OTAN de izquierdas, OTAN de derechas
Europa deber¨¢ hallar una forma de estabilidad tras la guerra de Ucrania, y no es bajo el paraguas de una Alianza Atl¨¢ntica liderada por EE UU donde habremos de buscar la respuesta
La paz y la seguridad son valores que compartimos todos; aterrizarlos en la realidad es otro cantar. Lo vemos estos d¨ªas a izquierda y derecha con las reacciones suscitadas por el supuesto resurgir de la OTAN, sobre la que Macron hab¨ªa decretado su muerte cerebral. Algo de raz¨®n ten¨ªa: la Alianza Atl¨¢ntica no supo medir la relaci¨®n de fuerzas entre Rusia y Ucrania cuando Putin hizo estallar la guerra, y no cumpli¨® el objetivo para el que hab¨ªa sido creada, contener la pulsi¨®n expansionista rusa. Putin lo ha cambiado todo, y eso nos obliga a adaptar nuestra mirada a la nueva realidad. Sin embargo, la izquierda observa a la OTAN desde el inmovilismo del ideal abstracto de la paloma de la paz y, ante la cumbre, solo repite el viejo y descontexutalizado clich¨¦ del No a la OTAN. Su posici¨®n ante la guerra de Ucrania es una muestra m¨¢s de la desorientaci¨®n en la que vive. Sin querer entrar en la nueva conversaci¨®n geopol¨ªtica, la autodenominada ¡°izquierda aut¨¦ntica¡± se siente m¨¢s c¨®moda anclada en antiguos esquemas ideol¨®gicos. Y desde ah¨ª la escuchamos, eso s¨ª, mantener sesudos debates hist¨®ricos sobre las supuestas causas que empujaron a Putin a la ofensiva que suenan m¨¢s a justificaci¨®n, con tal de no afrontar inc¨®modas preguntas sobre qu¨¦ precio estamos dispuestos a pagar por la libertad de Ucrania o qu¨¦ significa para el feminismo enarbolar la bandera de la paz en una contienda donde la violaci¨®n es un arma de guerra. No deja de ser curioso que esa izquierda se muestre a favor de la autodeterminaci¨®n de los pueblos al tiempo que critica que grandes democracias como Suecia y Finlandia decidan por propia voluntad entrar en la OTAN por miedo a esta agresi¨®n loca. Por otra parte, la posici¨®n de los supuestos halcones no es, a priori, ni mucho menos inmoral. La cumbre de Madrid deber¨ªa fortalecer los lazos entre las democracias del mundo para hacer frente a un nuevo bloque de autocracias capitaneado por Rusia y China, cada vez m¨¢s envalentonadas. En su argumentario, frente a la actual situaci¨®n no quedar¨ªa otra que enviar armas a Ucrania y vencer a Rusia, en una victoria que debe ser total.
Confieso que no s¨¦ bien qu¨¦ significa para esa izquierda hablar de paz, si lo que sugiere es permitir que Putin domine, cercene o destruya Ucrania. Pero tampoco entiendo a los halcones que quieren situar a Occidente del lado correcto de la historia, el de la justicia, y para ello pretenden borrar a Rusia del mapa. Si hay algo que ha mostrado esta guerra es que no podemos enmarcar el mundo en una batalla maniquea entre democracias y autocracias: esa l¨®gica convierte en incomprensibles los atajos morales que usamos a conveniencia con Venezuela o los saud¨ªes ricos en busca de petr¨®leo. Las izquierdas fingen no entender que hay guerras justas, y la respuesta de Ucrania lo ha sido por necesidad, por defensa propia. La obligaci¨®n de la Alianza Atl¨¢ntica era apoyar a un pa¨ªs atacado injustamente y ayudarlo a defenderse. Pero que la guerra sea justa no significa que la paz vaya a serlo, y esto es lo que no entienden los halcones. La guerra de Ucrania no es una batalla existencial entre democracias y autocracias: no conseguiremos una paz duradera con una clara derrota de Rusia, la historia est¨¢ plagada de ejemplos parecidos. Europa tendr¨¢ que hallar una forma de estabilidad tras la contienda, y no es bajo el paraguas de una OTAN liderada por Estados Unidos donde habremos de buscar la respuesta. Estados Unidos no comparte vecindad con Rusia, ni tiene ning¨²n tipo de dependencia energ¨¦tica de Rusia, y su visi¨®n sobre cualquier orden de seguridad viable en Europa no puede ser el mismo que el nuestro, como tampoco son similares los costes de mantener la contienda. Paz y justicia conforman una tensi¨®n pol¨ªtica imposible de cerrar: la guerra ha conseguido cosas que consideramos justas, pero la historia nos ense?a que ninguna soluci¨®n definitiva traer¨¢, nos guste o no, una paz verdaderamente justa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.