Elon Musk y Bolsonaro, el neocolonizador y el neofascista
?Qu¨¦ sucede cuando estos dos exponentes del auge del capitalismo predatorio que provoc¨® el colapso clim¨¢tico se unen para ¡°proteger¡± la Amazonia?
Cuando el multimillonario que trata el planeta como si fuera el patio de su casa se encuentra con el ejemplar m¨¢s nefasto de la gobernaci¨®n mundial, tenemos una imagen poderosa sobre el ¨¢pice de nuestra tragedia. Es lo que sucedi¨® en Brasil el 20 de mayo, cuando Jair Bolsonaro recibi¨® a Elon Musk con un servilismo indigno de un jefe de Estado. Bolsonaro, a quien sus seguidores llaman ¡°mito¡±, llam¨® a Musk ¡°mito de la libertad¡±. La escena es mucho m¨¢s que un encuentro festivo entre dos de los mayores villanos contempor¨¢neos: Musk y Bolsonaro, unidos, encarnan el auge del capitalismo predatorio que provoc¨® el colapso clim¨¢tico y hoy lo acelera. La corrosi¨®n de la democracia es, a la vez, da?o colateral y condici¨®n para que el neocolonizador y el neofascista se retroalimenten.
Elon Musk anunci¨® por Twitter que ven¨ªa a Brasil para conectar a 19.000 escuelas de dif¨ªcil acceso de la Amazonia a trav¨¦s de su Starlink. Anunci¨® tambi¨¦n que ayudar¨ªa al Gobierno brasile?o a monitorear la selva. Bolsonaro, que lleg¨® a destituir al presidente del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales, instituci¨®n p¨²blica de renombre internacional, porque los n¨²meros de la deforestaci¨®n afeaban su Gobierno, cree haber encontrado en Elon Musk la garant¨ªa de conseguir datos m¨¢s favorables sobre su actuaci¨®n en la Amazonia. Su Gobierno, que mantiene activa la ideolog¨ªa de la ¡°soberan¨ªa nacional¡±, con los militares vociferando que los gringos quieren quitarle la Amazonia a Brasil, le ha abierto alegremente la selva al hombre m¨¢s rico del planeta.
El multimillonario es lo que intelectuales de la Amazonia llamar¨ªan un ¡°comedor de mundos¡±. Es la m¨¢s mal acabada encarnaci¨®n del capitalismo predatorio que mira la tierra y el espacio como si estuvieran a su disposici¨®n, al igual que las profundidades de mentes y cuerpos, porque, a fin de cuentas, puede hacerlo. Y, si puede, no cree que tenga que pensar si debe. Si puede, puede. Su respuesta m¨¢s grandilocuente a la crisis clim¨¢tica es colonizar Marte. Hasta los coches el¨¦ctricos de Tesla parecen responder m¨¢s a la visi¨®n de d¨®nde estar¨¢ el beneficio en el futuro ¡ªya que los combustibles f¨®siles que enriquecieron a los capitalistas del pasado tienen los d¨ªas contados¡ª que a cualquier convicci¨®n ambientalista. En las ¨²ltimas semanas, Musk ha escrito la accidentada trama de la compra de Twitter, la plataforma m¨¢s estrat¨¦gica para influir en unas elecciones. Ahora aprovecha el que puede ser el ¨²ltimo a?o de Bolsonaro en el poder para avanzar sobre la Amazonia y la privilegiada base de lanzamiento espacial de Alc?ntara.
Elon Musk es el viejo colonizador reciclado y envuelto con tecnolog¨ªa puntera; todo lo que toca se convierte en mercanc¨ªa. El planeta ya no es su l¨ªmite. Bolsonaro es el populista de extrema derecha, brutal y maleducado, a quien los liberales refinados acogen para mantener intactos sus privilegios, aunque eso cueste la democracia. Y la cuesta. Solo una democracia real podr¨ªa limitar las acciones de multimillonarios como Elon Musk. Pero las democracias son, cada vez m¨¢s, conceptos vac¨ªos en manos de hombres como Bolsonaro y sus dobles en el mundo. El neocolonizador ya ha dicho que podr¨ªa dar un golpe en cualquier pa¨ªs. El neofascista ya ha anunciado un golpe si las urnas no lo eligen. A cuatro meses de las elecciones, se dan la mano.
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