Paz vs. Votos
Si elegimos a un nuevo presidente que evite en su campa?a hablar de paz y de c¨®mo la va a garantizar, estaremos condenados a la peor guerra
En un pa¨ªs de conflictos no resueltos, de l¨ªderes asesinados, la paz no emociona. O mejor en las palabras certeras del presidente de la Comisi¨®n de la Verdad, padre Francisco de Roux: ¡°En la campa?a pol¨ªtica es pol¨ªticamente incorrecto hablar de paz, los candidatos no la mencionan porque la paz no da votos¡±.
Si esa, que deber¨ªa sonar a amarga sentencia, no hace llorar de dolor a los ciudadanos de Colombia, digo yo entonces que tenemos un profundo problema ¨¦tico como sociedad, y si elegimos a un nuevo presidente que evite en su campa?a hablar de paz y de c¨®mo la va a garantizar, estaremos condenados a la peor guerra, como la que se cocina a fuego lento y balas r¨¢pidas en tantos territorios de Colombia. Es ahora, por lo tanto, que empieza a medirse la valent¨ªa de qui¨¦nes aspiran a gobernar y por ahora no la han mostrado.
A los cinco a?os de la firma del acuerdo de paz con las FARC, es cierto que el discurso pol¨ªtico sobre la paz no mueve masas. Habr¨ªa que preguntarse, es que acaso ya honramos a las v¨ªctimas de un conflicto de cinco d¨¦cadas, si es que ya la presencia en los territorios para arrebatarle a las bandas criminales su renta por la v¨ªa del narcotr¨¢fico est¨¢ garantizada, si es que ya no caen asesinados los l¨ªderes sociales, si es que ya le fueron tituladas las tierras a todos a quienes les fue quitada, si es que ya sustituimos los cultivos il¨ªcitos y formalizados a los mineros ilegales, si es que ya la justicia transicional logr¨® sancionar a los responsables de los vej¨¢menes de la guerra. La respuesta es no.
Hemos avanzado. Ese acuerdo firmado con la entonces guerrilla de las FARC garantiz¨® que m¨¢s de 13.000 hombres hayan dejado las armas y honrado su palabra, que los municipios priorizados para las inversiones en desarrollo recibieran los recursos necesarios, que cientos de v¨ªctimas hayan recibido de sus victimarios una verdad a¨²n incompleta, que la institucionalidad creada para un posconflicto inevitablemente complejo ha arrojado frutos que recogemos cada d¨ªa, al punto que finalizada esa parte de la guerra, la sociedad empez¨® a verse en el espejo de otras noticias sobre su destino, las de los derechos, las de violencia de g¨¦nero, las de las pensiones. Pero es insuficiente. Tan insuficiente que territorios completos est¨¢n cooptados por la criminalidad en los mismos e hist¨®ricos sitios donde las fronteras de lo urbano desaparecen y el Estado no entra a las trochas que ni siquiera logra asfaltar.
?Siendo as¨ª, por qu¨¦ son tan vanas las posiciones de los candidatos? ?Indolencia? ?O estrategia pol¨ªtica? A hoy, un repaso por sus anuncios a prop¨®sito del lustro del acuerdo que mantiene polarizado a un sector de la opini¨®n en Colombia es bastante pobre. En la izquierda Gustavo Petro insiste en la reforma agraria y evita adentrarse al punto del desarrollo rural como ruta establecida para el cumplimiento de los acuerdos, profundiza la lucha de clases y se desconoce si fuera partidario de un di¨¢logo con la guerrilla del ELN. M¨¢s al centro en la que se hace llamar la Coalici¨®n de la esperanza Sergio Fajardo se declara un partidario de respetar y profundizar los acuerdos, del di¨¢logo como herramienta de convivencia, sin una respuesta al c¨®mo. Juan Manuel Gal¨¢n desde el Nuevo liberalismo critica al gobierno por su fracasada lucha contra las drogas para introducir su apuesta por la legalizaci¨®n.
Alejandro Gaviria sin lugar a¨²n en ninguna coalici¨®n, luego de la ruptura abrupta con el Partido Liberal, valida sin cortapisas el acuerdo y sus bondades sobre las muertes evitadas y advierte sobre un tercer ciclo de violencia en los territorios. Habla de la receta de voluntad pol¨ªtica y financiamiento, inteligencia, rastreo de dinero y di¨¢logo tambi¨¦n.
M¨¢s a la derecha en una coalici¨®n que acaba de cambiar el nombre pasando de los de la Experiencia a Colombia, aparece Federico Guti¨¦rrez, cr¨ªtico de los acuerdos en los puntos que lo unen a los candidatos m¨¢s derechistas: justicia y pol¨ªtica. Bien lo explica la doctora en ciencias pol¨ªticas M¨®nica Pach¨®n: casi todos reconocen la importancia de los aspectos de la inversi¨®n en el campo, el desarrollo rural, la reparaci¨®n de las v¨ªctimas, pero la narrativa de la impunidad como premio a los guerreros y su participaci¨®n en pol¨ªtica garantizada siguen siendo las razones del desacuerdo.
Lo grave de este escenario es el expresado desde el Centro Democr¨¢tico por Oscar Iv¨¢n Zuluaga recientemente elegido v¨ªa una encuesta. D¨¦j¨¤ vu. Anuncia cumplimiento de los acuerdos para los que han cumplido, y como para ¨¦l nadie ha cumplido, entonces revisar¨¢ el tribunal de justicia transicional, le har¨¢ ajustes a la sala de juzgamiento de militares y ajustar¨¢ el proceso de implementaci¨®n a las realidades fiscales del pa¨ªs.
Sensatos en su lectura Juan Carlos Echeverri y Enrique Pe?alosa con un enfoque en una paz efectiva, en inversiones para la vida y sin saberse nada todav¨ªa de la posici¨®n del m¨¢s reciente jugador Alejandro Char. Queda el ahora llamado fen¨®meno pol¨ªtico o medi¨¢tico Rodolfo Hern¨¢ndez, quien previo reconocimiento de su desconocimiento, plantea hacerle un otros¨ª al acuerdo de paz con las FARC para incluir al ELN, como si lo que ocurre con esta guerrilla y su accionar transversal con la delincuencia organizada no estuviera sembrando nuevamente de minas los campos colombianos.
A mi s¨ª me emociona la paz. Y a los candidatos deber¨ªa empezar a importarles que los ciudadanos a los que aspiran a gobernar no solo les emocione, sino que se comprometan como dice el padre de Roux a tener la grandeza, de caminar todos hacia el mismo lado. Pero para eso se necesita un liderazgo.
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