Quedarse traspuesto
La neurociencia da la raz¨®n a Dal¨ª. La frontera entre la vigilia y el sue?o estimula la creatividad
Es tu ruina si est¨¢s en una reuni¨®n de presupuestos, en las bancadas del Congreso o atendiendo a una irrepetible conferencia del preclaro. Quedarse traspuesto. Mira el pollo este, dir¨¢ la gente, que le pagamos por estar ah¨ª y va y se duerme como un ceporro, menudo inter¨¦s que le echa al tema, seguro que ayer tuvo una noche movidita, el t¨ªo. No hagas ni caso. La neurociencia ha mostrado que dar un cabezazo ¡ªuno m¨ªnimo, casi sin llegar a dormirte propiamente¡ª mejora tu creatividad. No me refiero solo a que, visto el inter¨¦s que tienen la mayor¨ªa de las reuniones de trabajo, el mero hecho de quedarte traspuesto indica que tienes una inteligencia despierta, una que no est¨¢ por la labor de prestar atenci¨®n a tanta espesura. No me refiero a eso. Me refiero a que dar un leve cabezazo mejora tu cerebro. Lo hace m¨¢s creativo, literalmente.
Christopher Intagliata pone un ejemplo muy expl¨ªcito en Scientific American, el de Salvador Dal¨ª (podcast aqu¨ª), que escribi¨® en su libro de 1948 50 secretos m¨¢gicos para pintar una de sus recetas del ¨¦xito: ¡°Debes sentarte en un sill¨®n delgado, preferiblemente de estilo espa?ol¡±. Bueno, y saben c¨®mo era Dal¨ª, que nadie se lo tome al pie de la letra. La idea era echarse una siesta despu¨¦s de comer, pero interponi¨¦ndole todo tipo de obst¨¢culos. El pintor cog¨ªa una llave pesada con la zurda y pon¨ªa debajo un plato. ¡°Solo tienes que dejarte invadir progresivamente por un sentido del sereno sue?o vespertino, como la gota espiritual del anisete de tu alma creciendo en el cubo de az¨²car de tu cuerpo¡±. Eso es bueno, Salva, c¨®mo sois los surrealistas. Total, que en el mismo momento en que te quedas traspuesto, la llave se cae al plato y te devuelve al mundo real donde los cuerpos no est¨¢n hechos de az¨²car ni las almas de an¨ªs. Justo ah¨ª, en esa experiencia neuronal fronteriza, es cuando la creatividad salta, seg¨²n el maestro.
La investigadora del sue?o Delphine Oudiette y sus colegas del Instituto del Cerebro de Par¨ªs acaban de darle la raz¨®n. Ya saben c¨®mo son los cient¨ªficos cognitivos. Reclutan un centenar de voluntarios y les ponen, por ejemplo, a resolver unos problemas de matem¨¢ticas de esos bien fastidiados, pero resolubles en dos patadas si encuentras un atajo creativo. Oudiette y sus colegas dividieron su muestra de voluntarios en los que no se echaron la siesta, los que echaron una siesta larga y los que siguieron el m¨¦todo de Dal¨ª del cabezazo. Los ¨²ltimos encontraron el atajo creativo el triple de veces que los primeros. Nadie us¨® un sill¨®n de estilo espa?ol.
No puedo evitar acordarme de Kekul¨¦, que estaba desesperado por encajar el benceno en su modelo del mundo qu¨ªmico, formado por ristras de ¨¢tomos de carbono. El benceno tambi¨¦n era una ristra de carbonos, pero le faltaban dos hidr¨®genos. Justo al dar un cabezazo junto a la chimenea de su casa imagin¨® una serpiente que se mord¨ªa la cola. Esa era la soluci¨®n. El benceno no era una mol¨¦cula lineal, sino circular, y los dos hidr¨®genos de los extremos se hab¨ªan perdido al abrochar el collar. El contorno difuso entre la vigilia y el sue?o, entre la consciencia y la inconsciencia, enciende la creatividad. Ahora despierta.
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