Usurpadora
Hoy se atenta contra la conversaci¨®n por la rabia leg¨ªtima de quienes sistem¨¢ticamente han sufrido la expulsi¨®n del templo, y recuerdan el cinismo y la condescendencia del todo para el pueblo, pero sin el pueblo
Las deformaciones del callej¨®n del gato nos sirven para encontrar mirillas. As¨ª que voy a exagerar para intentar entender: con el reaccionarismo que atenaza el cuerpo de las mujeres, hoy m¨¢s que nunca, ¡°Nosotras parimos, nosotras decidimos¡±; a la vez, las aspiraciones feministas pasan por lograr que nuestros temas sean universales: una novela sobre la menopausia no es solo una novela para se?oras de cierta edad. Deseamos empat¨ªa y desarrollamos capacidades para meternos en piel ajena, pero tambi¨¦n aspiramos a recuperar lugares ocupados desde el imperio cultural y la prepotencia econ¨®mica: hombres que abordan con paternalismo problemas de mujeres. Ese resquemor tiene consecuencias: un octogenario rico de Alemania no puede traducir el poema de una muchacha negra de Libreville; Javier Bardem no puede hacer de cubano y Eddie Redmayne se arrepiente de haber sido La chica danesa. Ning¨²n cantante de ¨®pera podr¨ªa pintarse la cara de negro para ser Otelo porque hay cantantes de ¨®pera negros, y esa reticencia no puede invertirse, sin caer en la ranciedad, cuando Denzel Washington interpreta a Don Pedro en Mucho ruido y pocas nueces llamando la atenci¨®n sobre el lugar de las personas negras en la cultura. Blanca Portillo es Hamlet, sin ser Blanca Portillo ni hombre ni dan¨¦s, revirtiendo la imposibilidad femenina de pisar las tablas y reivindicando el andr¨®gino en la literatura. Su inadecuaci¨®n es gesto pol¨ªtico. En las denuncias por la usurpaci¨®n en el arte a veces hay algo rid¨ªculo que contradice la idea de que el arte trabaja en la Historia con m¨¢scara y espejo, como modos de ampliar el punto de vista para entender lo que no se entender¨ªa sin imposturas. Sin embargo, no se pueden obviar las jerarqu¨ªas y qui¨¦n ha detentado hist¨®ricamente el poder de las palabras. Quiz¨¢ por eso resulta chistoso ver a Cantinflas haciendo de Sancho Panza, pero El cantor de jazz es objeto de encendidas discusiones.
Llevando la usurpaci¨®n a lo risible, no entender¨ªamos el hispanismo en China ni el papel de Lenin, hijo del funcionariado zarista, en la revoluci¨®n de 1917. Para desactivar luchas, a la derecha le gusta mucho denunciar intrusiones de los privilegiados en los asuntos de los parias de la tierra, mientras se tiran de los pelos por la beligerancia antiespa?ola de los estudios coloniales. Acaso, la acci¨®n art¨ªstica y pol¨ªtica, ajena a toda injerencia, jibariza las luchas colectivas y el mestizaje convivencial. Hablamos de representatividad, solidaridad y capacidad de escucha. De democracia, y de c¨®mo la ira y las desventajas heredadas viven en ella. Hoy se atenta contra la conversaci¨®n por la rabia leg¨ªtima de quienes sistem¨¢ticamente han sufrido la expulsi¨®n del templo, y recuerdan el cinismo y la condescendencia del todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Paralelamente, tenemos un problema con la polifon¨ªa y la imaginaci¨®n que nos permiten habitar otros rostros sin que esa fusi¨®n implique vampirismo. Porque el arte no es literal. Es dif¨ªcil encontrar equilibrio entre el respeto hacia una trabajadora sin zapatos que quiere ser o¨ªda sin traductores ni padres, y un posicionamiento solidario, amplificador de las voces de la fragilidad, que no sea invasivo. Porque siempre nos roban a las mismas, pero necesitamos la fuerza de todo el mundo para que una ni?a aimara, embarazada tras una violaci¨®n, no muera en el parto porque un togado defensor de la vida no le permite abortar.
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