Cuando suba el nivel del mar
Hoy la bandera verde la enarbola con m¨¢s fuerza la izquierda, mientras la derecha la critica como una preocupaci¨®n secundaria que distrae de la econom¨ªa
Cada vez que golpea una tragedia se abren las costuras de la desigualdad. En el caso del cambio clim¨¢tico, este fen¨®meno tan del Antropoceno, no es diferente. Nuestra vulnerabilidad relativa determinar¨¢ el reparto de los da?os ante el mundo que se viene. Despu¨¦s de todo, quien vive en lo alto de una torre no se ahoga cuando se produce una riada.
Ya desde los a?os noventa se piensa en el fen¨®meno del cambio clim¨¢tico como algo integrado con la globalizaci¨®n. Por ejemplo, se sabe que ?frica, un continente m¨¢s pobre, tiene menos margen para adaptarse a la aridificaci¨®n de su ecosistema y los desastres naturales. Ya tenemos voces que abogan por incorporar la noci¨®n de refugiado clim¨¢tico al derecho internacional, debate que no har¨¢ m¨¢s que amplificarse. Algo parecido ocurre entre sectores econ¨®micos sabiendo que los peque?os propietarios agr¨ªcolas y el campesinado son los colectivos m¨¢s expuestos a la destrucci¨®n de su modo de vida.
Por tanto, este debate es global, no solo nacional. Respecto a nuestro pa¨ªs, la preocupaci¨®n por el cambio clim¨¢tico es relativamente transversal. Es m¨¢s, seg¨²n el Eurobar¨®metro, se trata de uno de los principales desaf¨ªos de futuro identificados por los espa?oles. Sin embargo, es inevitable que a medida la transici¨®n ecol¨®gica est¨¦ m¨¢s en la agenda y se vaya politizando la divisi¨®n partidista tambi¨¦n crezca
Por tradici¨®n, pero tambi¨¦n por vocaci¨®n, hoy la bandera verde la enarbola con m¨¢s fuerza la izquierda, de ah¨ª que la derecha prefiera hablar de otros temas. Es m¨¢s, esta ¨²ltima critica que el tema clim¨¢tico es una preocupaci¨®n secundaria, algo empleado para desviar la atenci¨®n del tema realmente importante, la econom¨ªa. M¨¢s all¨¢ de que no sea una cr¨ªtica de fondo, hoy el consenso acad¨¦mico acredita que no hay tal dilema: no se ve que la preocupaci¨®n medioambiental de la opini¨®n p¨²blica se reduzca en situaciones de adversidad econ¨®mica.
Sin embargo, hay un proceso m¨¢s sutil por el que se busca erosionar el apoyo a las pol¨ªticas clim¨¢ticas: la caricatura. La idea del pijo progre urbanita que quiere obligar a los dem¨¢s a cambiar sus h¨¢bitos de vida sin hacer lo propio. Que si la carne, que si el avi¨®n¡ Un discurso pedestre, pero eficaz. Un clich¨¦ que apunta a que todo esto del cambio clim¨¢tico es el plan de unas ¨¦lites globalistas privilegiadas (si a?ade woke punt¨²a doble) para impulsar su agenda, buscando de este modo movilizar el voto protesta.
Todo hace pensar que este debate seguir¨¢ yendo a m¨¢s y que se solapar¨¢ con otras brechas, por lo que esta fase es crucial. Estos son los momentos en los que se asientan los imaginarios sobre el tema y el que se imponga determinar¨¢ los apoyos y los costes de las pol¨ªticas clim¨¢ticas. Determinar¨¢, en suma, cu¨¢ntos botes salvavidas tenemos en clase turista cuando, inevitablemente, suba el nivel del mar.
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