Pessoa y la lecci¨®n de los portugueses
Los votantes de una democracia fueron llamados a las urnas, valoraron lo que se les ofrec¨ªa y depositaron su papeleta. Y dieron una sorpresa con la mayor¨ªa absoluta de los socialistas
Ganaron los socialistas en Portugal, y lo hicieron con contundencia. Consiguieron movilizar a votantes que igual se hubieran quedado en casa y lograron que muchos de quienes sol¨ªan elegir a otra fuerza pol¨ªtica se inclinaran por el proyecto de Ant¨®nio Costa. Los portugueses se decantaron por cierta estabilidad en tiempos tormentosos y lo eligieron seguramente porque supo gobernar consiguiendo acuerdos, con vocaci¨®n de ir a las cosas, un talante abierto para establecer complicidades con un presidente de la Rep¨²blica ¡ªMarcelo Rebelo de Sousa¡ª que pertenece a otra ideolog¨ªa pol¨ªtica y la sensibilidad propia de los socialistas, atenta a quienes pueden quedarse en los m¨¢rgenes y con vocaci¨®n de reducir las desigualdades. La mayor lecci¨®n que han dado los portugueses es que no han ido a votar como si todo fuera blanco o negro, y han mostrado que no es necesario ajustarse siempre a un patr¨®n inamovible de ideas; igual los asuntos son mucho m¨¢s complejos y no siempre casan, y hacen ruido y no hay m¨¢s remedio que elegir.
El poeta Fernando Pessoa resumi¨® hace ya muchos a?os en unas cuantas l¨ªneas cu¨¢les eran su ideolog¨ªa pol¨ªtica y su posici¨®n religiosa, patri¨®tica y social. ¡°Considera que el sistema mon¨¢rquico ser¨ªa el m¨¢s propio para una naci¨®n org¨¢nicamente imperial como Portugal¡±, escribi¨® entonces sobre lo que pensaba. ¡°Considera, al mismo tiempo, a la monarqu¨ªa como absolutamente inviable en Portugal. Por eso, si hubiera un plebiscito entre reg¨ªmenes, votar¨ªa, con dolor, a la rep¨²blica¡±. Pessoa, que inmediatamente despu¨¦s se defin¨ªa en esos papeles como ¡°conservador al estilo ingl¨¦s, es decir, liberal dentro del conservadurismo, y absolutamente antirreaccionario¡±, apuntaba a lo que en buena medida ha podido ser la actitud de sus compatriotas el pasado domingo. Hay momentos en que toca, como dec¨ªa ¨¦l mismo, pronunciarse con dolor por aquello que est¨¢ en las ant¨ªpodas de lo que se prefiere. Votar rep¨²blica cuando se es profundamente mon¨¢rquico, simplemente porque se ha entendido que la opci¨®n preferida resulta por lo que sea inviable.
Pessoa fue un personaje muy especial y por eso dinamita cualquier af¨¢n que se ponga en clasificarlo dentro de los c¨¢nones de cualquier ¨¦poca. Se defin¨ªa como ¡°cristiano gn¨®stico¡± al hablar en aquellas l¨ªneas de su posici¨®n religiosa y, por lo que toca a su posici¨®n patri¨®tica, reivindicaba un ¡°nacionalismo m¨ªtico¡± y un ¡°nuevo sebastianismo¡±. Hay algo muy revelador en su obra: el descubrimiento de que eran muchos los que habitaban dentro del propio Pessoa, con lo que no tuvo m¨¢s remedio que darles voz a trav¨¦s de sus heter¨®nimos. No es solo que dentro de un pa¨ªs haya pluralidad y diversidad de maneras de ver el mundo; es que igual esa pluralidad existe tambi¨¦n dentro de cada persona: no somos uno, somos muchos. No hay nadie de una pieza.
Existe la tentaci¨®n de volver a los t¨®picos cuando se valora lo que ocurri¨® en las elecciones, y se les atribuyen entonces a los portugueses unas caracter¨ªsticas que los hacen distintos: un cierto gusto por la lentitud, una querencia por la tranquilidad ba?ada en eso que llaman saudade. Pero lo que sucedi¨® fue algo m¨¢s sencillo. Los votantes de una democracia fueron llamados a las urnas, valoraron lo que se les ofrec¨ªa y depositaron su papeleta. Esas esencias mitol¨®gicas son pura literatura.
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