Se busca oposici¨®n

Si quedaba alguna duda de que en Colombia los partidos pol¨ªticos no representan ideal alguno, afortunadamente fue elegido Gustavo Petro como presidente para demostrarlo o, por lo menos, dejarlo en evidencia.

Estos quince d¨ªas posteriores a la elecci¨®n han sido perfectos para poner en blanco y negro la realidad de una pol¨ªtica que solo est¨¢ mediada por intereses burocr¨¢ticos y clientelares, antes que por el bienestar de los colombianos o el sue?o de un ideal de pa¨ªs.

El m¨¢s vulgar de los ejemplos lo ha dado el Partido Conservador, del cual uno esperar¨ªa una f¨¦rrea y poderosa oposici¨®n a las propuestas progresistas del gobierno petrista. No en vano, desde su fundaci¨®n en 1849, ese partido siempre represent¨® la defensa de la propiedad privada, la defensa de los principios de la Iglesia Cat¨®lica, un apoyo irrestricto a las Fuerzas Armadas y el impulso a los sectores m¨¢s reaccionarios de la sociedad. Es decir, todo lo contrario a lo que hoy representa Petro para Colombia y el mundo.

?Qu¨¦ hace el Partido Conservador en negociaciones y acuerdos con el nuevo presidente? Seguramente no ser¨¢ defender las ideas anti LGBT de la Iglesia Cat¨®lica. Tampoco creo que sea detener al nuevo gobierno en sus ¨ªmpetus de devolver el estatus civil a la Polic¨ªa. Mucho menos los veo convirti¨¦ndose en abanderados de la reforma agraria que Petro desde la campa?a ha dicho que por fin se va a hacer. Los conservadores no defienden principios. Defienden los feudos de unos cuantos dirigentes que han llenado sus bolsillos y su caudal pol¨ªtico gracias a los brazos abiertos que gobiernos anteriores siempre han tenido para ellos.

Pero los conservadores no est¨¢n solos. Ya el Partido Liberal, que en primera vuelta acompa?¨® al candidato contrario a Petro, Federico Guti¨¦rrez, se ha asomado para decir que estar¨¢ acompa?ando la propuesta pol¨ªtica del nuevo presidente. El Partido de La U, que durante el gobierno Duque obr¨® como integrante de la coalici¨®n de gobierno, ahora tambi¨¦n acompa?ar¨¢ a Petro. Y as¨ª va Colombia, configurando poco a poco un congreso que pareciera al un¨ªsono querer gritar S? a todo lo que se?ale el nuevo gobierno.

Y no es que est¨¦ mal que haya tal unanimismo en torno al nuevo gobierno que tanta ilusi¨®n est¨¢ generando en una porci¨®n muy importante del pa¨ªs. Lo que s¨ª est¨¢ mal es que no haya quienes con contundencia y aplomo quieran convertirse en contrapeso ante la que parece ser una aplanadora legislativa y pol¨ªtica.

Para una democracia es sano que el poder vaya y venga entre distintas visiones de pa¨ªs y que estas se vean representadas por voces autorizadas dentro y fuera del escenario pol¨ªtico. Es sano que un gobierno no se sienta a sus anchas de hacer todo lo que le venga en gana porque lo que comienza como un cicl¨®n tropical puede terminar como un hurac¨¢n.

Colombia necesita urgente una oposici¨®n consciente. Una oposici¨®n que vaya m¨¢s all¨¢ de frases de post¨ªn y griter¨ªas que incendian con el verbo, pero no construyen futuro. Colombia busca oposici¨®n a un gobierno que a muchos da esperanza, pero que a otros llena de inseguridades e incertidumbre.

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