Un candidato del odio en Francia
El caso Zemmour no es casual ni superficial. Es una corriente de fondo que puede deteriorar gravemente el pa¨ªs, en un momento en que la construcci¨®n europea atraviesa tambi¨¦n una crisis profunda
In memoriam de Almudena Grandes
Se llama ?ric Zemmour, oriundo de Argelia y encarna en una sola persona el racismo anti-musulm¨¢n, el antisemitismo y el antieurope¨ªsmo m¨¢s rancio. Lo inquietante es que act¨²a como un nuevo misil de la extrema derecha francesa, respaldado por potentes fuerzas financieras due?as de medios de comunicaci¨®n. De polemista en la tradici¨®n fascista de los a?os treinta, un oficio que viene ejerciendo c¨®modamente en el peri¨®dico Le Figaro, ha saltado a la pol¨ªtica f¨¢cil, con una sola obsesi¨®n: el odio contra los inmigrantes musulmanes. Muchos lo atribu¨ªan a un asunto patol¨®gico no resuelto, pero la realidad es que, tras un a?o de precampa?a electoral y apoyo medi¨¢tico, Zemmour ha sido capaz de reunir, en torno a su nombre, muchas voces, perturbando el escenario pol¨ªtico.
Desde la derecha tradicional, ya consolidada en discursos de xenofobia, a ciertas figuras de la intelectualidad de izquierda que han migrado del cosmopolitismo pol¨ªtico al nacionalismo radicalmente antieuropeo (es la moda ahora en Par¨ªs), la ret¨®rica de este polemista profesional est¨¢ aglutinando una peligrosa constelaci¨®n de fuerzas. El mero hecho de ser elevado a candidato para las pr¨®ximas elecciones presidenciales de 2022 da idea del profundo malestar social, pol¨ªtico e intelectual franc¨¦s. Una crisis que no parece tocar fondo, y que, posiblemente, concluir¨¢ en una explosi¨®n dram¨¢tica de esas a las que Francia est¨¢ habituada.
El m¨¦todo Zemmour es simple: act¨²a como Her¨®strato, dispuesto ahora a quemar el Eliseo mientras se hable de ¨¦l. Sus discursos son radicalmente disruptivos: insulta, miente, no teme a la justicia (suma ya dos condenas por incitaci¨®n al odio racista), ataca violentamente a los periodistas y a todos sus adversarios pol¨ªticos. Para este personaje no importa la verdad, ni el respeto en el debate pol¨ªtico, porque s¨®lo cuenta el hambre de audiencia medi¨¢tica, en un terreno ya abonado generosamente por las cadenas de televisi¨®n en estos ¨²ltimos a?os.
Zemmour es un producto derivado de la misma degeneraci¨®n de la vida pol¨ªtica, de la complicidad de las fuerzas conservadoras que a?oran, como un s¨ªmil, la ¨¦poca del colaboracionismo con los nazis, donde el orden, la patria y la familia en sentido endog¨¢mico prevalecen a golpes de violencia. Representa la Francia sociol¨®gicamente minoritaria pero medi¨¢ticamente potente, que tiembla ante la libre circulaci¨®n de las personas, la apertura cultural al otro, la diversidad, la igualdad de derechos y deberes, en otras palabras, que es incapaz de asumir democr¨¢ticamente el mundo nuevo que se est¨¢ desplegando, con sus fuerzas y sus debilidades.
El caso Zemmour no es casual ni superficial. Es una corriente de fondo que puede deteriorar gravemente el pa¨ªs, en un momento en que la construcci¨®n europea atraviesa tambi¨¦n una crisis profunda. El racismo y el ultranacionalismo que destila puede hacer de Francia un laboratorio de experimentaci¨®n de proyectos neofascistas y servir del peor ejemplo para otros pa¨ªses. La derecha, que ha sido complaciente con ¨¦l, mide ahora el peligro; nunca es tarde para entender que el odio contra los seres humanos es tambi¨¦n una semilla criminal.
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