Un fracaso m¨¢s s¨ª importa
Pedro Castillo se ha convertido (quiz¨¢ siempre lo fue) en un pol¨ªtico tradicional que, velozmente, ha copiado las viejas ma?as que tanto denunci¨®
Pedro Castillo ¨Cel presidente de Per¨² que el mundo conoc¨ªa hace poco m¨¢s de un a?o por las fotos de Morgana Vargas Llosa y otros reportajes, donde conviv¨ªan el idilio del maestro de escuela rural que pastoreaba su ganado y que compart¨ªa caldo verde con su familia en Chota, con el pol¨ªtico que atiborraba cerros en Juliaca¨C, ya ha negado varias veces la palabra que hab¨ªa empe?ado como candidato. De la figura de c¨¢ndido mes¨ªas y prometeico reformista no queda nada. Se ha convertido (quiz¨¢ siempre lo fue) en un pol¨ªtico tradicional que, velozmente, ha copiado las viejas ma?as que tanto denunci¨®, pero sin ning¨²n camuflaje que disimule la descomposici¨®n acelerada de su r¨¦gimen y sin coartadas veros¨ªmiles que expliquen su decadencia.
Los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n e ineptitud que han rodeado al politbur¨® familiar y amical del presidente Castillo han estallado p¨²blicamente y se acumulan sin descanso: la casa del Pasaje Sarratea, el exsecretario presidencial Bruno Pacheco, el exministro Juan Silva, el caso Puente Tarata, el plagio acad¨¦mico de su tesis de maestr¨ªa, el empresario Zamir Villaverde, su cu?ada Yenifer Paredes entre muchos otros. Su impudicia solo puede ser superada por el desparpajo y el silencio con el que enfrenta las acusaciones.
Palabras, palabras, tan solo palabras
La Proclama Ciudadana que Pedro Castillo firm¨® ante algunas organizaciones civiles en plena campa?a electoral, se ha convertido en uno de los much¨ªsimos compromisos que ha incumplido, sus promesas de respeto al trabajo de investigaci¨®n de la polic¨ªa y los procuradores han quedado en el olvido. Como lo han denunciado muchos de sus exministros del Interior, Pedro Castillo no solo habr¨ªa interferido en el nombramiento y remoci¨®n de jefes policiales y procuradores, sino que ha optado por proteger a una c¨²pula de poder decadente y cada vez m¨¢s desvergonzada, que se ha enquistado y viene continuamente destruyendo cada recodo de incipiente meritocracia que habitaba en el Estado peruano, para reemplazarlos por villanos insignificantes.
Los guardianes del hielo
La designaci¨®n como ministro de Estado es la m¨¢s alta dignidad dentro del servicio p¨²blico, y si bien, desde hace varios a?os, ha habido un deterioro de las calidades profesionales y morales de los ministros, cuesta encontrar elencos m¨¢s nefastos que los escogidos por Castillo en su primer a?o. Desde el comienzo de su gesti¨®n, la improvisaci¨®n en el nombramiento de sus ministros anunciaba no solo un Gobierno ca¨®tico sino atiborrado de ineptitud y prontuariados. Su primer Gabinete jurament¨® incompleto porque tard¨ªamente convenci¨® a su ministro de econom¨ªa y a su ministro de justicia (el ahora inefable e inamovible An¨ªbal Torres). M¨¢s de 50 ministros se han alternado en el poder y Per¨² se ha convertido en el pa¨ªs de la regi¨®n donde menor estabilidad tiene el encargo de ministro de Estado. Menor estabilidad y mayor informalidad tambi¨¦n, porque hasta ha habido ministros como Juan Cadillo (exministro de educaci¨®n) a los que les ha pedido su renuncia por mensaje de texto. Un pol¨ªtico de izquierda despidiendo por mensaje de texto, precariedad laboral qui¨¦n te conoce.
El ministerio m¨¢s convulsionado ha sido el del Interior, donde siete ministros han pasado en menos de un a?o. As¨ª es imposible combatir al crimen organizado, quiz¨¢ porque al presidente le interesa bien poco este combate que salpica a su entorno familiar m¨¢s cercano. Los ministros de Castillo son los guardianes del hielo que se derrite en pleno terral como en el poema de Jos¨¦ Watanabe: ¡°no se puede amar lo que tan r¨¢pido fuga¡±. Y los ministros de Pedro Castillo fugan muy r¨¢pido, sino que lo cuente Juan Silva, el defenestrado exministro de transportes y comunicaciones, que renunci¨® a tener escolta policial para fugar en las narices del presidente mientras era despedido con m¨²sica de mariachis por algunos trabajadores del que fuera su ministerio. Una comedia barata.
Acompa?amiento cr¨ªtico
Han pasado tant¨ªsimas cosas que ya hemos olvidado de las pechadas balad¨ªes de Guido Bellido, el ministro que entr¨® montado a caballo en Chumbivilcas y termin¨® debajo de las ruedas; o que hubo un tal H¨¦ctor Valer que lleg¨® al Congreso con el voto de la derecha radical y que pas¨® a ser presidente del Consejo de ministros por s¨®lo tres d¨ªas teniendo que renunciar al destaparse denuncias de violencia familiar de su pasado, superando en brevedad al inefable ?ntero Flores Ar¨¢oz, premier de Manuel Merino.
