Estabilidad en Italia
La reelecci¨®n de Sergio Mattarella como presidente revalida la apuesta por la continuidad, con Draghi al frente del Gobierno
El Parlamento italiano y los representantes de las regiones votaron el s¨¢bado, por amplia mayor¨ªa, otorgar a Sergio Mattarella un segundo mandato como presidente de la Rep¨²blica. El proceso de elecci¨®n del jefe del Estado para el pr¨®ximo septenio ha evidenciado las turbulencias que agitan a los partidos pol¨ªticos italianos, pero el desenlace puede interpretarse en clave positiva para la estabilidad de Italia y, por tanto, para la de Europa.
Lo es, de entrada, porque la m¨¢xima magistratura republicana ¡ªcon competencias tan importantes como la designaci¨®n del presidente del Gobierno o la disoluci¨®n de las C¨¢maras¡ª permanece en manos de una figura con una altura moral pr¨¢cticamente indiscutida. Mattarella, reelegido con el voto favorable de 759 de los 1.009 grandes electores, pertenece al grupo de presidentes que han sabido elevarse claramente por encima de ciertas din¨¢micas partidistas y granjearse amplio aprecio institucional y tambi¨¦n popular.
Lo es, despu¨¦s, porque la reelecci¨®n de Mattarella abre una perspectiva de estabilidad gubernamental. Mario Draghi, jefe del Ejecutivo, era la alternativa con el perfil m¨¢s adecuado para la jefatura del Estado. Nunca se postul¨® directamente, pero estaba en la carrera. No consigui¨® en ning¨²n momento votos suficientes en lo que constituye su primer tropiezo en la pol¨ªtica italiana. En cualquier caso, su elecci¨®n habr¨ªa supuesto una desestabilizaci¨®n gubernamental, forzando un intento de relevo en el Palazzo Chigi que podr¨ªa haber acabado en una escasa capacidad ejecutiva o directamente en elecciones anticipadas. La soluci¨®n alcanzada da continuidad al Gobierno de unidad presidido por Draghi y le permite seguir en la senda reformista y canalizar los ingentes fondos europeos que ir¨¢n llegando.
Con este desenlace, la figura de Draghi permanece disponible para tomar el relevo de Mattarella en el futuro. Aunque no hay nada decidido, es razonable pensar que el jefe del Estado ¡ªde 80 a?os y que manifest¨® el deseo de retirarse¡ª no complete el nuevo septenio y, como hizo Giorgio Napolitano, dimita en el curso de su nuevo mandato. La l¨®gica induce a pensar que Draghi intentar¨¢ completar la actual legislatura hasta 2023 y que, entonces, un nuevo Parlamento elegir¨¢ un Gobierno con otro liderazgo y un nuevo jefe del Estado.
El proceso de elecci¨®n ha tenido momentos poco edificantes, desde la candidatura de Berlusconi a una amplia serie de mercadeos, con Matteo Salvini, l¨ªder de la Liga, como desacertado protagonista principal. Precisamente, el rumbo de Salvini y la tentaci¨®n de salir de la coalici¨®n de gobierno y proceder a un rearme populista es la mayor inc¨®gnita en el camino de Draghi, aunque, en realidad, todo el panorama pol¨ªtico fragmentado y litigioso constituye un desaf¨ªo. Ante ese reto, el liderazgo experimentado, unificador y europe¨ªsta de Mattarella y Draghi ha acabado siendo la opci¨®n para Italia y su papel en la UE.
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