Clima y capitalismo global
La respuesta pol¨ªtica de los j¨®venes en la Cumbre sobre el Clima ser¨¢ provocativa para el poder patriarcal de las negociaciones oficiales
La Cumbre sobre Acci¨®n Clim¨¢tica de las Naciones Unidas convoca a un cambio en las econom¨ªas para proteger el planeta. La propuesta de la reuni¨®n llama a la transformaci¨®n econ¨®mica para respetar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Lamentablemente, hay mucha timidez en su llamado: no menciona el r¨¦gimen econ¨®mico que saquea los recursos naturales, favorece la guerra u obliga a las poblaciones al movimiento migratorio forzado. El capitalismo global es un nombre prohibido para que los l¨ªderes pol¨ªticos se unan para ¡°reducir el efecto invernadero en 45 % en la pr¨®xima d¨¦cada y eliminarlo en 2050¡±. Las l¨ªneas de acci¨®n de la Cumbre sobre el Clima se organizaron en porfolios vinculados al ciclo de producci¨®n capitalista de riqueza y su impacto sobre el agua, los alimentos o el aire que respiramos.
Las descripciones de los porfolios suenan como t¨ªtulos de un manual global de econom¨ªa industrial ("finanzas", "transici¨®n energ¨¦tica", "transici¨®n industrial", "soluciones basadas en la naturaleza"). Los efectos sociales de la explotaci¨®n capitalista en la vida son tratados como ciudades y acci¨®n local, resiliencia y adaptaci¨®n. A las personas m¨¢s pobres de las ciudades se les dio "resiliencia", que pas¨® de una palabra del psicoan¨¢lisis al mundo empresarial y de all¨ª a la diplomacia global. La resiliencia es como una solicitud de paciencia sumisa a los expulsados de la tierra, las guerras o la falta de protecci¨®n social por parte de los gobiernos, como describe Saskia Sassen en su libro Expulsiones. Los expulsados no solo son inmigrantes venezolanos que cruzan la frontera colombiana todos los d¨ªas, sino tambi¨¦n los campesinos despose¨ªdos en las favelas de R¨ªo de Janeiro o los adolescentes que huyen de los conflictos urbanos desde El Salvador hasta la frontera con los Estados Unidos. No todos los expulsados experimentan el destierro del capitalismo global de la misma manera: para algunos no hay retorno, porque no hay hogar que los espere de regreso.
Estas personas que caminan o navegan a la fuga ¡ª a quienes groseramente denominan "inmigrantes ilegales" los pa¨ªses que construyen muros o cierran fronteras ¡ª son "vidas desnudas", el cuerpo expuesto en toda su precariedad, como dijo Giorgio Agamben sobre los jud¨ªos en los campos de concentraci¨®n nazis. Son cuerpos expuestos a la plena explotaci¨®n de la vulnerabilidad, como los ni?os que esperan una soluci¨®n al desamparo en la frontera entre M¨¦xico y los Estados Unidos. El llamado a la acci¨®n de la Cumbre sobre el Clima no menciona los cuerpos v¨ªctimas de la expoliaci¨®n ambiental, solo se refiere a dos grupos de poblaci¨®n espec¨ªficos: mujeres y j¨®venes.
El plan global de negocios ambientales debe ¡°incluir a las mujeres como tomadoras de decisiones¡±, dice el documento. En este punto, el texto es audaz para los l¨ªderes mundiales del negacionismo del clima y la cruzada contra el g¨¦nero: ¡°solo los procesos de toma de decisiones que sean sensibles a la diversidad de g¨¦nero podr¨¢n responder a las diferentes necesidades que surgir¨¢n en este per¨ªodo cr¨ªtico de transformaci¨®n¡±. Estudios han demostrado c¨®mo las mujeres y las ni?as se ven desproporcionadamente afectadas por los procesos de expulsi¨®n, ya sean clim¨¢ticos o sociales: son las primeras en abandonar la escuela, son las que tienen las tasas m¨¢s altas de desnutrici¨®n, corren un riesgo constante de explotaci¨®n sexual o matrimonio forzado.
En un lenguaje t¨ªpico de la diplomacia para temas delicados, los seis porfolios se agregaron a otras tres ¨¢reas centrales, una de las cuales es: ¡°participaci¨®n juvenil y movilizaci¨®n p¨²blica¡±. La inclusi¨®n no fue accidental, sino el resultado de la fuerza mostrada por los j¨®venes activistas frente a la ¡°crisis ecol¨®gica del siglo XXI¡± como la expresi¨®n de la ¡°segunda contradicci¨®n del capitalismo¡±. En la Cumbre de la Juventud sobre el Clima, el 21 de septiembre, se esperan figuras como la sueca Greta Thunberg, que comenz¨® los ¡°viernes para el futuro¡± (Fridays for Future, en ingl¨¦s), y Jamie Margolin, hija de una inmigrante colombiana, que mueve voces interseccionales en el activismo.
Lo que muestran los j¨®venes activistas es que hay una amenaza existencial en la crisis ecol¨®gica mundial. Si el origen de la amenaza es el depredador orden econ¨®mico global, las v¨ªctimas son las poblaciones m¨¢s vulnerables, incluidas las mujeres y las ni?as. La respuesta no puede ser fragmentada, pero compleja, como propone Jamie Margolin: ¡°yo no pongo el clima por encima de los otros temas, porque el clima es Black Lives Matter, es el movimiento feminista, son los derechos LGBT¡ cuando est¨¢s comprometido con la justicia clim¨¢tica, luchas colectivamente por la liberaci¨®n de todas las personas que son v¨ªctimas de estos sistemas de opresi¨®n¡±. En Suecia, la Universidad Tecnol¨®gica de Chalmers cre¨® el primer centro mundial para estudiar a los negacionistas del cambio clim¨¢tico y al movimiento ultraderechista de persecuci¨®n del feminismo. Para los investigadores, las ra¨ªces de los dos grupos deben ser entendidas en el debilitamiento de la masculinidad en el capitalismo global. Creemos lo mismo, por lo que la respuesta pol¨ªtica de los j¨®venes en la Cumbre sobre el Clima ser¨¢ provocativa para el poder patriarcal de las negociaciones oficiales: en varios rincones del mundo, los movimientos antisistema marchar¨¢n en manifestaciones de lenguaje complejo hacia la crisis clim¨¢tica. No se rendir¨¢n a la resiliencia de la sobrevivencia.
Debora Diniz es brasile?a, antrop¨®loga e investigadora de la Universidad de Brown (EE UU).
Giselle?Carino?es argentina, polit¨®loga y directora de IPPF/RHO.
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