Ni un capricho ni un invento espa?ol: la siesta es una necesidad desatendida
Este breve descanso mejora el rendimiento cognitivo de la tarde, afianza lo aprendido, baja la presi¨®n arterial y mejora la autoestima
Se acerca el mediod¨ªa, a veces ni siquiera has comido, y el intenso e inevitable sopor comienza a cerrarte los ojos. Los p¨¢rpados te pesan, apenas puedes leer la pantalla del ordenador y, si pudieras medirlo, sabr¨ªas que tu ritmo cardiaco se ralentiza. Es lo que se llama 'ganas de siesta', una sensaci¨®n que habitualmente se apodera de nosotros tras la comida y que puede hacernos sentir terriblemente culpables¡ ?Qui¨¦n va a dormirse un ratito con todo lo que hay que hacer y trabajar despu¨¦s de comer? Pero no deber¨ªamos sentirnos as¨ª, los beneficios de la siesta son incontables y, entre ellos, figura el de aumentar el rendimiento por la tarde.
El cuerpo humano es sabio y no pide dormir por capricho. Al menos, eso dicen los cient¨ªficos. Seg¨²n un estudio de la Universidad de Adelaida, en Australia,?publicado en 2010, las siestas pueden mejorar el rendimiento cognitivo. Una investigaci¨®n dirigida por el cardi¨®logo griego Manolis Kallistratos, presentada en el congreso de 2015 de la Sociedad Europea de Cardiolog¨ªa, tambi¨¦n describe beneficios para la presi¨®n arterial: los investigadores calcularon que las personas que se echan un sue?ecito tienen, de media, una tensi¨®n un 5% m¨¢s baja que quienes no la hacen.
La memoria tambi¨¦n se ve claramente beneficiada entre las personas que se dejan llevar por el sopor, seg¨²n una investigaci¨®n de Universidad de Saarland, en Alemania, en la que los investigadores se centraron en el papel del hipocampo. Por su parte, la Fundaci¨®n Nacional para el Sue?o de EE UU afirma que "pueden restaurar el estado de alerta, mejorar el rendimiento y reducir los errores y accidentes".
Javier Puertas, vicepresidente de la Sociedad Espa?ola de Sue?o (SES) y jefe del servicio de Neurofisiolog¨ªa y Unidad de Sue?o del Hospital de La Ribera, en Valencia, asegura que esta costumbre ancestral produce una mejora en la capacidad de concentraci¨®n. Y Mercedes Bermejo, directora de la Escuela Europea de Psicolog¨ªa y Educaci¨®n, se refiere a un aumento de la inteligencia emocional. "Nuestra actividad cerebral, nuestro estado de ¨¢nimo y autoestima tambi¨¦n se ver¨¢n beneficiados", dice. Con todo, no hay valor para echarse la siesta en el escritorio antes de acometer los trabajos de la tarde. Recargar las pilas ya no es lo que era.
No m¨¢s de 30 minutos, a no ser que trabajes de noche
Pero, ?por qu¨¦ nos entran esas ganas de dormir casi imposibles de contener? Eduard Estivill, director de la Cl¨ªnica del Sue?o, explica que "el reloj biol¨®gico ¡ªque est¨¢ formado por un grupo de c¨¦lulas cerebrales¡ª est¨¢ programado para que caigamos rendidos entre las 22 y las 24 horas, y que nos levantemos entre las 7.00 y las 9.00. Pero se ha descubierto que, ocho horas despu¨¦s de la hora de levantarnos, el cerebro tiene una peque?a necesidad de sue?o". Estivill asegura que hacer caso al cuerpo y dormir un poco puede ¡°aumentar nuestro rendimiento por la tarde entre un 10 y un 12%, y no solo el intelectual sino tambi¨¦n el f¨ªsico¡±.
Pero no sigas el ejemplo del escritor Camilo Jos¨¦ Cela, quien, seg¨²n dec¨ªa, se echaba la siesta "con pijama y orinal". Todos los expertos, y los estudios antes mencionados lo corroboran, advierten que no debe durar m¨¢s de 30 minutos. "Tiene que ser corta, lo que llamamos sue?o superficial, que es la primera fase del sue?o y que suele durar entre 15 y 25 minutos. Si estamos durmiendo 45 minutos es probable que nuestro cerebro entre en la fase profunda del sue?o y es cuando nos levantamos con la cabeza espesa", explica Estivill.
Se refiere a esa sensaci¨®n tan desagradable de que uno no solo no ha dormido suficiente sino que est¨¢ a¨²n m¨¢s cansado que antes de cerrar los ojos -hay trucos para no levantarte de la siesta como un zombi-. Es lo que se conoce como inercia del sue?o, una sensaci¨®n de somnolencia y desorientaci¨®n que en absoluto te ayudar¨¢ a rendir como es debido por la tarde.
Las siestas largas tienen otra pega: pueden interferir en una buena higiene de sue?o. Es decir, provocan un retraso de la hora de irse a dormir. Por eso Estivill solo las considera "aconsejables cuando se trabaja por turnos, o por viajes. En ese caso se puede realizar una siesta de hora y media porque es lo que dura una fase completa de sue?o, que comprende el sue?o superficial, el profundo y el de tipo REM".
Es natural, no debes sentir verg¨¹enza
A estas alturas y con las cosas tan claras sobre lo bueno que es echar una cabezadita, es l¨®gico preguntarse por qu¨¦ ha tenido siempre tan mala fama. "Desde la perspectiva del puritanismo protestante anglosaj¨®n respecto al trabajo, se ha asociado a la pereza y a un h¨¢bito mediterr¨¢neo, de pa¨ªses poco productivos. Alejados de estos prejuicios, en muchas f¨¢bricas japonesas hace tiempo que se permite la siesta como una forma de mejorar el rendimiento", argumenta el vicepresidente de la SES, Javier Puertas.
Este cambio de imagen internacional tiene que ver, seg¨²n Puertas, con "que la ciencia ha demostrado que hay una explicaci¨®n fisiol¨®gica desde el punto de vista de los ritmos circadianos, de la fluctuaci¨®n de la somnolencia y la alerta a lo largo del d¨ªa. Una adecuada adaptaci¨®n de horarios y de periodos de descanso mejora el rendimiento y aumenta la seguridad". Eso s¨ª, las indicaciones no son las mismas para todas las personas en todo lo que respecta al sue?o. Por ejemplo, un experimento concluy¨® que los adolescentes rinden m¨¢s en las clases cuando se levantan un poco m¨¢s tarde por la ma?ana.
En todo caso, hasta tal punto se ha aceptado a idea de que la siesta es beneficiosa que no son pocas las grandes empresas que han acondicionado una sala para que sus empleados hagan una siesta. No hay que sentirse culpable por dejarse llevar por la sensaci¨®n de somnolencia del mediod¨ªa. Despu¨¦s de todo, personajes tan productivos como Winston Churchill, Albert Einstein y Margareth Thatcher eran grandes aficionados a la siesta, y no por su cercan¨ªa a la cultura espa?ola. "No es un invento de los latinos ni mucho menos de los espa?oles, es una necesidad del cuerpo", concluye Estivill.
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