En mi regla y en mi cuerpo mando yo
La pol¨ªtica debe huir del paternalismo. En caso contrario, la izquierda acaba pareciendo cada vez m¨¢s rega?ona, m¨¢s puritana, m¨¢s moralista
El progresismo corre el riesgo de disfrazarse de neopuritanismo en el debate sobre las bajas de la regla o sobre el baile de Chanel en Eurovisi¨®n. Una cosa es legislar o educar para combatir las brechas de g¨¦nero y otra distinta pecar de un activismo ret¨®rico que abone el terreno para viejos estigmas sobre el dolor menstrual o sobre la pelvis de una artista. En ambos casos, la izquierda pierde la bandera de la libertad y apoyos femeninos en sus propias filas, renunciando a explicar la tensi¨®n que existe de base entre el Estado protector de Irene Montero o Yolanda D¨ªaz y el libertario de Isabel D¨ªaz Ayuso.
Primero, existe una g¨¦nesis socioecon¨®mica fruto de las crisis y de la precariedad estructural del sistema. A lomos de la pandemia o de la guerra, los Estados abrazan un modelo cada vez m¨¢s asistencial, donde se interviene y regula sobre aspectos antes impensables, como la luz, los carburantes, los alquileres, garantizando hasta ingresos m¨ªnimos vitales, ERTE¡ En el paradigma liberalizante, en cambio, se dejar¨ªa a los individuos a su suerte en un contexto de incertidumbre, de atomizaci¨®n social, donde el mercado reparta un bienestar cada vez m¨¢s exiguo.
Poco a poco, esa tensi¨®n se ha ido trasladando incluso hasta el ¨¢mbito privado, a izquierda y derecha. El progresismo se ha adentrado hasta en la casa, la familia o la intimidad, como instituciones que le quedan al trabajador precario en su b¨²squeda de un amparo donde la econom¨ªa ya no llega. Se teoriza sobre aspectos como los cuidados, la menstruaci¨®n, la lactancia, la maternidad¡ intentando darles un lugar dentro del sistema capitalista. Es lo m¨¢s parecido a la ¡°matria¡± de Yolanda D¨ªaz, que incluye en su red de seguridad a corporaciones como la empresa o la doctrina social religiosa.
La derecha, en cambio, asiste a una revoluci¨®n libertaria bajo el mantra del ¡°t¨² haz lo que te plazca¡±, en medio de un contexto de precariedad alienadora. Se atribuye al ¨ªmpetu personal nuestro destino, no al determinismo, como si no existiesen las clases sociales ni dem¨¢s condicionantes externos. Es Ayuso, con su bandera de ¡°las mujeres no somos un colectivo¡±. Supone un modelo m¨¢s cercano al sue?o capitalista, al manual liberal. Es la f¨¦mina que se enfrenta a todo y a todos por sus propios medios, sin ayuda de la empresa o la familia, sin necesidad de luchas sociales compartidas.
El problema que tiene el progresismo es el riesgo que corre de que muchas mujeres de su cuerda se descuelguen de su paradigma. Una cosa es que se hagan leyes para que cada una se acoja a cuantas bajas desee y otra, que la pol¨ªtica abuse de filosofar sobre los cuidados, la maternidad, el cuerpo, los roles en la pareja, y que ello sea visto como una intromisi¨®n moralizadora o con carga negativa. Una cosa es relacionar la sexualizaci¨®n con la cosificaci¨®n y otra, considerar que toda mujer que mueve las caderas bailando sufre la opresi¨®n del patriarcado y que no es libre al decidir hacerlo.
De un lado, porque es f¨¢cil que muchas se?oras y chicas se sientan del lado del modelo Ayuso. Es una especie de arquetipo de ¡°mujer fuerte¡± que puede con todo y resiste, lamentando que su sensaci¨®n de empoderamiento se empa?e mediante estigmas relativos al hecho de ser mujer. Ya sea por socializaci¨®n o por educaci¨®n, la sensaci¨®n de que una es tratada como v¨ªctima no suele caer bien, pese a conocer nuestras dificultades como g¨¦nero. E, incluso, porque obvia a nuestras madres y abuelas, quienes tiraron para adelante sin ninguna de estas ayudas, aunque las hubiesen querido.
Y de otro lado, porque no se puede llegar a la conclusi¨®n de que la ¨²nica moral v¨¢lida en adelante es la del recato, tal que nadie desee nuestro cuerpo. Una vez que el Estado educa e implementa leyes para velar por nuestra integridad y libertad sexual, se entiende que existe una parcela personal donde cada cual decide c¨®mo se mueve o c¨®mo se viste. Es decir, donde la pol¨ªtica debe huir del paternalismo. Lo contrario es que la izquierda parece cada vez m¨¢s rega?ona, m¨¢s puritana, m¨¢s moralista. En cambio, la derecha agarra la bandera de la libertad al grito de ¡°en mi cuerpo y en mi regla mando yo¡±, y detr¨¢s cierran filas hasta muchas progresistas.
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