?Una OTAN m¨¢s amplia es m¨¢s segura?
No es que los pa¨ªses no sean soberanos para querer ingresar en una organizaci¨®n defensiva o para aceptar que otros lo hagan, se trata de conveniencia estrat¨¦gica y de optar por la salida que m¨¢s favorece la paz
Al calor de la guerra en Ucrania, Finlandia y Suecia se han planteado su ingreso en la Organizaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte (OTAN). Las hipot¨¦ticas ventajas de su adhesi¨®n al Tratado de Washington residen en extender a sus territorios la garant¨ªa de seguridad colectiva incluida en el mismo ante la eventualidad de un ataque armado. Jur¨ªdica y te¨®ricamente tal afirmaci¨®n es intachable. Otra cosa es si esta operaci¨®n aumentar¨¢ su seguridad y la seguridad transatl¨¢ntica. En este sentido, es preciso puntualizar varios aspectos.
La invitaci¨®n a ser miembro de la OTAN se puede formular a cualquier Estado europeo que est¨¦ en condiciones de contribuir a los fines de esta y que efectivamente incremente la seguridad de la zona del Atl¨¢ntico Norte. ?Es m¨¢s segura Europa y, por tanto, la zona transatl¨¢ntica en su conjunto, extendiendo a nuevos miembros la Organizaci¨®n en un momento de m¨¢xima tensi¨®n con Rusia? Objetivamente, no. No existen razones para pensar que los dos pa¨ªses n¨®rdicos est¨¦n bajo amenaza de una agresi¨®n rusa. Su situaci¨®n nada tiene que ver con la de Ucrania, ya que nunca pertenecieron a la URSS, y son miembros de la UE. Aunque participen regularmente en los trabajos de la OTAN, incluso en algunas de sus operaciones, precisamente su no alineamiento formal es su mejor garant¨ªa de seguridad. Si la principal manzana de la discordia para la seguridad europea es la percepci¨®n rusa de amenaza envolvente de la OTAN sobre el territorio ruso, incluir a Finlandia, uno de los pocos pa¨ªses fronterizos con la Federaci¨®n Rusa que se mantiene al margen de la Alianza, solo puede interpretarse, en este momento, como una provocaci¨®n de m¨¢ximo nivel. Hasta ahora, la pol¨ªtica oficial de Helsinki ha sido que su fuerza militar y las dificultades de su territorio constituyen un elemento disuasorio suficiente frente a cualquier ataque. Esto le ha permitido garantizar su seguridad y, lo m¨¢s importante, no generar un dilema de seguridad a Mosc¨² y evitar ser visto como un enemigo, algo que ocurrir¨¢ si finalmente ingresa en la Organizaci¨®n.
Por otra parte, la adhesi¨®n de nuevos miembros debe reportar una seguridad adicional a la OTAN. Si la misma va a excitar una situaci¨®n hasta el momento tranquila, el cambio m¨¢s parece un empeoramiento de la seguridad aliada que un reforzamiento de la misma.
Otra cuesti¨®n a considerar es que los Estados no piden formalmente su adhesi¨®n a la OTAN hasta que los miembros de la Organizaci¨®n les invitan a ello. Turqu¨ªa acaba de elevar su voz para oponerse a esta decisi¨®n que debe adoptarse por unanimidad. Cabe dudar si la voluntad de Ankara encierra una oposici¨®n firme al ingreso de los pa¨ªses n¨®rdicos, o si se trata simplemente de una maniobra para conseguir, a cambio de ceder, ventajas particulares; por ejemplo, hacer olvidar ciertas conductas interpretadas por Washington como desleales, su evoluci¨®n pol¨ªtica contraria a los principios de la democracia, las libertades individuales, o su actuaci¨®n interna e internacional contra los kurdos poniendo en peligro la paz y seguridad internacional y aliada, como ocurri¨® en Siria. Si su veto permanece, someter la demanda de adhesi¨®n ser¨¢ tan solo una posici¨®n simb¨®lica.
El impulso y decisi¨®n favorable a la membres¨ªa de Suecia y Finlandia presenta alg¨²n inconveniente. El primero, su incoherencia con la reciente posici¨®n manifestada por el mismo Jens Stoltenberg explicando las razones por las que Ucrania no podr¨ªa convertirse en miembro de la Alianza. En este caso, explicaba claramente el secretario general, un enfrentamiento de Ucrania con Rusia, implicar¨ªa un enfrentamiento directo entre la OTAN y la Federaci¨®n Rusa en virtud de la obligaci¨®n de seguridad colectiva del art¨ªculo 5 del Tratado. Esta situaci¨®n de enfrentamiento directo de la OTAN contra Rusia conllevar¨ªa una evidente y probablemente irreversible escalada de la violencia entre dos contendientes con armas nucleares. Riesgo que se multiplicar¨ªa si pensamos que Bosnia, Georgia y Ucrania esperan ser aceptados por los aliados.
Y no es que los pa¨ªses no sean soberanos para querer ingresar en una Organizaci¨®n defensiva o para aceptar que otros lo hagan, se trata de conveniencia estrat¨¦gica y de, soberanamente, optar por la salida que m¨¢s favorece la paz. No conviene olvidar que los Estados que forman parte de la OTAN se han comprometido a no utilizar la amenaza o el uso de la fuerza, de conformidad con la Carta de la ONU. La entrada de nuevos miembros en la OTAN rodeando a Rusia es f¨¢cil entenderla como una amenaza de uso de la fuerza. Basta con pensar c¨®mo reaccionar¨ªamos si Finlandia, Ucrania, Moldavia e incluso otros pa¨ªses anta?o del Pacto de Varsovia, hubieran decidido sumarse a la Organizaci¨®n del Tratado de Seguridad Colectiva.
Desde una perspectiva espa?ola, antes o al mismo tiempo que plantear extender el paraguas OTAN a nuevos pa¨ªses, deber¨ªamos pedir y condicionar cualquier decisi¨®n a que esa protecci¨®n abarcara expl¨ªcitamente nuestras dos ciudades aut¨®nomas. La solidaridad con los no-miembros es mera ret¨®rica si ni siquiera garantizamos la de quienes lo somos.
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