La ¡®matrioska¡¯ de todas las crisis
Esta es una partida de ajedrez a tres bandas en la que juegan los intereses de Rusia, Estados Unidos y la UE, que no son exactamente los del amigo americano. Pero se pueden a?adir m¨¢s jugadores
Hay quien compara la actual crisis de Ucrania con una partida de ajedrez. Puede ser, si consideramos que se trata del ajedrez a tres bandas, como el inventado (se cree) por Tamerl¨¢n. Porque aqu¨ª juegan los intereses de Rusia, Estados Unidos y la Uni¨®n Europea, que no son exactamente los del amigo americano. Pero se pueden a?adir m¨¢s jugadores, como el Gobierno ucranio, que se inserta en los par¨¢metros de la relaci¨®n que Ucrania mantiene con Rusia y que hist¨®ricamente no han sido de animadversi¨®n.
Hay quien ve aqu¨ª una nueva guerra fr¨ªa. Sin embargo, la tal confrontaci¨®n era de alcance global y opon¨ªa al bloque liberal capitalista con el sovi¨¦tico y marxista. Aquella disputa fue dirimida con la victoria de uno y la derrota del otro. Hay quien quiere ver en la Rusia actual una continuaci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Pero eso es una cuesti¨®n de fe; no responde a la realidad pol¨ªtica y social de esa potencia. Donde s¨ª que ha pervivido, con los oportunos reajustes, es en China.
Rusia es, hoy por hoy, una potencia cuyo motor pol¨ªtico m¨¢s evidente es el nacionalismo. Nacionalistas han sido las justificaciones y agravios expresados por Putin en esta fase del conflicto por Ucrania. Pero no es un pulso puramente pol¨ªtico. La derrota armenia en la guerra de Nagorno Karabaj, en 2020, ha tenido bastante que ver. En Mosc¨² han visto con alarma no s¨®lo c¨®mo los sistemas armament¨ªsticos y t¨¢cticas militares exportadas a los aliados armenios han sido puestos fuera de combate por las innovaciones aportadas por turcos e israel¨ªes y manejadas por los azer¨ªes.
De hecho, lo que est¨¢ sucediendo es la repetici¨®n del ciclo de guerra en el C¨¢ucaso (ya vivida en Georgia en 2008) seguida de crisis en Ucrania (a la manera de 2014-2105). Hay una relaci¨®n de causa y efecto entre ambos escenarios, porque esas regiones son zonas de paso de los vitales ductos que llevan la energ¨ªa a Europa. En ese caso, la victoria azer¨ª de hace dos a?os fue seguida de una aproximaci¨®n turca a Ucrania que ha puesto muy nervioso a Mosc¨². Por razones evidentes: control conjunto del mar Negro con amenaza a la posici¨®n de Crimea; consolidaci¨®n del eje antirruso que va desde los pa¨ªses b¨¢lticos al C¨¢ucaso; puesta en marcha conjunta turco-ucrania de sistemas de desarrollo de armas...
A su vez, esta crisis, tan relacionada con los grandes corredores eurasi¨¢ticos de energ¨ªa, se inscribe en el contexto del desajuste que gener¨® la pandemia de la covid-19 en el mercado internacional de los hidrocarburos, el cual afect¨® tambi¨¦n a Rusia. Ca¨ªdas de precios, interrupci¨®n en las inversiones o derivaci¨®n hacia las energ¨ªas alternativas; todo ello impuls¨® un cambio geoestrat¨¦gico en Oriente Pr¨®ximo que concluy¨® en los Acuerdos de Abraham, en 2020.
Mientras Rusia se ve¨ªa envuelta en este torbellino, que amenazaba la credibilidad interna e internacional del r¨¦gimen de Putin, Biden intentaba hacer frente a sus propios problemas. La retirada final de Afganist¨¢n estuvo muy mal gestionada, cosa que ahora parece haberse olvidado, lo cual tambi¨¦n marc¨® la renuncia americana al protagonismo en Oriente Pr¨®ximo que intent¨® sacar adelante Barack Obama. De hecho, ese repliegue se termin¨® extendiendo al ?frica subsahariana y est¨¢ concluyendo precisamente por estas fechas. Buena parte del enorme vac¨ªo ha sido ocupado por rusos y chinos.
En medio de ese reflujo, Biden debe hacer frente a la resaca de la presidencia de Trump, que ha generado un importante terremoto social y pol¨ªtico en el pa¨ªs y que ha distorsionado tambi¨¦n la pol¨ªtica exterior estadounidense. No es de extra?ar que el presidente americano aparezca tan desbordado en la actual crisis ucrania, y sus intentos de mostrarse firmes ante Mosc¨² est¨¦n siendo tan bien manipulados por los rusos.
Por ¨²ltimo, el tercer jugador. La Uni¨®n Europea se debate entre la necesidad de mantener sus lazos estrat¨¦gicos y econ¨®micos con Estados Unidos y las buenas relaciones con una Rusia que es, y seguir¨¢ siendo, el suministrador principal de energ¨ªa. Cerrar ese grifo como sanci¨®n parece un planteamiento, a priori, temerario: China comprar¨¢ toda la energ¨ªa que los europeos rechacen. Y, seguramente, a unos precios mejores que aquellos que pagar¨¢ ¨¦sta en concepto de reestructuraci¨®n del mercado. Por tanto, parece dif¨ªcil que Estados Unidos logre ese viejo objetivo de separar a Europa de Rusia.
?Qu¨¦ va a suceder ahora? Es la pregunta del mill¨®n. Rusia podr¨ªa jugar sus cartas met¨®dicamente, como lo hizo en el siglo XVIII, forzando el reparto de Polonia, s¨®lo que en la actualidad podr¨ªa ir dirigido contra Ucrania. Sea como fuere, estamos ante un cambio de paradigma y parece poco probable que el genio pueda volver a la botella. A no ser que toda esta crisis termine en una gran reconciliaci¨®n que, como en la de los misiles cubanos en 1962, inaugure una nueva era de ¡°pac¨ªfica coexistencia¡±.
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