Una a una
Han tenido que romperse muchos sue?os, presenciar muchas insidias y traiciones para comprender que la ideolog¨ªa es una capa muy liviana del alma humana frente a la ¨¦tica
He tardado muchos a?os en dejar de juzgar a las personas por su ideolog¨ªa. Debido a que desde muy joven fui amamantado por el antifranquismo cre¨ªa que por gracia de la naturaleza la gente de izquierdas era inteligente, generosa, solidaria, con una honradez cong¨¦nita y cuanto m¨¢s roja, m¨¢s alta y m¨¢s guapa; en cambio, la de derechas era esa gente que confund¨ªa al poeta Rilke con un delantero del Bayer de M¨²nich y ante un cuadro de Mir¨® o de Picasso sol¨ªa d¨ªa decir que eso lo pinta mejor mi hijo. Tal vez en la derecha pod¨ªa haber empollones, memoriosos y eruditos, pero era imposible que hubiera un intelectual que interpretara el mundo de forma cr¨ªtica solo a trav¨¦s de las ideas y no de sus propios intereses y creencias. En aquel tiempo en el Barrio Latino de Par¨ªs se dec¨ªa que Dios era un intelectual de izquierdas, un hecho que confer¨ªa una superioridad moral a los j¨®venes progresistas frente a quienes confund¨ªan el patriotismo con los buenos negocios y desarrollaban toda clase de argucias para legalizar sus trampas en las notar¨ªas. El antifranquismo te imped¨ªa ver la viga en el propio ojo. Recuerdo el esc¨¢ndalo que me produjo durante una comida de j¨®venes izquierdistas en aquel jard¨ªn derruido de la sierra cuando un tipo, que era subdirector general, dijo en voz alta muy seguro de s¨ª mismo: ¡°tengo ganas de que, muerto el dictador, llegue la libertad y la democracia para poder ser de derechas¡±. Han tenido que romperse muchos sue?os, presenciar muchas insidias y traiciones para comprender que la ideolog¨ªa es una capa muy liviana del alma humana frente a la ¨¦tica. He tardado mucho tiempo en aprender a considerar a las personas una a una, m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica. Este es sabio, este es idiota, este es inteligente, este es malvado o simp¨¢tico o fan¨¢tico o generoso o l¨²cido o mangante, sea de izquierdas o de derechas, cada cual seg¨²n sus actos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.