg¨²n estas versiones, el empresario es un ser ego¨ªsta y ¨¢vido, que s¨®lo piensa en acumular dinero, para lo cual se vale de cualquier artilugio y de la conducta ilegal, en perjuicio de las mayor¨ªas hambrientas. Esta idea es incorrecta; que haya algunos empresarios de semejante mentalidad es posible, y, en general, se trata de personas maleadas por un sistema que empuja a los empresarios a actuar de esta manera. Pero en una sociedad libre, el empresario es el que se adelanta hacia el futuro con m¨¢s rapidez que sus colegas, advirtiendo las necesidades pr¨®ximas y, pagando sus impuestos y creando trabajo, facilita el progreso de la sociedad. Ese cambio de mentalidad respecto al empresario es una de las cosas m¨¢s dif¨ªciles en los pa¨ªses devastados por el populismo. Pero ello ocurrir¨¢ de manera irremediable en las sociedades que se ¡°abren¡± del confinamiento econ¨®mico a la libertad.
¡°Abrirse al mundo¡± no es s¨®lo desarrollar las empresas privadas dentro de los l¨ªmites nacionales: es abrirse a todos los mercados del planeta procurando establecer, desde el principio, lugares donde es posible vender con ventaja los productos nacionales y adquirir de la manera m¨¢s conveniente los que hacen falta en el propio lugar, es decir, desarrollando la econom¨ªa, aprovechando las caracter¨ªsticas mundiales que suelen tener hoy en d¨ªa los mercados, a diferencia del pasado, donde se hallaban limitados por los prejuicios de la ¨¦poca. Con estas medidas b¨¢sicas, un pa¨ªs deber¨ªa ya atraer inversiones extranjeras.
Existe una enorme masa de d¨®lares que andan escrutando el mundo con intenciones de invertir. Pero no lo hacen en cualquier parte, por supuesto. La frase: ¡°No hay nada m¨¢s cobarde que un mill¨®n de d¨®lares¡± expresa una verdad. Aquellos d¨®lares buscan seguridad, el apoyo de instituciones internacionales, antes de arriesgarse. Por eso, los pa¨ªses subdesarrollados o en v¨ªas de desarrollo deben proponer inversiones atractivas y, sobre todo, absolutamente seguras, si quieren atraer de veras capitales.
Esta apertura al mundo corre el riesgo de establecer en el pa¨ªs pobre unos ingresos desproporcionados, con lo que algunos sectores avanzan muy lentamente y otros velozmente. De ah¨ª las enormes diferencias que, en Chile por ejemplo, provocaron aquellos estallidos de la clase proletaria y exproletaria, que iba en busca de la clase media y que no pod¨ªa soportar aquella diferenciaci¨®n en el ingreso.
Para evitar aquellas diferencias el liberalismo, el motor de la democracia, invent¨® la ¡°igualdad de oportunidades¡±, una de las esencias del progreso que ha impreso a la democracia sus ingredientes de mayor justicia social en el mismo proceso de ir saliendo de la pobreza. En el campo de la educaci¨®n, por ejemplo. No es justo que seg¨²n los sectores sociales a que pertenecen lleguen las personas al reparto de los beneficios. Quienes han sido educados, como ocurre en los sectores menos privilegiados, en escuelitas miserables, con escasos maestros, sin aparatos t¨¦cnicos ni bibliotecas, est¨¢n condenados a tener los peores trabajos y en cambio los j¨®venes de clases privilegiadas, que pueden pagarse un buen colegio, tienen acceso a oficios y profesiones que los impulsan a tener los mejores salarios y constituir la ¨¦lite de la sociedad. Un pa¨ªs que busca la justicia en la libertad debe gastar sumas importantes en crear una educaci¨®n p¨²blica de muy alto nivel, pagando y preparando a los mejores maestros y constituyendo colegios y escuelas que puedan competir con las privadas y superarlas. Muchas personas pensar¨¢n que se trata de un ideal imposible. No es verdad. Francia tuvo una educaci¨®n p¨²blica de alt¨ªsimo nivel que llev¨® a l¨ªderes obreros a puestos principales. Y para mencionar a un pa¨ªs ¡°subdesarrollado¡±, que entonces no lo parec¨ªa, la Argentina de principios de siglo pasado tuvo un sistema de educaci¨®n p¨²blica que el mundo entero miraba con envidia y admiraci¨®n.
La igualdad de oportunidades puede funcionar perfectamente en aquel per¨ªodo de apertura, si no queremos que las distorsiones y desigualdades estropeen el proceso de liberaci¨®n que emprende un pa¨ªs que quiere salir de la pobreza. Puede aplicarse en distintas ¨¢reas sociales y no s¨®lo en la educaci¨®n, pero es en este campo en el que es preciso apuntalar los cambios, pues es en esta esfera donde se hace sentir m¨¢s el privilegio que dan los altos ingresos y las diferencias intelectuales entre los distintos sectores sociales. Un pa¨ªs que se ¡°abre¡± al mundo y hacia s¨ª mismo debe gastar grandes sumas sobre todo en el campo de la educaci¨®n, en el que todos los gastos deber¨ªan estar permitidos, dentro de lo posible, para corregir la lacra de la desigualdad.
De m¨¢s est¨¢ decir que la apertura de un pa¨ªs, tanto en el campo interior como en lo exterior, es m¨¢s dif¨ªcil y el pa¨ªs est¨¢ expuesto a tener crisis, conflictos y dramas sociales. Este tr¨¢nsito se puede acortar o alargar, de acuerdo a las condiciones del pa¨ªs y a la lentitud y rapidez con que se apliquen los cambios. Estos no deber¨ªan ser tan r¨¢pidos que el pa¨ªs no pueda aguantarlos ni tan lentos que den la impresi¨®n de que nada cambia. Pero no es posible dictar una f¨®rmula v¨¢lida respecto a la velocidad de los cambios. Todo depende de los dirigentes y el grado de entusiasmo con que el grueso de la poblaci¨®n acepta estas reformas.
Lo importante es tener en cuenta a d¨®nde se quiere llegar. Un pa¨ªs que se ¡°abre¡± tanto en el interior como en el exterior y quiere alcanzar el bienestar y la verdadera justicia social puede soportar las dificultades que ofrece ese tr¨¢nsito. Y saber que los ¨²nicos pa¨ªses que han prosperado la han obtenido de este modo.
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