La responsabilidad de Putin y la responsabilidad de los rusos
Nada puede frenar de forma m¨¢s inmediata a un dirigente como el rechazo de su poblaci¨®n, sus equipos, sus intelectuales. Una heroicidad, s¨ª, pero tambi¨¦n una lecci¨®n de dignidad
El esfuerzo por separar la responsabilidad de Putin de la de los rusos ha sido necesario y sensato hasta el momento. El peligro de la rusofobia es real y la culpa solo debe recaer en un d¨¦spota que bajo la apariencia de elecciones ha ido asumiendo un poder aut¨®crata y autoritario que excluye la libertad de prensa y de expresi¨®n, la libertad de partidos pol¨ªticos, derechos b¨¢sicos como la igualdad sin importar la orientaci¨®n sexual y m¨¢s signos de una deriva que camina hacia el totalitarismo de los reg¨ªmenes m¨¢s oscuros.
La posibilidad de ejercer la disidencia se ha ido cerrando como una noche ¨¢rtica en invierno. Intentar liderar un partido alternativo en Rusia te cuesta la vida o la c¨¢rcel. El envenenamiento es ya costumbre. La exhibici¨®n del poder va m¨¢s all¨¢ del ostracismo y la humillaci¨®n del contrario. Y la recuperaci¨®n del estalinismo indican la v¨ªa preferida de Putin.
Pero ha llegado un momento en que los rusos deben reaccionar. Las im¨¢genes de asesinatos de civiles con manos atadas, ancianos ca¨ªdos en la calle, ciclistas muertos en la v¨ªa p¨²blica y fosas comunes tienen que haberles llegado de alguna forma a pesar de la censura. Los bulos del Kremlin sobre un posible montaje de Zelenski no pueden ya ser cre¨ªbles para un pueblo que es culto, bien formado y con gran peso de la educaci¨®n como es el pueblo ruso.
Los alemanes han cargado durante d¨¦cadas con la pesadumbre de que Hitler avanzara en su delirio criminal sin que se hiciera lo suficiente para pararle. Grandes libros como Historia de un alem¨¢n de Sebastian Haffner o la gran Posguerra de Tony Judt o la inmensa obra de Victor Klemperer han iluminado la equivocaci¨®n de un pueblo ciego o inerme ante la brutalidad de sus l¨ªderes. Es una debilidad comprensible. Pero tambi¨¦n un error que se paga.
Pa¨ªses democr¨¢ticos y organizaciones no gubernamentales est¨¢n ya contemplando las dif¨ªciles posibilidades de juzgar cr¨ªmenes de guerra: ser¨¢ muy complicado por la v¨ªa del Tribunal Penal Internacional, ya que Rusia no es miembro. El tribunal dependiente del Consejo de Europa tampoco es viable porque Rusia abandon¨® esta organizaci¨®n. Se abren las iniciativas o sugerencias para crear uno espec¨ªfico, como lo tuvieron otros criminales. Todo eso ser¨¢ necesario para cerrar el paso a la impunidad de los cr¨ªmenes. Pero nada puede frenar de forma m¨¢s inmediata a un dirigente como el rechazo de su poblaci¨®n, sus equipos, sus intelectuales. Una heroicidad, s¨ª, pero tambi¨¦n una lecci¨®n de dignidad que ayudar¨ªa a los rusos a reconstituir ¡ªpara s¨ª mismos¡ª su propio orgullo nacional.
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