Jeanne Baret, una efem¨¦ride en femenino
Disfrazada de hombre, fue la primera mujer que, en la segunda mitad del siglo XVIII, circunnaveg¨® el mundo, recogiendo colecciones bot¨¢nicas
El 8 de marzo se celebra el D¨ªa Internacional de la Mujer. En 2022, celebramos el quinto centenario de la primera circunnavegaci¨®n. Son efem¨¦rides, fechas que sirven para reforzar algunos hechos memorables, caprichos del calendario que empleamos para recordar algunas conquistas, algunos viajes.
En astronom¨ªa tambi¨¦n se habla de efem¨¦rides para aludir a las posiciones de los cuerpos celestes en un momento dado. Observar las fases de la Luna o un eclipse sirve para ubicarnos. Uno de estos acontecimientos es el tr¨¢nsito de Venus, cuando dicho planeta, visto desde la Tierra, atraviesa el disco solar. Sucede cada muchos a?os y dura entre cinco y ocho horas. Observado simult¨¢neamente desde puntos muy alejados, se emplea para calcular el paralaje solar, la distancia de la Tierra al Sol. Observar las efem¨¦rides, por decirlo as¨ª, sirve para calcular nuestra posici¨®n relativa y el tama?o de nuestro mundo.
En 1769, James Cook observ¨® el tr¨¢nsito de Venus desde Tahit¨ª, una remota isla del Pac¨ªfico Sur. Sin embargo, otro tr¨¢nsito de Venus se produjo en sus playas en forma de recepciones, danzas e intercambios sexuales con sus mujeres. Un a?o antes, hab¨ªa visitado la isla la expedici¨®n de Louis-Antoine de Bougainville, un comandante franc¨¦s que tambi¨¦n se dispon¨ªa a rodear la Tierra. Bougainville bautiz¨® Tahit¨ª como la Nueva Citerea, la isla de Afrodita. Sus habitantes desconoc¨ªan la propiedad privada, practicaban la poligamia y ofrec¨ªan sus mujeres a los visitantes. En los salones europeos se desataron las fantas¨ªas, cuyos ecos van desde Diderot hasta Gauguin o Stevenson. La sexualidad de los pueblos de la Polinesia constituye todo un g¨¦nero de la antropolog¨ªa; la erotizaci¨®n y orientalizaci¨®n de los pueblos no occidentales forma parte de la historia de los imperios coloniales.
Es significativo que con Bougainville viajara la que suele considerarse la primera mujer que dio la vuelta al mundo, Jeanne Baret. Y resulta elocuente c¨®mo lo hizo, disfrazada de hombre, como criado de Philibert Commerson, el naturalista de la expedici¨®n. Jeanne se puso unas vendas para disimular sus pechos, un uniforme de marino y simul¨® ser Jean Baret.
A?os antes, hab¨ªa entrado en su casa como criada. Aquella mujer sab¨ªa herborizar a campo abierto, ten¨ªa ojo para las descripciones morfol¨®gicas y conocimientos pr¨¢cticos medicinales. Ambos formaban lo que de manera eufem¨ªstica se llama una ¡°pareja colaborativa o creativa¡±. Es el caso de los Hevelius en astronom¨ªa, los Buckland en paleontolog¨ªa o los Lavoisier en qu¨ªmica, parejas en las que funcionaba la previsible divisi¨®n del trabajo: las mujeres recog¨ªan datos en el campo o en el laboratorio, mientras sus maridos designabas especies, formulaban teor¨ªas y eran nombrados acad¨¦micos.
Debido a la precaria salud de Commerson durante el viaje, Baret recogi¨® la mayor¨ªa de las muestras de la colecci¨®n conservada en el Museo de Historia Natural de Par¨ªs. Quiz¨¢s fue ella quien arranc¨® las primeras buganvillas en las inmediaciones de R¨ªo de Janeiro y posiblemente fue la primera mujer que circunnaveg¨® la Tierra, una gesta tan circular y pedag¨®gica como la Enciclopedia, si bien m¨¢s masculina. Lo hizo disfrazada de hombre, tal y como otras mujeres se han disfrazado de piratas, soldados y misioneros. La marina francesa prohib¨ªa embarcarse a mujeres en este tipo de aventuras.
Es llamativo que la verdadera identidad de Baret fuera desvelada en Tahit¨ª. Parece que fueron las isle?as quienes descubrieron que se trataba de una mujer, como ellas. No se dejaron enga?ar por las apariencias, es decir, por la vista, la fuente de todo conocimiento y todo ilusionismo en Occidente. Hay algo de extra?a moraleja sim¨¦trica en toda esta historia, algo que nos dice que las normas y las prohibiciones asociadas a los roles sexuales son observadas mejor desde fuera, desde lejos, como los movimientos de los cuerpos celestes. Tambi¨¦n resulta inevitable pensar en la imagen de la nuda veritas, la verdad desnuda saliendo del pozo o desprendi¨¦ndose de sus vestidos con ayuda de las ciencias y las artes, como en el grabado del frontispicio de la Enciclopedia, precisamente. Vista hoy, seguro que m¨¢s de uno (y de una) se?alar¨¢ la carga er¨®tica de la imagen, pese a lo cual esperemos que no haya que pasar por un comit¨¦ de igualdad para proyectarla en clase. Contemplada desde nuestro episodio en Tahit¨ª, sin embargo, ver¨ªamos una mujer siendo desnudada por otras mujeres semidesnudas, la alegor¨ªa de una aletheia (descubrimiento) antropol¨®gicamente sim¨¦trica y en femenino plural.
Baret complet¨® su circunnavegaci¨®n tras un viaje hom¨¦rico y una prolongada estancia en la isla Mauricio, en el oc¨¦ano ?ndico, donde muri¨® Commerson. Regres¨® a Par¨ªs en 1775, aunque no pudo encargarse del estudio de sus colecciones bot¨¢nicas. No recibi¨® el reconocimiento que merec¨ªa, aunque, al menos, le concedieron una pensi¨®n. Todo es relativo, como nuestra posici¨®n en el universo. Pero una cosa es segura: observar las cosas desde lejos y con otra perspectiva (de g¨¦nero o incluso de cultura) ayuda a revisitar y volver a pensar esos acontecimientos singulares y luminosos que llamamos efem¨¦rides.
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