Pol¨ªticas de la biograf¨ªa
Lo importante es lo que podemos aprender de una vida espec¨ªfica. De qu¨¦ posibilidades de ser y actuar nos habla. No tanto qui¨¦n es sino c¨®mo se forja y expresa su mirada sobre el mundo
¡°La biograf¨ªa es el peor de los g¨¦neros hist¨®ricos. En s¨ª misma es perfectamente contraria al enfoque del historiador al no coincidir el tiempo hist¨®rico con el tiempo biol¨®gico y resultar imposible que la trayectoria de un solo individuo pueda ser significativa (¡) Contribuir a su ca¨ªda es el deber de todo historiador serio¡±. La contundente y malhumorada frase es de Philippe Arti¨¨res (no por casualidad franc¨¦s), pero otras por el estilo, m¨¢s o menos suavizadas o disfrazadas en su enunciaci¨®n, pueden encontrarse hasta hoy mismo.
La ¨²ltima que he le¨ªdo ha sido la del escritor Martin Amis (no por casualidad brit¨¢nico) en este peri¨®dico hace unos d¨ªas: ¡°Las biograf¨ªas, salvo algunas excepciones, son una tarea intelectual media o media-baja. Ese g¨¦nero est¨¢ lleno inevitablemente de vulgaridad y banalidad (¡) el bi¨®grafo empieza a sentirse relegado despu¨¦s de pasar un a?o o dos (¡) ?Qu¨¦ pasa conmigo? ?No soy yo interesante? Entonces empieza a volverse contra el sujeto del libro. Est¨¢n resentidos por toda esa atenci¨®n que ellos mismos est¨¢n depositando¡±. A modo de prevenci¨®n ante alg¨²n bi¨®grafo que le dedique uno o dos resentidos a?os de su vida, Martin Amis ha decidido escribir su propia biograf¨ªa novelada, un ejercicio de autoficci¨®n a ratos decepcionante en su visible esfuerzo por evitar la vulgaridad.
Como historiadora que ha empleado bastante m¨¢s de dos a?os de su poco interesante vida en la reina Isabel II de Espa?a y en la escritora Emilia Pardo Baz¨¢n (tambi¨¦n muy de Espa?a), y que nunca se ha implicado personalmente tanto para sentirse resentida con ellas, creo que las cr¨ªticas a la biograf¨ªa no deben echarse en saco roto. La ambig¨¹edad metodol¨®gica que la ha rodeado durante demasiado tiempo se ha visto favorecida por lo mismo que ha atra¨ªdo a tantos lectores: ese ¡°exorbitante poder de inteligibilidad¡± al que alud¨ªa hace d¨¦cadas Jean-Claude Passeron. La capacidad que tiene el relato de una trayectoria individual para comunicar de forma inmediata un significado aparente, una trama y una coherencia que refuerza elementos muy potentes de nuestro sentido com¨²n respecto a qu¨¦ es, o qu¨¦ debe ser una vida.
Quiz¨¢s por ello, al menos a los historiadores, nos conviene discutir el t¨¦rmino biograf¨ªa (que es tan impreciso como restrictivo al aludir a la existencia de un g¨¦nero con reglas espec¨ªficas) y explorar lo que Sabina Loriga ha denominado historia biogr¨¢fica. Una forma de tratar lo individual cuyo objetivo es plantear problemas hist¨®ricos sustanciales y abordarlos de una manera, siquiera sea parcialmente distinta, que produzca preguntas que no se hab¨ªan hecho antes o que se hab¨ªan banalizado y vulgarizado. No hay biograf¨ªa que interese sin uno o varios problemas hist¨®ricos (interesantes) que la orienten y la sostengan. Al mismo tiempo (y ah¨ª est¨¢ el gran reto) sin someter la singularidad de una vida individual a un relato que la trascienda y la anule. Hacerlo as¨ª suele ofrecer resultados sorprendentes y estimulantes. Tambi¨¦n muy pol¨ªticos. Para el pasado y para el presente.
