La gira m¨¢s dif¨ªcil de Joe Biden
Los efectos de la guerra en Ucrania en el mercado de la energ¨ªa llevan al presidente de EE UU a desautorizar sus promesas electorales sobre Oriente Pr¨®ximo
Sin la invasi¨®n rusa de Ucrania y el ascenso de China ser¨ªa dif¨ªcil de entender este primer y dif¨ªcil viaje de Joe Biden a Oriente Pr¨®ximo, que lo ha llevado a Israel y a Arabia Saud¨ª. Hay en la gira presidencial una enmienda a la pol¨ªtica en esta zona de su predecesor, Donald Trump, especialmente a su desprecio hacia la causa palestina, su apoyo incondicional a Benjam¨ªn Netanyahu y su simpat¨ªa hacia las autocracias, y especialmente hacia Mohamed Bin Salm¨¢n, el pr¨ªncipe saud¨ª que la CIA considera responsable del asesinato del periodista Jamal Khashoggi. Pero tambi¨¦n hay una continuidad en el aprovechamiento y profundizaci¨®n de los Acuerdos de Abraham, suscritos bajo los auspicios de Trump, que han permitido a Israel ampliar su reconocimiento diplom¨¢tico a Bar¨¦in, Emiratos ?rabes Unidos, Sud¨¢n y Marruecos, a la espera del reconocimiento por parte de Arabia Saud¨ª.
No es la ¨²nica contradicci¨®n de Joe Biden. Si bien en sus discursos ha reiterado el compromiso de Estados Unidos con los derechos humanos, la igualdad entre hombres y mujeres y los beneficios de la democracia ante un foro de aut¨®cratas y monarcas absolutos, su encuentro con Bin Salm¨¢n desautoriza sus promesas electorales. El realismo pol¨ªtico exigido por los efectos de la guerra en el mercado mundial de la energ¨ªa ha destrozado el idealismo exhibido por el presidente dem¨®crata en contraste con el cinismo de su predecesor.
Tres eran los objetivos que se hab¨ªa propuesto la Casa Blanca para esta gira: recabar una mayor producci¨®n petrol¨ªfera de Arabia Saud¨ª y de los otros pa¨ªses productores del Golfo; reivindicar su liderazgo en la regi¨®n, a pesar de la ausencia de tropas estadounidenses desde hace 20 a?os; y dar garant¨ªas a Israel y a los pa¨ªses ¨¢rabes respecto al compromiso de Washington en la seguridad regional frente al peligro nuclear de Ir¨¢n, la vocaci¨®n disruptiva de Rusia y la pulsi¨®n expansiva de China. Por el momento, no es seguro que se haya alcanzado ninguno de los tres.
Tras la etapa ca¨®tica de Trump y la salida precipitada de Afganist¨¢n, esta gira desmiente la apuesta de Washington por estrategias de repliegue en la zona. Se equivocaban quienes cre¨ªan que la pugna geopol¨ªtica con Pek¨ªn pasaba solo por las alianzas asi¨¢ticas en detrimento del compromiso con Europa y Oriente Pr¨®ximo ¡ªdonde se libran ya las batallas, sobre todo econ¨®micas y diplom¨¢ticas, entre China y Estados Unidos¡ª. Biden acaba de expresar su af¨¢n de volver a tomar la batuta en esta regi¨®n. Hay que contar, sin embargo, con la eventualidad de una nueva regresi¨®n trumpista en las elecciones legislativas de mitad de mandato en noviembre y en las presidenciales de 2024, y con cambios en Israel, donde las encuestas ya prev¨¦n la vuelta de Netanyahu al poder.
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