Acuerdo en la UE, ¨¦xito de Espa?a
La alianza entre Espa?a y Portugal logra el reconocimiento de la excepcionalidad ib¨¦rica en el mercado europeo de la energ¨ªa
Las cumbres de la Alianza Atl¨¢ntica y el G-7 esta semana en Bruselas han servido para afianzar la coalici¨®n internacional contra la guerra de agresi¨®n del Gobierno ruso a Ucrania, consolidar su defensa mutua y su solidaridad interna ante cualquier tentaci¨®n de escalarla y ampliar el per¨ªmetro de las sanciones econ¨®micas. Pero la mayor novedad se ha producido en la cumbre de la UE, que ha logrado, contra muchas expectativas esc¨¦pticas, un acuerdo esencial para aliviar el impacto sobre familias y empresas del encarecimiento exponencial de los precios energ¨¦ticos, agravado por esa misma guerra. Es relevante lo ocurrido, porque disipa en gran medida el riesgo de que esta nueva crisis se saldase como la de la Gran Recesi¨®n de 2008-2011, mediante un retorno a pol¨ªticas de austeridad extrema, esta vez por la v¨ªa energ¨¦tica. A este logro europeo ha contribuido sustancialmente Espa?a, en estrecha alianza con Portugal, y posibilitar¨¢, en primer t¨¦rmino, enfrentar con herramientas pol¨ªticas los episodios de agudo malestar social generados por los efectos de la pospandemia y la guerra.
Es esa la gu¨ªa de lectura esencial para situar el Consejo Europeo del viernes: en el marco de la resoluci¨®n de las ¨²ltimas grandes crisis. Las dos opciones eran claras. ?Abocar¨ªa el litigio energ¨¦tico y su consecuente reflejo en la escena p¨²blica a una salida marcada por la austeridad, los graves recortes al Estado de bienestar, el agravamiento de la desigualdad social, el ascenso de los populismos, la fragmentaci¨®n geopol¨ªtica de la Uni¨®n entre un Norte pr¨®spero y un Sur vulnerable y una tensi¨®n extrema que estuvo a punto de poner en entredicho la misma moneda com¨²n de los europeos? ?O bien pesar¨ªa m¨¢s la impresionante experiencia reciente en la lucha com¨²n, sanitaria contra la pandemia y econ¨®mica contra la recesi¨®n pand¨¦mica, que entroniz¨® un acelerado sesgo federalizador por la v¨ªa de una estrategia com¨²n de recuperaci¨®n financiada de forma solidaria mediante eurobonos?
Se ha impuesto este ¨²ltimo esp¨ªritu, aunque falta a¨²n recorrer un trayecto hasta la financiaci¨®n mancomunada del triple esfuerzo adicional requerido por la guerra (defensa, energ¨ªa y refugiados), mediante una f¨®rmula inspirada en el gran logro del Next Generation-EU y de los eurobonos. La UE ha optado por una f¨®rmula adecuada, equilibrada y progresista para paliar las tribulaciones ciudadanas, con especial ¨¦nfasis en los menos autosuficientes.
Por un lado, se avanza en garantizar el aprovisionamiento energ¨¦tico ¡ªseriamente amenazado por la dependencia del gas y el petr¨®leo de Rusia y que inquietaba en particular a Estados miembros del Norte y del Este¡ª mediante las compras conjuntas de carburante en los mercados mundiales y la optimizaci¨®n de la capacidad de almacenamiento. Por otro, se toman medidas destinadas a contrarrestar el alza desbocada de precios de la energ¨ªa en los pa¨ªses del Sur y el doble problema que genera. Empobrece severamente a sus econom¨ªas, al trasladarse capilarmente a todos los ¨¢mbitos de la actividad, y los deja en desventaja en las comparativas de competitividad con pa¨ªses m¨¢s pr¨®speros como Alemania y Holanda, menos golpeados por los efectos perversos del mecanismo marginalista de fijaci¨®n de precios.
La soluci¨®n pactada en la cumbre europea es, en gran medida, resultado de la determinaci¨®n con la que el Gobierno espa?ol de Pedro S¨¢nchez, en complicidad con el portugu¨¦s de Ant¨®nio Costa y en sinton¨ªa con otros, como Italia y B¨¦lgica, ha perseguido desde el verano modificar el mecanismo com¨²n de fijaci¨®n de precios. La primera propuesta fue una reforma general que permitiese establecer topes al alza de precios el¨¦ctricos y, ante las resistencias, se opt¨® despu¨¦s por un plan b de efectos equivalentes: poner topes a los precios exorbitantes del gas que encarecen el precio final el¨¦ctrico en el mercado minorista.
Ante el rocoso enquistamiento de las reticencias, Espa?a y Portugal optaron por proponer la aplicaci¨®n limitada de ese plan a la pen¨ªnsula Ib¨¦rica por la gravedad del problema y por su car¨¢cter espec¨ªfico, dado su aislamiento energ¨¦tico de las redes comunes. No romp¨ªa el marco com¨²n europeo, y esa consideraci¨®n y la empat¨ªa mostrada por distintos gobiernos limaron las aristas, gracias a la in¨¦dita gira por capitales europeas de un primer ministro espa?ol.
Es de justicia reconocer que la determinaci¨®n espa?ola de mantener una misma l¨ªnea ¡ªaunque flexible y adaptable¡ª durante tantos meses, y el arriesgado signo de firmeza que Pedro S¨¢nchez utiliz¨®, al ausentarse temporalmente de la cumbre para simbolizar que sin acuerdo en este asunto no lo habr¨ªa en el resto, han sido claves para el desenlace. ¡°S¨¢nchez ha representado de forma exitosa los intereses de su pa¨ªs con su colega Costa¡±, rubric¨® el canciller alem¨¢n, Olaf Scholz.
Quedan ahora pendientes el detalle del dise?o que Espa?a y Portugal deben ultimar ¡ªlos topes, las compensaciones o las cargas a repartir, la cuesti¨®n tributaria¡ª y la validaci¨®n de urgencia de la Comisi¨®n, con el acuerdo de su presidenta Von der Leyen, favorable a la singularidad ib¨¦rica. No es tarea menor, pero los obst¨¢culos principales de un litigio complejo y arduo han sido removidos y significan un hito importante en la historia europea de nuestros dos pa¨ªses. S¨¢nchez lleg¨® a Bruselas acosado por la penosa gesti¨®n de su Gobierno de la cuesti¨®n del S¨¢hara y del paro de los transportistas y vuelve de la capital comunitaria con un logro pol¨ªtico espa?ol y europeo de primer orden.
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