Subcontratar la infamia
En lugar de intentar establecer unas condiciones aceptables en los pa¨ªses de origen de refugiados o potenciar las pol¨ªticas de acogida, casi todo ha consistido en crear el p¨¢nico
Una de las caracter¨ªsticas de la infamia contempor¨¢nea es que, pendiente como se est¨¢ del juicio moral cosm¨¦tico a todas horas, cada vez que se comete una tropel¨ªa conviene subcontratarla. La externalizaci¨®n de la tortura se logra con inyecciones de dinero en pa¨ªses fronterizos que aplican un c¨®modo tap¨®n. Esas barreras, pese a la crueldad, utilizan la distancia para tapar la vista. Porque los ojos que no ven anulan los corazones, siempre tan pejigueros. M¨¢s lejos a¨²n de esta subcontrata perif¨¦rica que Europa practica con altos costes, hace a?os que los australianos con conciencia vienen se?al...
Una de las caracter¨ªsticas de la infamia contempor¨¢nea es que, pendiente como se est¨¢ del juicio moral cosm¨¦tico a todas horas, cada vez que se comete una tropel¨ªa conviene subcontratarla. La externalizaci¨®n de la tortura se logra con inyecciones de dinero en pa¨ªses fronterizos que aplican un c¨®modo tap¨®n. Esas barreras, pese a la crueldad, utilizan la distancia para tapar la vista. Porque los ojos que no ven anulan los corazones, siempre tan pejigueros. M¨¢s lejos a¨²n de esta subcontrata perif¨¦rica que Europa practica con altos costes, hace a?os que los australianos con conciencia vienen se?alando una cultura de apartamiento y concentraci¨®n de emigrantes que contraviene la mayor¨ªa de los derechos humanos. Sin embargo, lejos de corregir el desastre, la receta parece expandirse a otros territorios. Es el caso del Reino Unido, que ha firmado un acuerdo con Ruanda para que ese pa¨ªs africano sirva de acogida a las remesas de emigrantes sin papeles mientras gestionan sus permisos de entrada o refugio. Va a resultar muy singular la peripecia de estas personas que con enormes sacrificios lograron alcanzar las fronteras europeas tras huir de las guerras y el hambre cuando se despierten en un hotel de tres estrellas en Ruanda. Supongo que esa extremadamente delicada infamia se acomete con el apoyo de una proporci¨®n suficiente de votantes para justificar la medida ante el espejo electoral frente al que se peinan cada d¨ªa los pol¨ªticos.
En el caso de Boris Johnson y algunos de sus ministros m¨¢s audaces, la sorpresa no puede sorprender. De seguir por este camino, su huida hacia adelante le puede llevar al siglo XIX, donde no est¨¢ de m¨¢s recordar que la superioridad de unos hombres sobre otros permit¨ªa todo tipo de atrocidad. Por si algunos ten¨ªan duda de la ejemplaridad de sus planes, ha contado con la anuencia de los tribunales. Ser¨¢ ¨²nicamente la presi¨®n ciudadana la que podr¨¢ frenar una medida tan preocupante que Dinamarca est¨¢ deseosa de copiar. Para frenar este despertar de conciencias hace ya varias d¨¦cadas que se trabaja sobre el fen¨®meno migratorio con un alud de mentiras y predicciones que lo ¨²nico que han provocado es miedo. En lugar de intentar establecer unas condiciones aceptables en los pa¨ªses de origen, de tramitar los cupos necesarios de mano de obra, de potenciar las pol¨ªticas de acogida de refugiados, casi todo ha consistido en crear el p¨¢nico.
Ante un problema irresoluble como es la emigraci¨®n, se han probado ya casi todas las respuestas autoritarias de rechazo, apartamiento y disuasi¨®n. Todas ellas han fallado de manera estrepitosa y muy costosa. Pero dan votos, as¨ª que adelante, que cunda el ejemplo. Ninguna se plantea trabajar en origen, con una visi¨®n de conjunto. Es obvio que ha llegado la hora de probar otra estrategia, pero la carencia de imaginaci¨®n global en un mundo global nos condena a soluciones aldeanas. Un pasto muy nutritivo para los oportunistas del nacionalismo, que le han vendido a sus votantes que hay posibilidad de salvarlos refugi¨¢ndolos en un complejo residencial con barreras armadas y torretas de seguridad alrededor. Ese planazo tiene un alcalde honor¨ªfico en el bueno de Boris Johnson, que pronto ser¨¢ director gerente de unas cadenas de hoteles con matriz en Ruanda, pero que podr¨ªan expandirse por el mundo con un lema com¨²n: nos gusta la infamia, pero fuera de casa.