Vidas arruinadas en Cuba
Las desorbitadas condenas a los manifestantes de julio carecen de precedentes en la isla
La magnitud de las penas a los encausados por las movilizaciones de julio pasado de las que ha informado el Tribunal Supremo de Cuba ha provocado indignaci¨®n y sorpresa. Es dif¨ªcilmente entendible que la participaci¨®n en las manifestaciones que vivi¨® Cuba, en algunos casos con incidentes violentos, vaya a arruinar la vida de 129 j¨®venes, aunque el tribunal no ha especificado la edad de los condenados. 48 sentencias no bajan de los 10 a?os de c¨¢rcel, otras 25 condenan a penas de entre 15 y 19 a?os, y aun 31 personas m¨¢s reciben penas que se llevar¨¢n media vida de los presos, entre 20 y 30 a?os. Se les acusa de ¡°subversi¨®n del orden constitucional¡±, instigados por el extranjero.
El reparto de condenas delata que busca un escarmiento social, aleccionador y pretendidamente ejemplarizante. Cualquier movilizaci¨®n de protesta, disidencia o incluso malestar en la isla habr¨¢ de saber que se expone a caer bajo la tipificaci¨®n penal de sedici¨®n y el riesgo de cargar de por vida con condenas que carecen de la menor l¨®gica jur¨ªdica. No hay precedentes en Cuba de semejante castigo. Las condenas contra los manifestantes en el llamado Maleconazo en 1994, por des¨®rdenes p¨²blicos, fueron centenares, pero casi todas las penas no pasaron de un a?o de c¨¢rcel. La desproporci¨®n actual es hija de la desesperaci¨®n, pero no solo de la poblaci¨®n, sino tambi¨¦n del Gobierno si tiene que responder as¨ª a la protesta social. Lo peor es que esas sentencias carecen tambi¨¦n de l¨®gica pol¨ªtica si alg¨²n poder en La Habana aspira a construir mejores condiciones de vida para su asfixiada poblaci¨®n. Las protestas y la disidencia interna no van a ser estranguladas con medidas represivas. La judicatura cubana ha defendido la actuaci¨®n de los tribunales a trav¨¦s de una declaraci¨®n de la Uni¨®n Nacional de Juristas de Cuba que advierte de que, por cada juez que sea hostigado o criticado, los magistrados encontrar¨¢n a ¡°decenas de miles a todo lo largo y ancho, dispuestos a cambiar la toga y el estrado si fuera necesario por el fusil y la trinchera¡±.
Las redes sociales han vuelto a ser aliadas de la denuncia de la atrocidad, y esta vez su voz ha cuajado formalmente en un Manifiesto contra el silencio, por la justicia. Lo firman 40 intelectuales, cantantes y artistas que descalifican las sentencias y animan al Gobierno a rectificarlas por medio de amnist¨ªas (u otras f¨®rmulas). Las movilizaciones, seg¨²n el documento, nacieron como desobediencia civil contra ¡°la mala gesti¨®n gubernamental¡± de la econom¨ªa y los ¡°modos autoritarios¡± del Ejecutivo contra los conflictos sociopol¨ªticos. Ninguna sentencia desorbitada ha logrado nunca revertir un malestar social. Ni tampoco acallar a una disidencia hoy acosada como en los peores tiempos: a la desesperada.
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