Profesi¨®n: ¡°Su sexo¡±
Es necesaria la igualdad, pero tambi¨¦n el reconocimiento de la diferencia y la diversidad, y el equilibrio entre ambas no es una tarea sencilla para el feminismo
La p¨¢gina del libro de familia de mi abuela Miren contiene, bajo el domicilio, este apunte sobrecogedor: ¡±Profesi¨®n: ¡®Su sexo¡±. Esas tres palabras son una s¨ªntesis perfecta de la premisa contra la que lucha el feminismo: que lo que una mujer pueda ser en la vida est¨¦ determinado por su sexo. El sexo con el que hab¨ªa nacido prescrib¨ªa que mi abuela se dedicara al cuidado de su marido y de sus hijos. Qui¨¦n sabe lo que mi abuela y tantas otras mujeres habr¨ªan sido si no les hubiera ca¨ªdo encima aquel ¡°su sexo¡±.
Para explicar que las mujeres no ten¨ªan por qu¨¦ tener un destino biol¨®gicamente determinado, una esencia femenina, ni una naturaleza necesariamente cuidadosa, el feminismo crea el concepto de g¨¦nero como el conjunto de papeles, comportamientos y atribuciones socialmente construidos que se consideran propios de mujeres o de hombres. El g¨¦nero es una poderosa herramienta anal¨ªtica para entender por qu¨¦ los hombres est¨¢n por encima de las mujeres en independencia, riqueza, prestigio o poder.
Con el fin de acabar con ese ¡°su sexo¡±, el g¨¦nero pas¨® a estar en todas partes. Contra ¨¦l luchan las fuerzas reaccionarias demonizando la ¡°ideolog¨ªa de g¨¦nero¡± como amenaza existencial de la familia y los valores cristianos. En las universidades se empieza a hablar de ¡°estudios de g¨¦nero¡±, que suena m¨¢s neutral que ¡°estudios de la mujer¡± o ¡°estudios feministas¡±. Es dif¨ªcil encontrar una palabra en el diccionario con mayor nivel de polisemia: la palabra g¨¦nero se utiliza hoy para referirse tanto a la opresi¨®n que sufren las mujeres (¡°violencia de g¨¦nero¡±) como a la lucha contra esta opresi¨®n (¡°perspectiva de g¨¦nero¡±). Para complicar a¨²n m¨¢s la situaci¨®n, g¨¦nero se usa con mucha frecuencia, especialmente en el ¨¢mbito anglosaj¨®n, como sin¨®nimo de sexo, quiz¨¢ por mojigater¨ªa. Y, como remate, el t¨¦rmino g¨¦nero aparece tambi¨¦n vinculado al de identidad, cambiando la perspectiva y traslad¨¢ndola de un nivel relacional a otro individual. La ¡°identidad de g¨¦nero¡± ser¨ªa en este caso la concepci¨®n o vivencia interna de uno mismo como hombre, mujer (u otra categor¨ªa definida o abierta).
Este incompleto y apresurado recorrido conceptual por el t¨¦rmino ¡°g¨¦nero¡± es importante porque permite entender uno de los elementos centrales en la actual divisi¨®n del feminismo: ?es el g¨¦nero una construcci¨®n social da?ina para las mujeres contra lo que hay que luchar, de manera que cada persona pueda vivir su vida libre de estereotipos y opresiones? ?O es el g¨¦nero una identidad que hay que proteger en nombre, tambi¨¦n, de la libertad individual? ?Puede ser las dos cosas?
Esta tensi¨®n entre estos dos niveles de an¨¢lisis, individual o relacional, no es exclusiva del g¨¦nero, sino que por extensi¨®n tambi¨¦n afecta al sexo. Si consideramos el sexo como la organizaci¨®n anat¨®mica de la estrategia reproductiva de nuestra especie, esto nos conduce a observar que la especie humana se reproduce a partir de la fusi¨®n de un gameto grande y otro peque?o. Ning¨²n ser humano se ha creado por una v¨ªa que no sea esta. La anisogamia (reproducci¨®n a trav¨¦s de dos gametos diferentes) implica una concepci¨®n binaria del sexo, porque solo hay dos tipos de gametos, aunque dentro de cada uno de los dos sexos haya una importante variedad de caracter¨ªsticas fenot¨ªpicas, hormonales e incluso cromos¨®micas. El sexo femenino es el fenotipo especializado en producir gametos grandes de gestar y parir (independientemente de si se est¨¢ ovulando, gestando o pariendo). El sexo masculino es el especializado en producir gametos peque?os y m¨®viles. En cambio, considerar el sexo como una caracter¨ªstica de los individuos desconectada de su rol reproductivo permite hablar de varios sexos en funci¨®n de diferentes combinaciones de caracter¨ªsticas individuales, o incluso argumentar que el sexo se construye socialmente igual que se construye el g¨¦nero. De nuevo aqu¨ª la pregunta es ad¨®nde nos conducen una u otra conceptualizaci¨®n. ?Cu¨¢l nos ayuda a identificar y a luchar mejor contra la explotaci¨®n sexual y reproductiva de las mujeres o contra la violencia sexual?
El feminismo no lo tiene nada f¨¢cil por varias razones. En primer lugar, porque estos conflictos conceptuales no son cuestiones menores f¨¢ciles de dejar a un lado para centrarse en aspectos pr¨¢cticos, sino elementos centrales en el debate cuyas implicaciones hemos de poder analizar con sosiego. En segundo lugar, porque, incluso dando respuesta a estas preguntas, los problemas a los que nos enfrentamos no admiten excesivas simplificaciones. Es necesaria la igualdad, pero tambi¨¦n el reconocimiento de la diferencia y la diversidad, y el equilibrio entre ambas no es una tarea sencilla. Finalmente, porque estos conceptos conectan tambi¨¦n con importantes cuestiones ¨¦ticas, es decir, con los l¨ªmites que como sociedad queramos imponernos en un mundo en el que todo parece posible, al precio que sea. Sobre todo esto hemos de poder tener una conversaci¨®n.
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