Gabriel Boric y el contrato social en Chile
El presidente y su joven gobierno son la mejor posibilidad para retomar la senda del desarrollo y la paz social
El 11 de marzo Gabriel Boric ser¨¢ investido presidente de Chile en lo que ser¨¢, en varias dimensiones, el cambio de mando m¨¢s desafiante desde el retorno a la democracia en 1990. Entonces Patricio Aylwin encabezaba una coalici¨®n mayoritaria liderada por su propio partido. Boric lidera un partido peque?o, dentro de una coalici¨®n que sali¨® segunda y alcanz¨® solo el 25,8% de los votos en primera vuelta. Boric gobernar¨¢ con una nueva coalici¨®n que, en los hechos, estar¨¢ en formaci¨®n mientras gobierna. A nivel parlamentario, ser¨¢ minoritaria en ambas C¨¢maras.
La tarea se ve tit¨¢nica. Boric tiene fortalezas. Una es su juventud, ser¨¢ el presidente m¨¢s joven de la historia chilena. Cuando Aylwin asumi¨® doblaba la edad de Boric. Su grupo pol¨ªtico m¨¢s cercano ¨C todos tan j¨®venes como ¨¦l ¨C viene de partidos distintos pero del mismo origen estudiantil, debiera serle leal a ¨¦l y a su proyecto.
Uno podr¨ªa dudar si no hay una tensi¨®n entre juventud y sabidur¨ªa. Si la formaci¨®n del gabinete sirve de prueba, Boric hizo un ejercicio de equilibrio notable y mand¨® mensajes n¨ªtidos. En lo econ¨®mico, es claro: habr¨¢ orden fiscal. En lo internacional tambi¨¦n: tendr¨¢ una posici¨®n dura con Nicaragua y Venezuela. Esto es un mensaje interno respecto de aquellos que piensan que Boric pretende guiar a Chile en una direcci¨®n bolivariana: que no se hagan ilusiones.
La definici¨®n ideol¨®gica que m¨¢s se repite respecto del gobierno de Boric es: socialdem¨®crata. Lo dijimos en la campa?a en la segunda vuelta. Lo repiti¨® la designada ministra de la presidencia Camila Vallejo, del Partido Comunista, y el designado ministro de Econom¨ªa, Nicol¨¢s Grau.
Esta definici¨®n, sin embargo, se presta para variadas interpretaciones. Cuando Aylwin asumi¨®, Fukuyama publicaba El fin de la Historia y John Williamson enunciaba el ¡°consenso de Washington¡±. El muro de Berl¨ªn hab¨ªa ca¨ªdo y la URSS iba a desmoronarse dentro de poco. Los experimentos heterodoxos en Argentina y Brasil, que hab¨ªan influenciado a la oposici¨®n chilena, terminaron todos mal: inflaci¨®n, recesi¨®n y, en el caso del presidente Ra¨²l Alfons¨ªn, su renuncia anticipada. Hab¨ªa poco margen en los a?os 1990 para hacer lo que finalmente hizo el presidente Aylwin.
Hoy el cuestionamiento al neoliberalismo es general, pero la confusi¨®n respecto de sus contenidos es total, no hay alternativas estructuradas, m¨¢s bien eslogans.
Para algunos, neoliberalismo es simplemente cualquier estructura capitalista. Ellos pretenden que Boric supere el neoliberalismo estatizando, suprimiendo la competencia, cerrando mercados. Se asocia con la cr¨ªtica marxista a la propiedad.
Todo indica que Boric est¨¢ lejos de esta interpretaci¨®n. En sus tres campa?as en 2021, Boric crecientemente se dio cuenta que era imposible ganar y gobernar si no reconoc¨ªa una ambivalencia, cuya gesti¨®n forja una socialdemocracia compleja y moderna. De un lado est¨¢n todos los problemas que ¨¦l ha denunciado siempre. Del otro lado, en los ¨²ltimos 30 a?os hay una mayor¨ªa de chilenos que ha vivido progresos que no quiere poner en riesgo.
?C¨®mo compatibilizar el que un pa¨ªs pueda progresar en lo econ¨®mico y sin embargo acumule tantos problemas como para que termine con un estallido social como el que vivi¨® Chile? Debe ser que (a) son problemas ¡°muy fundamentales¡± y (b) fueron postergados muchos a?os.
Lo m¨¢s importante es la postergaci¨®n: el sistema pol¨ªtico de la Constituci¨®n de 1980 era extremadamente r¨ªgido y no permiti¨® acomodar demandas que sus autores no previeron cuando la escribieron en un contexto dictatorial y de Guerra Fr¨ªa. La reforma de 2005 del presidente Lagos pudo solo morigerarla, pero no cambiar su naturaleza
Respecto de los ¡°problemas muy fundamentales¡±. Los conceptos de fondo son segregaci¨®n y desigualdad, enfermedades graves para el desarrollo y la convivencia. Las implicancias de la segregaci¨®n son m¨¢s importantes.
