Marine Le Pen y las mujeres
El feminacionalismo cada vez m¨¢s expl¨ªcito de la candidata francesa es conservador y xen¨®fobo. Utiliza la igualdad de g¨¦nero como parte central de su ideolog¨ªa excluyente
El apoyo de las mujeres a los partidos pol¨ªticos de extrema derecha siempre ha sido escaso. Si s¨®lo votaran los hombres, como anta?o, tendr¨ªamos parlamentos y gobiernos mucho m¨¢s escorados hacia esa opci¨®n pol¨ªtica. Bajo el liderazgo del fundador del Frente Nacional (FN) franc¨¦s, Jean-Marie Le Pen, sexo y nivel educativo eran los dos mejores predictores del perfil de sus votantes, pero su hija y sucesora, Marine Le Pen, ha revertido la brecha de g¨¦nero en sus bases. Este domingo puede convertirse en la primera mujer presidenta de la Rep¨²blica francesa y hacerlo, adem¨¢s, en nombre de las mujeres, enarbolando la igualdad de g¨¦nero como una conquista de Occidente ahora amenazada a la que su pol¨ªtica antinmigraci¨®n salvar¨¢ del peligro.
Antes incluso de hacerse con la presidencia del FN en 2011, Marine Le Pen inici¨® un proceso de ¡°desdemonizaci¨®n¡± de su formaci¨®n en el que la ret¨®rica de defensa de las mujeres jugaba un papel central. Ya en las presidenciales de 2017 se proclam¨® feminista ¡°no hostil¡±, deslizando en su discurso uno de esos automatismos que tan bien domina: el que identifica feminismo con odio hacia los hombres. Lo suyo es otra cosa. Lo suyo es, en realidad, xenofobia.
El feminacionalismo cada vez m¨¢s expl¨ªcito de Marine Le Pen es conservador y xen¨®fobo. De su mano, el FN secund¨® lo que Sara R. Farris llama la ¡°familia pol¨ªtica de extrema derecha¡±, que utiliza la defensa de las mujeres como parte central de su ideolog¨ªa excluyente. La islamofobia provocada y orquestada tras el 11-S deriv¨® en una creciente utilizaci¨®n pol¨ªtica de la igualdad de g¨¦nero para fines como la intervenci¨®n de ¡°Occidente¡± en Afganist¨¢n o el ascenso del feminacionalismo en varios pa¨ªses europeos. Marine Le Pen, que defiende la prohibici¨®n del uso del velo en los espacios p¨²blicos, dice hacerlo en defensa de los derechos de las mujeres, tambi¨¦n de las musulmanas, a quienes pretende librar de la barbarie de su propia cultura para que, de paso, sigan facilitando la mano de obra cuidadora en una sociedad que envejece y que tendr¨¢ menos recursos p¨²blicos con su prometida bajada de impuestos.
La carta dirigida a las francesas que Le Pen public¨® en Le Figaro el pasado 8 de marzo es muy expl¨ªcita: ¡°Har¨¦ bajar la cabeza a quienes creen poder ignorar que en Francia se respeta a las mujeres¡±, para a?adir justo despu¨¦s que aumentar¨¢ las sanciones penales a las agresiones sexuales y expulsar¨¢ a los extranjeros que acosen en las calles o incurran en delitos sexuales. La asociaci¨®n autom¨¢tica de inmigraci¨®n con peligro para los valores occidentales y la seguridad de las francesas es directa. Le Pen termina la carta animando a las francesas a tomar su lugar en la sociedad, ocupando puestos de responsabilidad, y a elegirla a ella, una mujer, para garantizar un ejercicio del poder m¨¢s protector. Protecci¨®n frente al peligro del ¡°otro¡±, del extranjero.
En realidad, es dif¨ªcil conjugar su exhortaci¨®n a las francesas con su historial de votaciones en el Parlamento Europeo o en la Asamblea francesa, opuesto a todas las leyes y pol¨ªticas que han buscado romper los techos de cristal o avanzar en igualdad de g¨¦nero. Es dif¨ªcil que las francesas ocupen puestos destacados si Le Pen aumenta, como promete hacer, los subsidios para que las mujeres tengan la ¡°libertad¡± de quedarse en casa cuidando a su familia¡ siempre que ellas o sus parejas sean de origen franc¨¦s, claro est¨¢.
Tambi¨¦n cuesta imaginar c¨®mo va a empoderar a las mujeres sin mencionar la violencia estructural que estas sufren, incluida la econ¨®mica, pues las desigualdades salariales est¨¢n ausentes de su discurso. Es cierto que ya no se opone, como antes, al derecho al aborto, pero advierte que no puede usarse de manera abusiva, alimentando la idea criminalizadora de que muchas mujeres lo utilizan como m¨¦todo anticonceptivo. Marine Le Pen, como toda la extrema derecha, retuerce y resignifica constantemente valores como la igualdad y la libertad en contra de las mujeres.
Nada de eso parece importar. Los gatos de Marine dan menos miedo que el d¨®berman de su padre y la creciente desigualdad del orden neoliberal, la rabia, la polarizaci¨®n pol¨ªtica, y la h¨¢bil estrategia y los recursos de la ¡°internacional parda¡±, a la que el FN pertenece, pueden acabar ganando para el feminacionalismo xen¨®fobo de Le Pen los votos decisivos.
Pero el miedo es nuestro peor aliado en la empresa de frenar esta deriva pues, adem¨¢s del instrumento favorito del FN, representa la v¨ªa m¨¢s directa para avivar la ira y seguir reforzando esa din¨¢mica perversa. Espero que las francesas no se dejen embaucar este domingo y recuerden, no s¨®lo que la extrema derecha nunca ha hecho nada bueno por las mujeres, sino que hay esperanza m¨¢s all¨¢ de las amenazas y muchas personas pensando y trabajando para construir un mundo mejor, de verdad m¨¢s justo y m¨¢s igualitario. En el sentido m¨¢s intr¨ªnsecamente humano de esas palabras.
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