Hablemos de la guerra
Parad¨®jicamente, mientras la palabra ¡°guerra¡± se proh¨ªbe en Rusia, aqu¨ª, donde podemos pronunciarla, parece un nuevo tab¨², y quiz¨¢ por eso no acabamos de interiorizarla
Todo movimiento totalitario se implanta con propaganda y terror, dos caras de una misma moneda. Lo explica Hannah Arendt en Los or¨ªgenes del totalitarismo y ayuda a entender c¨®mo es posible que Putin mantenga el apoyo de su poblaci¨®n mientras invade un Estado independiente. La eficacia del totalitarismo requiere de la proliferaci¨®n de la mentira, como llamar a la guerra ¡°operaci¨®n especial¡± para se?alar que rusos y ucranios son un solo pueblo, que Ucrania no es una naci¨®n y por eso no hay guerra, el mismo juego de lenguaje que China usa con Taiw¨¢n: para Xi Jinping, nunca ser¨¢ un Estado. Propaganda es convertir a la v¨ªctima en agresor, como en esa fantas¨ªa en la que es Rusia la que es atacada mientras se oculta la cifra oficial de bajas de sus soldados. Propaganda es darse un ba?o de masas en un espect¨¢culo de totalitarismo posmoderno, haciendo de la pol¨ªtica pura est¨¦tica, teatralizando el discurso desde el efectismo emocional, con banderas, himnos y s¨ªmbolos, como la famosa Z que vemos en tanques y camiones rusos. Propaganda es el culto a la muerte y el sacrificio, la viril invitaci¨®n a la lucha (¡°No hay mayor amor que dar el alma por los amigos¡±, dijo Putin). Propaganda, en fin, es elevar a tu enemigo, Occidente, a categor¨ªa absoluta, con una identificaci¨®n apasionada de los supuestos responsables de la situaci¨®n, construyendo el ¡°mito negativo¡± que los mantendr¨¢ unidos.
El reverso es el terror, la idea de una purificaci¨®n necesaria de todos los que Putin ha calificado como ¡°traidores nacionales¡± frente a la parte ¡°sana¡± de la sociedad, como Navalni, al que ha condenado a nueve a?os m¨¢s de prisi¨®n. ¡°Purificar¡± nada menos, una palabra que genera ella sola la certeza de un nuevo horror para quienes muestren, critiquen o siquiera mencionen la guerra. Parad¨®jicamente, mientras la palabra ¡°guerra¡± se proh¨ªbe en Rusia, aqu¨ª, donde podemos pronunciarla, parece un nuevo tab¨², y quiz¨¢ por eso no acabamos de interiorizarla. ?Acaso tienen ustedes la conciencia de que estamos en una guerra? Porque guerra son la crisis energ¨¦tica, los millones de refugiados que est¨¢n viniendo a Europa, el aumento del presupuesto en defensa, la subida de la gasolina, la incertidumbre radical que habitamos, las sanciones y embargos que desplomar¨¢n el PIB y requerir¨¢n medidas valientes y est¨ªmulos fiscales europeos. La guerra empobrecer¨¢ y abrir¨¢ nuevas grietas en los 27 o traer¨¢ de vuelta las viejas de siempre. La guerra de Occidente contra Putin provocar¨¢ turbulencias en nuestras democracias, el sistema con el que estamos comprometidos, como se?al¨® Trudeau ante el Parlamento Europeo. Pero no s¨¦ ustedes; yo echo en falta que, adem¨¢s de hermosas palabras, nuestros l¨ªderes nos digan tambi¨¦n esto y lo hagan a las claras: estamos en guerra. Quiz¨¢ as¨ª asumiremos que, aunque tomemos medidas para paliar sus efectos, lo pasaremos mal. Y ah¨ª s¨ª pondremos a prueba nuestra solidaridad con Ucrania.
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