Diagn¨®stico: culpable
El veredicto contra Elizabeth Holmes por el fraude de Theranos da confianza sobre la capacidad de la sociedad para controlar a Silicon Valley
Un tribunal de California declar¨® culpable el lunes a Elizabeth Holmes, fundadora de la empresa de an¨¢lisis m¨¦dicos Theranos, de cuatro cargos de fraude por considerar que enga?¨® a los inversores. Holmes promet¨ªa una tecnolog¨ªa que daba acceso a m¨²ltiples diagn¨®sticos con solo una gota de sangre con un aparatito personal. La idea habr¨ªa revolucionado la atenci¨®n m¨¦dica. En realidad, Theranos no ten¨ªa capacidad para hacer los an¨¢lisis que promet¨ªa, y adem¨¢s estos arrojaban datos err¨®neos en los diagn¨®sticos, lo que trastoc¨® las vidas de miles de personas. Holmes ocult¨® estos problemas a los inversores.
Entre 2013 y 2016, Theranos fue una de las empresas m¨¢s admiradas de Silicon Valley, y Holmes era el rostro de la visi¨®n empresarial milenial del mundo tecnol¨®gico. En esos a?os le llovieron los millones para su proyecto. La ¨¦lite de los negocios se vio fascinada por el perfil de Holmes y su capacidad de persuasi¨®n. Grandes nombres de la empresa y la pol¨ªtica invirtieron, y cada nombre fue arrastrando a otros hasta que Theranos lleg¨® a estar valorado en 9.000 millones de d¨®lares. La cadena de farmacias Walgreens decidi¨® vender el producto en sus estanter¨ªas. Afortunadamente, la empresa nunca lleg¨® a salir a Bolsa y el p¨²blico se libr¨® de ser absorbido por esa espiral. Aunque la culpa de un timo es del timador, una de las lecciones del caso es que no conviene invertir en algo solo por la ansiedad de no quedarse fuera de la pr¨®xima revoluci¨®n tecnol¨®gica. Inversores y socios con mucha experiencia hicieron dejaci¨®n de su responsabilidad. Theranos deber¨ªa quedar como sin¨®nimo de un comportamiento peligroso del capital riesgo.
Tambi¨¦n contribuy¨® la prensa, a veces tan dispuesta a dar por buenas historias de ¨¦xito empresarial. Quedan para el archivo las portadas de las mejores revistas de negocios del mundo alabando a Holmes. La mascarada comenz¨® a resquebrajarse en octubre de 2015 tras una investigaci¨®n de The Wall Street Journal, propiedad de Rupert Murdoch, que ten¨ªa personalmente 125 millones de d¨®lares invertidos en Theranos.
Con la condena a Holmes, las instituciones env¨ªan una se?al a un mundo, la burbuja de inversi¨®n e ideas de la industria tecnol¨®gica, donde el lema ¡°mu¨¦vete r¨¢pido y rompe cosas¡± no puede ser siempre la norma. Holmes, de 37 a?os, puede pasar hasta 20 a?os en la c¨¢rcel. Las leyes son lentas y torpes ante la audacia arrogante de Silicon Valley. No saben a¨²n qu¨¦ hacer con las redes sociales ni con el uso de datos personales, ni siquiera con los patinetes que aparecieron de pronto un d¨ªa en las calles. El caso de Theranos puede servir para devolver la confianza en la capacidad de la sociedad de actuar ante los excesos de la peque?a ¨¦lite californiana, al menos cuando se enga?an entre ellos.
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