La segregaci¨®n tiene origen en instituciones sociales, pol¨ªticas o culturales extractivas, en lenguaje de Acemoglu y Robinson, que no permiten que marginalizados por raza, g¨¦nero, estrato o localizaci¨®n geogr¨¢fica exploten sus potencialidades. Son un riesgo para la convivencia porque esta depende de la paciencia de los que la soportan.
En las democracias modernas es raro que haya iniciativas formales cuyo objetivo sea segregar. Sin embargo, hay pol¨ªticas p¨²blicas que producen un efecto que se puede confundir con segregaci¨®n: las que segmentan la poblaci¨®n otorgando beneficios diferenciados seg¨²n ingreso. ?C¨®mo? Cuando los ingresos est¨¢n correlacionados con raza, g¨¦nero, estrato social y localizaci¨®n geogr¨¢fica, como en Chile. As¨ª, tales pol¨ªticas pueden ser percibidas como segregacionistas, aunque no lo pretendan.
Esto ha ocurrido en Chile con m¨¢s intensidad que en otras latitudes, porque ha usado masivamente la l¨®gica de mercado para asignar recursos en ¨¢reas cr¨ªticas para la vida: educaci¨®n, salud, pensiones, vivienda. Creo que es por aqu¨ª que Boric entiende neoliberalismo: una forma de distribuci¨®n de derechos sociales que niega su naturaleza producto de la segmentaci¨®n seg¨²n capacidad de pago.
Esta cr¨ªtica da origen a una socialdemocracia que no proviene de una cr¨ªtica a la propiedad privada o al capital, sino al predominio indiscriminado de la racionalidad econ¨®mica. No es una amenaza para la empresa privada como concepto, sino una limitaci¨®n y regulaci¨®n de su ¨¢mbito de acci¨®n.
Es una socialdemocracia que, como ve¨ªamos, en lo social pretende otra distribuci¨®n de derechos sociales, que busca la universalizaci¨®n de beneficios y que para ello elimina la l¨®gica del mercado all¨ª donde el individuo es vulnerable.
La cr¨ªtica a la racionalidad tiene otras extensiones. Chile basa su crecimiento en la explotaci¨®n de recursos naturales. Hay un escepticismo respecto de la capacidad autorregulatoria de los mercados en t¨¦rminos medioambientales. Esta socialdemocracia buscar¨¢ seguramente establecer mecanismos m¨¢s rigurosos y participativos de cuidado al medio ambiente y consideraci¨®n de los intereses de las comunidades afectadas.
Otra es el desarrollo productivo o industrial. Esta socialdemocracia cree que la empresa privada puede jugar un rol importante en el desarrollo productivo, solo que no logra superar adecuadamente fallas de coordinaci¨®n, lo que requiere un rol activo del Estado. Algunos van lejos en este rol y otros son m¨¢s cautos, pero se habla m¨¢s bien de promoci¨®n e inclusi¨®n ¨C y no sustituci¨®n y desplazamiento ¨C del sector privado.
Finalmente, Boric asumir¨¢ y al poco andar la Convenci¨®n propondr¨¢ la nueva Constituci¨®n. No se ve f¨¢cil. La Convenci¨®n naci¨® m¨¢s cerca del estallido social que el gobierno y por lo tanto refleja m¨¢s las rabias y frustraciones que llevaron a ¨¦l. A diferencia de otras convenciones, en la chilena prevalece la atomizaci¨®n de los grupos que la componen. Esto hace improbable que sea instrumentalizada, como en Venezuela, para servir al poder, pero tambi¨¦n dificulta la b¨²squeda de acuerdos. Hoy prevalecen las proclamas ideol¨®gicas maximalistas, identitarias, unilaterales, inconsistentes. La credibilidad de la Convenci¨®n se ha debilitado seriamente. Esto es un problema mayor puesto que, hay que recordarlo, un 80% de los chilenos vot¨® por el Apruebo a la nueva Constituci¨®n.
?C¨®mo reaccionar¨ªa la poblaci¨®n a un proyecto de Constituci¨®n que no sobrepase los umbrales m¨ªnimos de calidad? ?Tendr¨¢ tiempo Boric y su equipo para influir en ordenar el debate? ?Tendr¨¢n los constituyentes un momento de iluminaci¨®n para darse cuenta de que, como dijo Lichtenmberg, ¡°cuando los que mandan pierden la verg¨¹enza, los que obedecen pierden el respeto¡±?
Dif¨ªcil anticiparlo, pero el presidente Boric y su joven gobierno son la mejor posibilidad que tiene Chile para retomar la senda del desarrollo y la paz social.
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