Un modelo de capitalismo y monta?as de chatarra
El caso de Celsa, al filo del abismo, lo tiene todo como paradigma de una forma de globalizaci¨®n
Los fondos, los bancos y el regulador. Las din¨¢micas del capitalismo especulador. Las proclamas reiteradas sobre la necesaria reindustrializaci¨®n de Europa. La actuaci¨®n del Estado para preservar empresas estrat¨¦gicas. El reciclaje como vector clave de la nueva econom¨ªa. La dimensi¨®n de las empresas espa?olas y el reto de su internacionalizaci¨®n. Ahora la factura desbocada del precio de la energ¨ªa que amenaza factor¨ªas de todo el pa¨ªs. El futuro de miles de trabajadores entre un horizonte de nuevas y viejas crisis. Una mara?a de cr¨¦ditos. Y chatarra. Monta?as de chatarra explotadas en una mina urbana que podr¨ªa servir de escenario para una ficci¨®n postapocal¨ªptica. El caso de Celsa, al filo del abismo, lo tiene todo como paradigma de un modelo de globalizaci¨®n. Ahora, otra vez, la propiedad de la familia Rubiralta est¨¢ en riesgo y con ella la viabilidad de uno de nuestros pilares industriales.
?Qui¨¦n no se ha movilizado? Obreros y sindicatos, la patronal, consejeros y presidentes auton¨®micos, ministros e incluso el tel¨¦fono rojo del palacio de La Moncloa desde donde se teclea un n¨²mero. Suena el tel¨¦fono de Christian Sewing y el presidente del Deutsche Bank descuelga. Al otro lado Pedro S¨¢nchez. El presidente le pide un esfuerzo para avanzar en las negociaciones con la sider¨²rgica porque el acuerdo entre la empresa y los acreedores es condici¨®n necesaria para que la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales pueda inyectar 550 millones en la empresa a trav¨¦s del Fondo de Solvencia de Empresas Estrat¨¦gicas. Se convertir¨¢ en el mayor rescate por la pandemia aprobado por el Gobierno. El Consejo de Ministros est¨¢ preparado para dar luz verde a la ayuda. Pero debe ser antes del 30 de junio. Tictac.
Alrededor de la factor¨ªa de Castellbisbal, monta?as de chatarra. No una ni dos. Cordilleras de chatarra local, pero incluso importada. Ha llegado en barcos, llega en trenes especiales. Quemar¨¢, se fundir¨¢, se transforma pero no desaparece, pr¨¢cticamente toda se aprovechar¨¢ en esta mina cuya materia primera es el desperdicio de una manera de vivir. Lo veo. Me visto como expedicionario cuya misi¨®n es descubrir el coraz¨®n de una industria dura, de las que manchan y siempre imaginamos lejos, pero est¨¢ a pocos quil¨®metros de casa. Botas, guantes, una mascarilla que como poco debe ser FPP200 y casco. Auriculares para que el ruido no reviente los t¨ªmpanos. A cada paso noto como me caen los pantalones naranjas. A conjunto la chaqueta naranja con franjas azul marino. En la sala de operaciones, protegida por un cristal reforzado, un t¨¦cnico cualificado activa el mecanismo: toneladas de chatarra entran en un horno gigante, empieza la combusti¨®n, llamas y estallidos, incluso retumba el altillo y al cabo de veinte minutos sale un l¨ªquido incandescente que luego ser¨¢ pulido para reconvertirlo en vigas que se distribuyen por medio mundo con una etiqueta de calidad: acero verde.
No se puede negar la experiencia de los directivos de Celsa para refinanciar su deuda. A m¨²ltiples niveles. Una de las ¨²ltimas operaciones fue en 2017, implic¨® a 20 entidades financieras y entonces ganaron un lustro para encauzar la situaci¨®n. Pero el regulador no lo ve¨ªa claro y forz¨® a los bancos a vender deuda para sanear su balance. Los bancos, incluidos Caixabank o el Santander, tienen poco tiempo para negociar. Los ¡°fondos oportunistas¡± ¡ªseamos pol¨ªticamente correctos¡ª husmean la situaci¨®n cr¨ªtica. Compran con un gran descuento ¡ªpodr¨ªa ser del 80%¡ª y, atendiendo a su naturaleza especulativa, m¨¢s que la productividad a medio plazo de la empresa, esperan obtener la m¨¢xima rentabilidad a corto y nada m¨¢s. Desde fuera o, si debe ser desde dentro, situ¨¢ndose en el centro de mando para forzar la venta.
Nada que deba sorprender. No nos hagamos trampas. Nada que no explique la globalizaci¨®n donde viv¨ªamos. Hasta que la covid nos mostr¨® vulnerabilidades estructurales. Llam¨¦mosle soberan¨ªa industrial. Llam¨¦mosle estado emprendedor. Ahora el dinero p¨²blico apuesta por entrar en la aritm¨¦tica al considerar que debe protegerse una empresa estrat¨¦gica. Veremos si la llamada de La Moncloa altera las reglas de juego para todos.
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