Putin aplica en Ucrania el modelo de brutalidad que ensay¨® en Chechenia
Durante las dos guerras de Rusia contra la rep¨²blica independentista se produjeron violaciones masivas de los derechos humanos. La poblaci¨®n civil fue uno de los principales objetivos del Ej¨¦rcito de Mosc¨²
Nada m¨¢s contemplar las im¨¢genes de cuerpos de civiles asesinados, tirados en las calles de Bucha, un suburbio de Kiev donde las tropas rusas han sido acusadas de haber perpetrado una matanza durante las semanas en que ocuparon la localidad, el periodista Sebastian Smith afirma: ¡°Bueno, ahora que sabemos lo que ha ocurrido all¨ª, realmente parece una repetici¨®n de Chechenia¡±. Smith, periodista de la agencia France Presse (AFP) en Washington y autor de un libro sobre aquel conflicto que cubri¨® en los a?os 2000, Las monta?as de Al¨¢ (Destino), agrega: ¡°Existen claros paralelismos entre las dos guerras, porque esta estrategia est¨¢ en el ADN del pensamiento de Vlad¨ªmir Putin y de los militares rusos¡±. Un alto funcionario internacional que viaj¨® a menudo al C¨¢ucaso durante aquellos a?os se muestra a¨²n m¨¢s rotundo: ¡°Chechenia tuvo una influencia decisiva en Putin¡±.
Al llegar al poder, Putin orden¨® una ofensiva contra Chechenia que en su brutalidad recuerda lo que est¨¢ ocurriendo en Ucrania desde la invasi¨®n rusa. La destrucci¨®n de ciudades, el bombardeo de objetivos no militares y los asesinatos indiscriminados marcaron un conflicto durante el que se produjeron violaciones masivas de los derechos humanos. En Ucrania, el Ej¨¦rcito de Mosc¨² tambi¨¦n ha bombardeado hospitales, incluso de una maternidad, ha sido acusado de asesinar civiles y de perpetrar ataques indiscriminados contra barrios residenciales o ha impedido durante semanas la salida de ciudadanos atrapados bajo el fuego de artiller¨ªa.
¡°Para los militares rusos en Chechenia y de nuevo ahora en lugares como Mariupol, el objetivo es aniquilar¡±, explica Sebastian Smith. ¡°Se trata de derrotar al enemigo, pero tambi¨¦n de destruir a la poblaci¨®n civil, destruir su moral e incluso su futuro. Al igual que en Chechenia, atacan hospitales, escuelas, infraestructuras, todo lo que se necesita para una vida normal. Es una forma de demostrar que tienen algo m¨¢s que poder militar: tienen poder para alterar literalmente el sentido de la vida. Y para siempre¡±.
Chechenia es una rep¨²blica musulmana del C¨¢ucaso, de un mill¨®n de habitantes, que forma parte de la Federaci¨®n de Rusia. Declar¨® su independencia aprovechando la disoluci¨®n de la URSS a principios de los a?os noventa. En 1994, el entonces presidente Boris Yeltsin desat¨® una guerra para tratar de retomar ese territorio, que acab¨® en un desastre militar para Rusia. Como ha relatado en The New York Times la periodista Carlotta Gall, una de las reporteras que m¨¢s tiempo pas¨® en Chechenia, las tropas rusas enviadas a la capital chechena, Grozni, ¡°fueron recibidas por unidades muy motivadas de combatientes chechenos, armados con lanzacohetes antitanques, que emboscaron sus columnas, atrapando y quemando a cientos de soldados y blindados rusos en una noche. Una brigada entera fue aniquilada casi en su totalidad¡±.
El Kremlin respondi¨® borrando Grozni del mapa a bombazos, sin importarle que los civiles estuviesen atrapados bajo un constante fuego de artiller¨ªa, con una t¨¢ctica militar que parec¨ªa sacada de la Segunda Guerra Mundial y que recuerda a lo ocurrido en ciudades como Mariupol o J¨¢rkov durante la actual invasi¨®n de Ucrania. Los combatientes chechenos se retiraron a las monta?as y, dos a?os despu¨¦s, lanzaron una ofensiva y volvieron a derrotar al Ej¨¦rcito ruso. Llegaron entonces a un acuerdo con Mosc¨² en el que la independencia quedaba en suspenso, pero se deten¨ªa la guerra, aunque la rep¨²blica cay¨® en un conflicto interno entre los diferentes clanes chechenos y se sumergi¨® en una violenta anarqu¨ªa. El ala radical de los independentistas cometi¨® numerosas atrocidades. Hasta que lleg¨® Putin al poder, primero como primer ministro de Yeltsin en 1999 y luego como presidente en 2000.
