Sareb: herencia ruinosa
El fracaso estrepitoso del banco malo obligar¨¢ al Tesoro a asumir parte de su deuda
La iniciativa de crear en 2012 el llamado banco malo, es decir, la Sociedad de Gesti¨®n de Activos Procedentes de la Reestructuraci¨®n Bancaria (Sareb), corri¨® a cargo del ministro de Econom¨ªa Luis de Guindos en el Gobierno de Mariano Rajoy. Ese banco serv¨ªa para aparcar los cr¨¦ditos inmobiliarios t¨®xicos de las entidades financieras y, seg¨²n repitieron varios ministros por entonces, estar¨ªa al servicio del rescate bancario sin que costase un euro a los contribuyentes. El hoy vicepresidente del BCE incluso esperaba que la inversi¨®n en el banco malo ofreciera un rendimiento nada menos que del 15% en sus 15 a?os de vida.
En la realidad, la situaci¨®n actual de la Sareb es catastr¨®fica sin paliativos y significa una herencia profundamente ruinosa para la sociedad espa?ola. La ruina no es ret¨®rica sino literal y grav¨ªsima: la Sareb est¨¢ a punto de nacionalizarse por quiebra t¨¦cnica. la Sareb ha consumido ya todo su capital, tiene un patrimonio negativo de m¨¢s de 10.000 millones y sigue en p¨¦rdidas. El banco malo incrementa la deuda p¨²blica en 35.000 millones de euros ¡ªtres puntos del PIB¡ª y gran parte de ella tendr¨¢ que ser asumida finalmente por el Tesoro. Ese ha acabado siendo el corrosivo efecto de una frivolidad financiera que agrava ahora el elevado gasto p¨²blico destinado a paliar la crisis pand¨¦mica.
El Estado no tiene mejor alternativa que comprar por un euro a los bancos privados sus cuotas en el capital de la Sareb. Es una socializaci¨®n de p¨¦rdidas que no puede eludirse porque estaba ya en la trampa esencial sobre la que se cre¨® la Sareb. Las arcas del Tesoro hab¨ªan quedado vac¨ªas en la Gran Recesi¨®n de 2008-2011, sin que el Gobierno de Rajoy dispusiese de recursos para crear a solas un banco malo. Tampoco las reglas comunitarias permit¨ªan su financiaci¨®n solo p¨²blica. Sobre ambos carriles, Guindos precipit¨® el rescate y, copiando mal a otros bancos malos (correctos), forz¨® a la banca privada a tomar la mayor¨ªa de la sociedad. Esta accedi¨® si el Tesoro lo avalaba todo y, por tanto, en caso de quiebra, respond¨ªa el Gobierno. Fue una t¨ªpica nacionalizaci¨®n disfrazada.
Por mucho que el Gobierno deba sanear esa p¨¦sima herencia, repugna al sentido com¨²n de los ciudadanos. En la pr¨¢ctica, la Sareb quebr¨® en 2014, dos a?os despu¨¦s de nacer. Para entonces hab¨ªa consumido todo el capital, en buena medida lastrada por la lamentable gesti¨®n de su primera responsable, Bel¨¦n Romana, que dilapid¨® 3.200 millones de euros en ingenier¨ªas financieras fracasadas. La posterior venta de los pisos comprados a la banca hundida, calculada oficialmente en cifras fara¨®nicas, no pudo dar la vuelta a la cuenta de resultados.
La nacionalizaci¨®n estaba cantada desde que Eurostat indic¨® a Espa?a en la pasada primavera que la deuda de 35.000 millones (34.918 millones para ser exactos) de la Sareb deb¨ªa contabilizarse como p¨²blica, pues la avalaba el Estado. Y es adecuado que este asuma, junto a su carga, la propiedad, en su intento de recuperar parte de lo perdido. Lo l¨®gico es que los responsables de esta deficiente operaci¨®n entre 2012 y 2016 den cuentas al Parlamento de su catastr¨®fica gesti¨®n.
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