A la muerte de Hugo Torres
El fallecimiento en cautiverio del exguerrillero sandinista, general de brigada en retiro, escritor y dirigente pol¨ªtico nicarag¨¹ense ha estremecido a nuestra Am¨¦rica
La muerte de Hugo Torres, exguerrillero sandinista, general de brigada en retiro, escritor y dirigente pol¨ªtico nicarag¨¹ense, ocurrida en cautiverio, ha estremecido a nuestra Am¨¦rica.
La tragedia de Nicaragua, oprimida por una infame pareja de inconcebible crueldad, contin¨²a desarroll¨¢ndose sin desenlace a la vista. La tecnolog¨ªa de nuestra era permiti¨® ver a Torres dirigirse a sus compatriotas en la inminencia de ser detenido, hace tan solo ocho meses.
Su noble presencia de ¨¢nimo, su semblante gallardo y apacible y la serenidad de su firme mensaje de resistencia a la tiran¨ªa de Daniel Ortega y Rosario Murillo, se permiti¨® una desolada exclamaci¨®n: ¡°?As¨ª son las vueltas de la vida, los que una vez acogieron principios hoy los han traicionado!¡±.
Torres grab¨® su mensaje a mediados de junio pasado, al tiempo que la polic¨ªa de la dictadura de Ortega y Murillo secuestraba a Dora Mar¨ªa T¨¦llez, historiadora y tambi¨¦n respetada comandante de la guerrilla sandinista que derroc¨® a Anastasio Somoza en 1979.
Esa misma noche, la doctora Ana Margarita Vijil, l¨ªder de la agrupaci¨®n opositora UNAMOS, de la que Torres form¨® parte hasta su muerte, fue otra v¨ªctima de la ola de arrestos. T¨¦llez, tambi¨¦n ella dirigente de UNAMOS, y la doctora Vigil, han sido condenadas a 10 y ocho a?os de prisi¨®n, respectivamente, por el mismo delito cuya vaguedad pretext¨® la prisi¨®n de Hugo Torres: ¡°conspiraci¨®n en menoscabo de la integridad nacional¡±. Lo caprichoso de esas acusaciones convierte en prisioneros de conciencia a todos los nicarag¨¹enses secuestrados por el r¨¦gimen desde mediados del a?o pasado.
La repugnante vileza de Ortega al encarcelar antiguos compa?eros de lucha que, como Torres y T¨¦llez, arriesgaron sin vacilaciones sus vidas hace casi medio siglo para arrancarle a Somoza la libertad del hoy dictador y de decenas m¨¢s de combatientes sandinistas presos, contrasta con el escrupuloso apego a los m¨¦todos pac¨ªficos de lucha adoptados por todos los l¨ªderes opositores nicarag¨¹enses.
La valent¨ªa y la generosidad de Torres y T¨¦llez en las acciones de rescate de sus compa?eros resplandece en todos los testimonios y reportajes disponibles, notablemente en la cr¨®nica que Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez hizo del asalto al Palacio Nacional en agosto de 1978.
Por aquel tiempo, en Venezuela viv¨ªamos el apogeo del gran boom de precios del crudo que sigui¨® al embargo petrolero contra Occidente decretado por los pa¨ªses ¨¢rabes de la OPEP en 1973. No exagero al decir que hasta aquellos momentos pocos venezolanos ten¨ªan presente que Nicaragua era sojuzgada por una ignominia llamada Anastasio Somoza.
En los locales de las delegaciones estudiantiles universitarias donde, por televisi¨®n, segu¨ªamos los sucesos, el regocijo y la simpat¨ªa por los sandinistas se expresaba al comentar las ruedas de prensa que ofrecieron los j¨®venes: ¡°?Los nicas hablan como nosotros!¡±.
Viv¨ªamos en una democracia imperfecta en uno de los petroestados m¨¢s antiguos del planeta, denunci¨¢bamos la corrupci¨®n y el derroche, la insolidaridad y los abusos de poder que acabar¨ªan con nuestras libertades, pero tan cierto como que nunca fue preciso tomar rehenes en el Capitolio, a sangre y fuego, para obtener la libertad de nadie, es que los dirigentes pol¨ªticos venezolanos de entonces, en especial el presidente Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, hicieron causa com¨²n en favor del pueblo nicarag¨¹ense. De modo activo, pr¨¢ctico, y no solo ret¨®ricamente.
La b¨¢rbara arremetida asesina de Daniel Ortega para aplastar la ola de protestas que comenz¨® en abril de 2018 dej¨® no menos de 400 muertos. Fue difundida por los medios mundiales y las redes sociales y mostr¨® a muchos j¨®venes opositores venezolanos, que conozco, cu¨¢n cerca est¨¢n nuestras realidades, cu¨¢nto nos hermana el anhelo de vivir en libertad y en una verdadera democracia. Algunos de ellos siguen a¨²n hoy presos desde la ola de protestas de 2017 que dej¨® 160 muertos. Otros fueron arrojados al exilio en raz¨®n de su activismo.
Por ello desconsuela la tibieza, la indiferencia de la dirigencia opositora venezolana ante la tragedia de Nicaragua. En su mayor¨ªa, esa dirigencia luce obnubilada por la quimera de lograr de Nicol¨¢s Maduro la majestuosa gracia de ¡°elecciones presidenciales libres y verificables¡±.
Al parecer, la ¡°pax bodeg¨®nica¡±, como llama el brillante polit¨®logo venezolano Guillermo Tell Aveledo, a las anestesiantes burbujas de dispendio creadas por la dolarizaci¨®n de facto, impide a la dirigencia opositora pensar que la probada vocaci¨®n asesina del r¨¦gimen de Maduro puede muy bien optar por la ¡°f¨®rmula Ortega¡± y encarcelar, en ¡°la hora 11¡å, a todo el personal aspirante a la presidencia en la farsa de 2024.
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