El pacifismo ante la reuni¨®n de la OTAN en Madrid
Frente a la disuasi¨®n y la l¨®gica armamentista, el futuro de la seguridad europea es la seguridad compartida: el multilateralismo, el desarme, la desmilitarizaci¨®n y la cooperaci¨®n
Tanto el movimiento pacifista espa?ol como el europeo han trabajado desde su nacimiento por un mundo sin guerras, basado en la justicia y la libertad. En la b¨²squeda de esos objetivos, ha actuado por la construcci¨®n efectiva de la paz para mantenerla, rechazando as¨ª la idea de que para conseguir la paz hay que prepararse para la guerra. Por esa causa, siempre ha considerado que el fortalecimiento de los bloques militares no constituye un factor que favorezca un mundo en paz. Y en la actualidad estamos convencidos de que el horizonte de este siglo XXI no puede basarse en un clima de confrontaci¨®n y una espiral de disuasi¨®n militar basada en la amenaza y el rearme.
Para evitar ese sombr¨ªo horizonte hemos venido denunciando cualquier hecho que contribuya a su establecimiento y, por ello, condenamos sin matiz alguno la invasi¨®n de Ucrania por parte de la Rusia de Putin, que constituye una grave violaci¨®n del derecho internacional y de la Carta de Naciones Unidas. Estar contra la guerra es hoy denunciar sin ambages la invasi¨®n rusa de Ucrania, que ha agravado problemas y desaf¨ªos globales que ya amenazaban la seguridad humana, m¨¢s a¨²n con el impacto de la pandemia de la covid-19 y la crisis clim¨¢tica. El miedo, la inseguridad y el hambre est¨¢n siendo utilizados por Putin como armas de guerra, con efectos que est¨¢n modificando e impactando en el sistema global.
Desde el inicio de esta agresi¨®n, las organizaciones firmantes, a la vez que compart¨ªamos que hab¨ªa que ayudar al pueblo ucranio para que no fuera aplastado, impulsamos actos de movilizaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica para denunciar la invasi¨®n y consideramos que el principal objetivo debe consistir en detener la guerra cuanto antes. Pero nuestro rechazo a esta guerra iniciada por el Kremlin, no puede hacerse abandonando nuestros principios pacifistas o congel¨¢ndolos mientras dure la guerra.
Por ello, no nos sumamos a los partidarios de la confrontaci¨®n militar como f¨®rmula para superar la guerra, que nos devuelve al conflicto de bloques militares que cre¨ªamos superado y a la militarizaci¨®n del lenguaje y del discurso p¨²blico. Como entidades pacifistas, rechazamos este relato belicista que genera un estado de opini¨®n favorable a la continuaci¨®n de la guerra, algo que extender¨¢ la inestabilidad a otras zonas de Europa, del Mediterr¨¢neo y de otras ¨¢reas circundantes. Estamos convencidos de la necesidad de retomar la doctrina de la seguridad compartida, impulsada por Olof Palme, donde los pa¨ªses se sientan seguros no por ostentar una mayor amenaza sino por el compromiso con la seguridad de los otros.
Abogamos por un alto el fuego inmediato en Ucrania y una negociaci¨®n para lograr una paz sustantiva que abra de nuevo la perspectiva de una pol¨ªtica de distensi¨®n. Siendo muy conscientes de las enormes dificultades, sabemos que el fin de las guerras siempre ha tenido lugar mediante la diplomacia y el di¨¢logo entre todas las partes. Reconocemos el esfuerzo que Naciones Unidas ha venido realizando para alcanzar ese alto el fuego humanitario, a pesar de la limitaci¨®n que implica el veto de cinco pa¨ªses en el Consejo de Seguridad, y ese esfuerzo est¨¢ empezando a ser ya apoyado por otros pa¨ªses europeos, aun cuando para la Uni¨®n Europea el requisito de la unanimidad le ha dificultado en su actuaci¨®n en el proceso.
En este contexto, la realizaci¨®n en Madrid de la reuni¨®n de la OTAN los d¨ªas 29 y 30 de junio nos llena de preocupaci¨®n. Seg¨²n los representantes de esta organizaci¨®n, dos son los principales asuntos que convocan la reuni¨®n: la modificaci¨®n de su concepto estrat¨¦gico y la ampliaci¨®n de la Alianza a dos nuevos miembros. Como entidades pacifistas consideramos contrario a la paz cualquier cambio del concepto estrat¨¦gico de la OTAN que constituya una contribuci¨®n al clima de confrontaci¨®n y rearme, que aumente los riesgos de ampliaci¨®n de la guerra, incluyendo el uso del arma nuclear. Es importante no olvidar que la OTAN es una alianza militar que tambi¨¦n es nuclear. Por eso cobra relevancia el Tratado sobre la Prohibici¨®n de las Armas Nucleares, que Naciones Unidas estableci¨® el pasado a?o y que el Gobierno espa?ol deber¨ªa firmar a la mayor brevedad, sum¨¢ndose as¨ª a la pol¨ªtica de desarme y desmilitarizaci¨®n que promueve la ONU.
En cuanto a la ampliaci¨®n de la Alianza con dos nuevos miembros, Suecia y Finlandia, estamos persuadidos que, aunque la solicitud constituya una decisi¨®n soberana de cada pa¨ªs que considere que su incorporaci¨®n a la OTAN incrementa su seguridad, ello no disminuye la responsabilidad de los miembros actuales de la Alianza de aceptar esa ampliaci¨®n, que agrava el riesgo de incrementar las tensiones que afectan a la seguridad europea como conjunto, suponiendo un paso m¨¢s en la escalada de la confrontaci¨®n y el rearme.
Lo realmente importante es saber qu¨¦ horizonte de seguridad y paz contemplamos para las pr¨®ximas d¨¦cadas de este siglo XXI. Es imprescindible una mirada amplia que pueda vislumbrar cambios estructurales a medio y largo plazo. Es necesaria y urgente la reconstrucci¨®n de un sistema inclusivo de seguridad europea, a partir del proceso iniciado por la OSCE, as¨ª como el desarrollo de un polo estrat¨¦gico de seguridad y defensa europeo que dote a la Uni¨®n Europea de una autonom¨ªa propia que evite la dependencia de EE UU y, por extensi¨®n, de la OTAN.
Desde las entidades firmantes entendemos que, frente a la disuasi¨®n y la l¨®gica armamentista, el futuro de la seguridad europea es la seguridad compartida: la seguridad para todos y todas, el multilateralismo, el desarme, la desmilitarizaci¨®n y la cooperaci¨®n, frente a la l¨®gica de frentes y bloques militares enfrentados. El mundo ya ha vivido esta l¨®gica, con p¨¦simos resultados, y no deseamos que vuelva a determinar el horizonte de este siglo XXI.
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