Inestabilidad en el Sahel
La expulsi¨®n del embajador de Mal¨ª decide a Macron a retirar las tropas destinadas en el pa¨ªs a la lucha contra el terrorismo yihadista
Francia ha sido desde 2013 el socio europeo m¨¢s comprometido en el combate contra el yihadismo junto al grupo de pa¨ªses llamado G5 Sahel (Burkina Faso, Chad, Mal¨ª, Mauritania y N¨ªger). Sin embargo, a dos meses de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el presidente, Emmanuel Macron, promueve la retirada de tropas de Mal¨ª, tras la expulsi¨®n del embajador franc¨¦s en Bamako el 31 de enero. Esa fue la respuesta de la actual junta militar a las declaraciones del ministro de Exteriores franc¨¦s sobre la ilegitimidad del nuevo Gobierno de Mal¨ª y la ¡°irresponsabilidad¡± de sus decisiones, tras dos golpes de Estado. Francia alega que continuar¨¢ con la lucha contra el yihadismo en operaciones militares desplegadas por todo el Sahel, mientras busca una salida de Mal¨ª respaldada por sus aliados occidentales para evitar el desmoralizante efecto Kabul.
Por su parte, la Uni¨®n Europea ha destinado algo m¨¢s de 1.000 soldados (la mitad de los cuales son espa?oles) a la ayuda a la instrucci¨®n militar del ej¨¦rcito de Mal¨ª. Ayer viernes, los 15 ministros de Exteriores decidieron congelar su salida de Mal¨ª a la espera de un informe sobre la situaci¨®n en el terreno. Fue la inseguridad en la regi¨®n, especialmente el foco de irradiaci¨®n yihadista surgido de Libia, la que condujo a los gobiernos de la zona a solicitar la ayuda europea en el combate antiterrorista, pero la deriva autoritaria de una regi¨®n salpicada de golpes militares y la influencia creciente de China y Rusia ha dado otro car¨¢cter al riesgo que representa para Europa. La colaboraci¨®n militar de Rusia con Mal¨ª, incluida la empresa de seguridad Wagner, pr¨®xima al Kremlin, es otra raz¨®n de peso para la salida de Francia. A diferencia de europeos y estadounidenses, ni Mosc¨² ni Pek¨ªn tienen reparos en tratar y aliarse con reg¨ªmenes autoritarios, e incluso les une el mismo inter¨¦s por erosionar las escasas democracias africanas y alejarlas de un modelo occidental que consideran pernicioso.
El riesgo terrorista, centrado en Al Qaeda y el Estado Isl¨¢mico, y sus repercusiones sobre Europa no han cambiado, pero los nuevos factores de inestabilidad demandan una reorientaci¨®n por parte de la UE y sus socios. La crisis del Sahel pide ahora la m¨¢xima cooperaci¨®n occidental pero a largo plazo apela a la autonom¨ªa estrat¨¦gica europea, que solo se puede resolver con avances sustanciales en su capacidad defensiva y en el reforzamiento de su incipiente pol¨ªtica exterior. No es una cuesti¨®n que ata?a solo a los europeos. Est¨¢ todav¨ªa muy lejos la posibilidad de que Europa sea capaz de actuar y hablar con una sola voz, pero cada vez es m¨¢s evidente que constituir¨ªa un factor mayor de estabilidad, ahora especialmente ausente en el continente africano.
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