Somos ciudadanos, no usuarios
Necesitamos una coalici¨®n de democracias que establezca un marco de gobernanza en internet frente a las amenazas de Rusia y China y la arbitrariedad opaca de los gigantes tecnol¨®gicos que controlan la red
¡°La democracia no ocurre por accidente. Tenemos que defenderla, luchar por ella, fortalecerla, renovarla¡±. Es lema de la Cumbre por la Democracia (Summit for Democracy) convocada por el presidente estadounidense Joe Biden para estos 9 y 10 de diciembre.
?Qu¨¦ significa defender la democracia en el siglo XXI? Renovarla, ?c¨®mo? Gran parte de nuestra vida, de nuestro d¨ªa a d¨ªa, transcurre online, aunque lo tenemos tan naturalizado que a menudo no somos conscientes. Pocas parcelas est¨¢n desconectadas de la red. En los espacios digitales se profundiza en nuestros miedos, divisiones y brechas. En su seno se refuerzan la desinformaci¨®n, la fragmentaci¨®n y la polarizaci¨®n social que dificultan el entendimiento mutuo, el acuerdo y la convivencia. Por eso es imperativo hablar de democracia en internet, hasta ahora un salvaje Oeste carente de gobierno.
Biden ha llamado a los gobiernos democr¨¢ticos, a la sociedad civil y al sector privado a encontrarse online ¡°para establecer una agenda afirmativa para la renovaci¨®n democr¨¢tica¡±. Ha definido tres temas clave: defenderse contra el autoritarismo, abordar y combatir la corrupci¨®n y promover el respeto por los derechos humanos.
Parecen temas que a priori cualquier persona en el mundo occidental defender¨ªa, pero hay muchos matices. El diablo est¨¢ en los detalles. Sin hacer de menos al problema de la corrupci¨®n, me centrar¨¦ en los otros dos grandes asuntos. Primero, en el respeto a los derechos humanos, que es algo que damos por sentado. Sin embargo, permitimos ¡ªo asumimos¡ª que nuestros derechos fundamentales se violen a diario y de forma sistem¨¢tica en internet y en los entornos digitales.
Censura, represi¨®n, explotaci¨®n de nuestra intimidad, precarizaci¨®n digital del trabajo, acoso, abuso de menores y ciberatracos se suman a la dificultad de una vida libre de adicciones (a estar conectados, al m¨®vil, a las redes sociales¡) y la discriminaci¨®n derivada de la mediaci¨®n inform¨¢tica de pr¨¢cticamente todo: desde encontrar trabajo, pedir ayudas y subvenciones o conseguir un cr¨¦dito hasta actividades m¨¢s o menos banales.
La defensa contra el autoritarismo es tambi¨¦n esencial. En el mundo digital, ese autoritarismo lo ejercen los titanes tecnol¨®gicos. Corporaciones m¨¢s grandes y poderosas que muchos pa¨ªses dictan las reglas del juego online sin escrutinio p¨²blico ni rendici¨®n de cuentas. Deciden qu¨¦ aparece en cada b¨²squeda, qu¨¦ es tendencia; qu¨¦ se olvida y qu¨¦ se recuerda; qu¨¦ escuchamos, qu¨¦ vemos y qu¨¦ leemos.
Deciden tambi¨¦n qui¨¦n participa en la esfera p¨²blica: una versi¨®n digital de la plaza del pueblo que es clave para el discurso p¨²blico y pol¨ªtico, y donde hoy vale todo. Se legitiman en ella contenidos con aspecto informativo que son falsos; que est¨¢n dise?ados para confundir y da?ar la confianza en las instituciones democr¨¢ticas. Se pervierten las herramientas de producci¨®n de conocimiento. Se explotan los vac¨ªos de datos y el funcionamiento de las plataformas digitales para posicionar en lo m¨¢s alto de las b¨²squedas contenidos extremos o sesgados.
Como resultado, es m¨¢s f¨¢cil acceder a la conspiranoia y a la desinformaci¨®n que a hechos emp¨ªricos. Tambi¨¦n es m¨¢s f¨¢cil permanecer en nuestra propia burbuja o c¨¢mara de eco. Al mismo tiempo, nos exponemos involuntariamente a contenido m¨¢s opuesto a nuestras opiniones, m¨¢s polarizado, lo que refuerza nuestra percepci¨®n y acaba radicaliz¨¢ndola. Esto impide que accedamos a visiones plurales. Fragmenta el acceso al conocimiento y dificulta la comprensi¨®n. Socava la confianza, el di¨¢logo informado y la conformaci¨®n de un sentido compartido de la realidad.
Las consecuencias del autoritarismo online no acaban aqu¨ª. A nivel geopol¨ªtico chocan cada vez m¨¢s fuerte las visiones enfrentadas. Hace tiempo que China construy¨® su Gran Muralla digital, y est¨¢ atrayendo a su ¨®rbita a otros pa¨ªses a quienes ¡°ayuda¡± a construir su infraestructura digital, en el marco del proyecto de la Ruta de la Seda digital. Rusia est¨¢ haciendo pruebas de desconexi¨®n de la internet global para funcionar con su propia red. Se habla, con mayor o menor acierto, de la Guerra Fr¨ªa digital, y de las ciberguerras que ya se est¨¢n librando online. ?Y si estos pa¨ªses terminasen marcando las reglas de juego?
Contra esa visi¨®n necesitamos una coalici¨®n de democracias cuyos valores compartidos sean los suficientes y lo suficientemente fuertes como para que sea posible un cambio real. A esto lo llamo la Alianza Democr¨¢tica por la Gobernanza Digital. Y hago una llamada expl¨ªcita a la historia: uno de los desaf¨ªos fundacionales de la Alianza de Naciones despu¨¦s de la I Guerra Mundial fue que Estados Unidos no se uniera. Esta vez, EE UU y la Uni¨®n Europea deben ser los promotores de este esfuerzo.
Es el momento de crear ese frente democr¨¢tico com¨²n que establezca un marco general de gobernanza de internet. Que neutralice los efectos negativos de la revoluci¨®n digital frente a la amenaza de un presente online antidemocr¨¢tico. Que dise?e y ponga en marcha nuevas instituciones, leyes y procesos. Que deje de relegar a las personas y a la sociedad a meros consumidores online, a meros n¨²meros. Que nos devuelva el estatus de ciudadanos frente a la etiqueta de ¡°usuarios¡±.
Como con la Revoluci¨®n Industrial, hemos llegado a un punto que resulta insostenible. Defender, fortalecer y renovar la democracia pasa hoy por la gobernanza digital. Por ella pasa tambi¨¦n evitar que sigamos reproduciendo las miserias humanas en el metaverso. S¨ª, necesitamos una entidad supranacional para hacerlo, pero para llegar a ese punto lo que necesitamos primero es que la sociedad civil lo exija.
Seg¨²n la regla del 3,5%, solo se necesita que ese porcentaje de poblaci¨®n se movilice activamente para garantizar un cambio pol¨ªtico serio. Alcemos la voz y dig¨¢moslo alto y claro: ¡°Somos ciudadanos, no usuarios¡±. Exijamos que Biden y los l¨ªderes mundiales pongan su mirada en garantizar el desarrollo democr¨¢tico del presente y el futuro digital, y una prosperidad compartida. As¨ª pas¨® con la Revoluci¨®n Industrial, y as¨ª debe suceder con la Revoluci¨®n Digital. Estamos a tiempo.
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