Pol¨ªticamente catastr¨®fico
La principal amenaza para el Estado del 78 es la naturalizaci¨®n de la alianza de la extrema derecha con el PP
El mismo d¨ªa que Pablo Casado y Anne Applebaum dialogaban en un acto titulado Creemos un futuro en libertad, Isabel D¨ªaz Ayuso cerraba un acuerdo con Vox para aprobar los presupuestos. Dos d¨ªas despu¨¦s de que la autora de El ocaso de la democracia argumentase que los partidos del centroderecha deben implicarse en la deslegitimaci¨®n de la extrema derecha 2.0, y la manera socialmente m¨¢s ¨²til de hacerlo es acompa?ando a aquella parte de la ciudadan¨ªa que siente que los valores de una nueva sociedad est¨¢n desplazando su forma de estar en el mundo, el grupo de Roc¨ªo Monasterio en la Asamblea de Madrid activaba los tr¨¢mites para intentar derogar las leyes LGTBI y la presidenta regional se mostraba dispuesta a modificarlas. Mientras en ese di¨¢logo Casado explicaba que ¡°los populistas entran en las instituciones como un gusano en la nuez, por fuera no se ve, como mucho puede pesar menos al cabo del tiempo, pero una vez que se han infiltrado en las instituciones por m¨¦todos inicialmente democr¨¢ticos, vac¨ªan toda la institucionalidad y empiezan atacando el parlamento¡±, PP y Vox acordaban vetar las 3.711 ideas para los Presupuestos presentadas por los grupos de la oposici¨®n de izquierdas sin tan siquiera haberlas le¨ªdo.
En esta contradicci¨®n est¨¢ atrapado Pablo Casado, y como evidenciaron sus intervenciones durante aquel debate sobre el esp¨ªritu de nuestro tiempo, lo sabe. Si Applebaum subrayaba la din¨¢mica iliberal de una parte de la derecha occidental y la necesidad de difuminar las batallas culturales para no dividir las sociedades, el pol¨ªtico popular, inc¨®modo ante ese espejo, evitaba contemplar su espacio tradicional para centrar su mirada una y otra vez en el populismo de izquierdas. No era improvisado. Casado es consciente de esa contradicci¨®n, pero cada vez lo tiene m¨¢s dif¨ªcil para resolverla porque su fr¨¢gil liderazgo, para empezar, est¨¢ sobre todo cuestionado desde dentro. Desde su partido y desde muchas de sus terminales medi¨¢ticas. Y lo pol¨ªticamente catastr¨®fico, indeseable para la calidad de la democracia espa?ola, es que sobre esa deslegitimaci¨®n interna se va naturalizando no una alternativa centrista que apuntale la institucionalidad, sino todo lo contrario. Asistimos a la creciente influencia de Vox en las instituciones a trav¨¦s de los acuerdos que est¨¢ suscribiendo con el PP.
Como explicaba el jueves Juan Jos¨¦ Mateo en un art¨ªculo importante, la Asamblea de Madrid hoy act¨²a como el laboratorio de la alianza de PP y Vox. Otro ejemplo significativo, tambi¨¦n reciente: la aprobaci¨®n de una nueva rebaja de medio punto en todos los tramos del IRPF. Esta medida, que era el punto estelar de la exitosa candidatura de D¨ªaz Ayuso, se acaba de aprobar tambi¨¦n gracias a Vox. La discusi¨®n que planteo el caso no es relevante solo por el modelo de sociedad y de pa¨ªs que postula. No destaco que la medida fuese oficialmente publicitada con una comparaci¨®n con otras comunidades aut¨®nomas: un madrile?o pagar¨¢ 476 euros menos que un aragon¨¦s, 466 que un catal¨¢n¡ Tampoco subrayo ahora que esa p¨¦rdida de ingresos p¨²blicos impida revertir socavones del Estado del bienestar en Madrid: solo Turqu¨ªa segrega m¨¢s al alumnado pobre, muy lejos est¨¢n las cifras de m¨¦dicos en la asistencia primaria con respecto a la media nacional. El caso revela un problema de m¨¦todo y tiene que ver con la f¨¢bula del gusano y la nuez, y el Parlamento. Porque el tr¨¢mite de aprobaci¨®n de la rebaja reincid¨ªa en una pr¨¢ctica iliberal utilizada ya, una r¨¦plica del m¨¦todo del 6 de septiembre catal¨¢n: una tramitaci¨®n de la ley por el procedimiento de lectura ¨²nica para acortar plazos, la eliminaci¨®n del debate previo en comisi¨®n y de la posibilidad de presentar enmiendas por parte de los grupos.
La principal amenaza para el Estado del 78 es la naturalizaci¨®n de la alianza de la extrema derecha con el PP, pero la intelectualidad jacobina no la problematiza. La valida al interpretar Espa?a con la plantilla nacionalista que cuaj¨® contra el 2017 catal¨¢n. Ya no sirve. O solo sirve, como desnuda Applebaum, para la traici¨®n de los intelectuales.
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