Lo crucial a mi juicio es la necesidad imperiosa de acostumbrarnos a lidiar con lo que constituye la tensi¨®n constante, constitutiva, de la biograf¨ªa y de la historia. Un individuo no puede explicar completamente un grupo, una comunidad o una instituci¨®n y, viceversa, un grupo, una comunidad o una instituci¨®n no puede explicar completamente a un individuo. Hay una interdependencia, pero esta no es ni lineal ni univalente, ni fijada de una vez y para siempre. Por supuesto, atender a esto es m¨¢s f¨¢cil de decir te¨®ricamente que de lograr en la pr¨¢ctica. Sin embargo, el esfuerzo puede tener saludables efectos para recordarnos (a ser posible sin jerga innecesaria) el car¨¢cter interrogativo y abierto que el estudio de una trayectoria individual confiere a la Historia; la forma en que rescata la pluralidad del pasado y permite sondear las posibilidades y los l¨ªmites de acci¨®n de los hombres y las mujeres a trav¨¦s, precisamente, del an¨¢lisis cuidadoso de las condiciones en que pueden desarrollarse. La cuesti¨®n, por lo tanto, como advirti¨® en su momento Nick Salvatore, no es solo si el sujeto es representativo ¡ªsea lo que sea que esto quiera decir¡ª sino qu¨¦ es lo que podemos aprender de una vida espec¨ªfica. De qu¨¦ posibilidades de ser y actuar nos habla. No tanto qui¨¦n es sino c¨®mo se forja y expresa su mirada sobre el mundo.
Se trata de algo m¨¢s que desbordar una historia elitista centrada en los llamados ¡°grandes personajes¡±. Obliga a reflexionar sobre los mecanismos que rigen las exclusiones y las inclusiones; c¨®mo se construye nuestra noci¨®n de qu¨¦ es un ¡°gran personaje¡± y una ¡°persona corriente¡±, de qu¨¦ es lo normal y lo extraordinario. La cuesti¨®n, me temo, no se resuelve apelando a la idea cl¨¢sica de contexto. No hay nada (ah¨ª fuera y all¨ª atr¨¢s) que sea un marco coherente, un tel¨®n de fondo que permita comprender de forma clara y necesaria la trayectoria de un individuo, o incluso de un colectivo.
Lo que llamamos contextos supone varias interpelaciones de identidad, remite a algo activo y potencialmente m¨²ltiple, a c¨ªrculos tangentes que pueden cruzarse entre s¨ª e incluso entrar en conflicto de manera total o parcial. Por ello, cada individuo es siempre (aunque con mayor o menor complejidad seg¨²n los casos) un h¨ªbrido y una encrucijada de posibilidades de ser y de actuar. Cada ¨¦poca, adem¨¢s, contiene en s¨ª misma un conglomerado de tendencias y posibilidades temporales, frecuentemente en pugna. No existe por lo tanto algo que pueda ser asumido de forma natural como ¡°este individuo y su ¨¦poca o su tiempo¡±. No hay un contexto sino varios, no hay un tiempo sino varios tiempos. En cada individuo coexisten y/o discuten varias identidades potenciales, tanto sincr¨®nica como diacr¨®nicamente. De esta forma, la historia biogr¨¢fica apunta a un problema plenamente actual. Aquel que se?ala la posibilidad de no pertenecer, o no del todo; la extraterritorialidad como un horizonte de la vida humana. La resistencia a sucumbir o abrazar la irreversibilidad de pertenencias consideradas como esenciales e insuperables.
La met¨¢fora de dentro y fuera (que Martin Amis utiliza en el t¨ªtulo de su obra reciente) no es aqu¨ª irrelevante. M¨¢s all¨¢ del car¨¢cter construido de lo que denominamos privado (y p¨²blico), esa met¨¢fora tiene una fuerza poderos¨ªsima en la conciencia de s¨ª de las personas en contextos y tiempos hist¨®ricos particulares. Por ello, interesarse por lo privado, c¨®mo opera y para qu¨¦ nos sirve, est¨¢ muy lejos del sensacionalismo morboso que Joyce Carol Oates ha llamado patograf¨ªa. Hoy es crucial saber qu¨¦ efectos perversos tiene el borrado de esa frontera entre lo p¨²blico y lo privado, as¨ª como de la noci¨®n moderna (occidental, pero no solo) de individuo. Qu¨¦ consecuencias pol¨ªticas y ¨¦ticas tiene. En este escenario, cierta celebraci¨®n posmoderna y poscolonial del relativismo absoluto respecto a qu¨¦ nos hace humanos resulta, a mi juicio, cada vez m¨¢s perezosa intelectual, pol¨ªtica y ¨¦ticamente. No lo fue hace d¨¦cadas, pero hoy corre el riesgo de serlo.
La historia biogr¨¢fica deja de ser una tarea condenada a la vulgaridad y a la banalidad si se implica seriamente en ese debate. El reto es contribuir a despojar al pasado y al presente de la idea de pertenencia fatal y recordar ¡ªdesde mi punto de vista, celebrar¡ª el car¨¢cter h¨ªbrido, mestizo, de aquello que somos o creemos ser en un mundo que, so capa de disolverlas en el aire, est¨¢ enfermo de identidades fijas y excluyentes, obsesionado con ellas.
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