Utilizando como pretexto una incursi¨®n de guerrilleros chechenos en la vecina Daguest¨¢n y un oscuro atentado contra dos edificios de viviendas en Mosc¨² en septiembre de 1999 ¡ªse acus¨® a terroristas chechenos, aunque muchos expertos creen que pudo haber sido organizado por los servicios secretos rusos¡ª, Putin desat¨® una ofensiva militar despiadada con la poblaci¨®n civil como principal objetivo. Durante las llamadas zatchistki, operaciones de limpieza ¨¦tnica, pueblos enteros eran exterminados. La violencia sexual contra las mujeres fue una constante de aquel conflicto.
¡°Putin acababa de llegar al poder y estaba dispuesto a ganar aquella guerra al precio que fuese¡±, explica el alto funcionario internacional, que prefiere no ser citado por su nombre porque ya no ocupa el cargo por el que viajaba a Rusia. ¡°Putin argumentaba que el mundo no entend¨ªa lo que pasaba en Chechenia, que era un combate contra el yihadismo internacional. Y es cierto que despu¨¦s de los atentados del 11-S, la comunidad internacional mir¨® hacia otro lado y dio por cerrado el cap¨ªtulo checheno. Putin crey¨® que en Ucrania pod¨ªa hacer lo mismo: pensaba que los ucranios eran d¨¦biles, que su Ej¨¦rcito estaba fuera de juego, ten¨ªa en mente que al final nadie intervino en Crimea. Seguramente, pensaba que iba a ser un paseo militar, que acabar¨ªa con un Gobierno prorruso en Kiev y unas cuantas bases militares en el pa¨ªs¡±.
Sebastian Smith tambi¨¦n cree que Rusia ha repetido errores que cometi¨® en Chechenia. ¡°Pero no son solo errores¡±, puntualiza. ¡°Tambi¨¦n forman parte del ADN de los militares rusos. Dado que no es un pa¨ªs democr¨¢tico, dado que el poder est¨¢ tan concentrado, dado que Putin se ha esforzado tanto por acabar con el concepto de derechos y responsabilidades individuales, los militares lo reflejan. Al igual que no se preocupan por los derechos de las personas a las que apuntan con sus armas, tampoco se preocupan por sus propios soldados. Este fue un gran problema en Chechenia. Una de las razones por las que los chechenos fueron capaces de realizar operaciones de guerrilla tan incre¨ªbles contra los rusos fue porque ten¨ªan la mentalidad opuesta. Se preocupaban por sus p¨¦rdidas. Dieron a las peque?as unidades el poder de tomar decisiones. Esta parece ser la misma mentalidad entre los ucranios, tal vez en parte porque los instructores de la OTAN les han ense?ado as¨ª en los ¨²ltimos a?os, pero tambi¨¦n claramente porque tienen una mentalidad m¨¢s democr¨¢tica en la que se sienten responsables de sus actos, m¨¢s all¨¢ del miedo a su comandante¡±.
La forma de acabar la guerra de Putin fue pactar con un poderoso clan checheno, los Kad¨ªrov, y convertirlo en aliado. Primero gobern¨® Ajmad Kad¨ªrov, asesinado en 2004, y luego su hijo, Ramz¨¢n Kad¨ªrov, que asegura estar luchando con Rusia en Ucrania al frente de una brigada de combatientes chechenos. Su forma de controlar Chechenia es a trav¨¦s del terror, el mismo que aplicaron las tropas de Mosc¨² durante la guerra. La principal testigo y narradora de aquel conflicto fue la valiente periodista rusa Anna Politk¨®vskaya, asesinada en Mosc¨² en 2006, un crimen pol¨ªtico por el que fueron condenados los autores, pero no los instigadores.
Recogidos en libros como Una guerra sucia o La deshonra rusa ¡ªambos est¨¢n agotados en castellano, aunque una parte de sus art¨ªculos est¨¢n reunidos en el volumen recopilatorio Solo la verdad, que acaba de reeditar Debate¡ª, los relatos de Politk¨®vskaya de la segunda guerra de Chechenia muestran una crueldad desatada por parte de las tropas rusas, alentada por sus superiores, y narran c¨®mo esa violencia acaba por permear en la sociedad cuando los soldados vuelven a casa. Sus cr¨®nicas reflejan c¨®mo se logr¨® deshumanizar a los chechenos, convertirlos en enemigos que no merec¨ªan la piedad, con un discurso no muy lejano de la idea de invadir Ucrania para acabar con un ¡°Gobierno nazi¡±.
¡°Este odio es fruto de la impotencia¡±, escribe Politk¨®vskaya. ¡°No podemos hacer nada contra los chechenos. Todos los que est¨¢n aqu¨ª saben que con ellos nada sirve, salvo matarlos, humillarlos y aplastarlo, me repiten con bastante frecuencia. Y se mata, se humilla y se pisotea¡±.
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