Todos los ministros son fugaces y poseedores precarios salvo Dina Boluarte (que asumir¨ªa el cargo si Castillo fuera vacado, pero que se ha mantenido en silencio por bastantes meses), Geiner Alvarado y Roberto S¨¢nchez. S¨¢nchez es el titular del Ministerio de Comercio Exterior, y ¨²nico sobreviviente de la alianza de Castillo con otro movimiento de la izquierda peruana: Juntos por el Per¨². Todos los dem¨¢s han sido diezmados. En especial, los ministros de la izquierda progresista como Pedro Francke o Hernando Cevallos. De la imagen donde Cevallos y Francke flanqueaban a diestra y siniestra a Pedro Castillo en el balconazo tras los resultados electorales, no queda m¨¢s que la a?oranza de un proyecto ut¨®pico de unidad program¨¢tica. Es peri¨®dico de ayer. El gobierno de Castillo ha desnudado las inconsistencias e incoherencias de la izquierda progresista lime?a que ha terminado implosionando a punta de comunicados, pataletas y renuncias como la de Anah¨ª Durand que prefiri¨® seguir atada al r¨¦gimen de Castillo para seguramente dar la batalla interna, antes que liderar el movimiento embrionario que ayud¨® a gestar con el nombre de Nuevo Per¨². Marx, pero Groucho. Ya nada nos debe extra?ar de aquellos que han pedido evitar un golpe de estado, dando otro golpe de estado.
En la repartici¨®n, disciplina camaradas
Las relaciones del presidente Castillo con el Legislativo han sobrevivido dos pedidos de vacancia. Resta una acusaci¨®n constitucional. Los votos de las bancadas de izquierda y de algunos otros congresistas de otros partidos acusados de recibir beneficios indebidos del Gobierno, han permitido que Castillo ¨Cchamuscado eso s¨ª¨C contin¨²e ejerciendo como presidente. La bancada oficialista se ha dividido como cualquier bancada peruana, pero ha jugado en pared con otras bancadas cuando se ha tratado de desfalcar algunas reformas exitosas, alg¨²n sentido de orden, como el que se alcanz¨® con la reforma universitaria y la Superintendencia Nacional que la regula o la prohibici¨®n del transporte p¨²blico informal.
La unidad program¨¢tica entre Legislativo y Ejecutivo est¨¢ apartada del bien com¨²n. Solo han colaborado en la aprobaci¨®n de unas pocas iniciativas legislativas que proven¨ªan del Ministerio de Econom¨ªa y Finanzas. Se han permitido exonerar algunos impuestos (medida que algunos discuten si era conveniente) medida que tendr¨¢ un impacto en la caja fiscal del futuro, quiz¨¢ apremiados por el alza del costo de alimentos y combustibles, pero, si se considera la ca¨ªda de precio del cobre (del que proviene uno de los mayores ingresos fiscales del Per¨²), solo se estar¨ªa poniendo en problemas a los futuros gobiernos. Quiz¨¢ ¨²nicamente el nombramiento del Directorio del Banco Central de Reserva de Per¨² estuvo exento de pol¨¦mica, quiz¨¢ porque en el Per¨² todav¨ªa existe una conciencia colectiva que responde reaccionariamente ante el trauma de los 80 y que nos permite jugar con todo menos con la estabilidad macroecon¨®mica y Julio Velarde.
El portero sin llaves y el populista sin pueblo
El jefe del partido que fuera oficialista hasta antes de la renuncia de Pedro Castillo en junio de 2022, Per¨² Libre, el afiebrado agente ideologizado Vladimir Cerr¨®n, que es de los que todav¨ªa sacan su paraguas cuando llueve en Mosc¨², ha perdido much¨ªsima influencia y sus arrebatos de poder son solo desquiciamientos desbocados en Twitter o invectivas televisivas contra el imperialismo yanqui. Su plan originario ha quedado en el abandono porque a pesar de que insista en fabricar el momento constituyente, lo ¨²nico que ha sido capaz de constituir ha sido la escisi¨®n de Per¨² Libre, para hacer nacer al bloque magisterial.
As¨ª pasa en el Per¨², hasta los m¨¢s ambiciosos planes revolucionarios terminan fracasando por la mediocridad del villano y su empecinada ineptitud. Y quiz¨¢ esa misma mediocridad aunada a una ciudadan¨ªa endeble nos ha conducido hacia estas aguas empozadas. A un a?o del gobierno de Pedro Castillo, queda eso: un presidente incapaz de construir una base popular, un populista nominalista y sin pueblo que jam¨¢s tuvo la tesitura de Hugo Ch¨¢vez ni de Rafael Correa y que ni siquiera termin¨® alcanzando a Fernando Lugo o a Manuel Zelaya. Un r¨¦gimen que espantaba por su trasnochado credo ideol¨®gico y que ha terminado convertido en la Pantolandia del desgobierno, la improvisaci¨®n y la podredumbre. Ni siquiera el arzobispo progresista de Lima ya lo soporta y le ha insinuado que deber¨ªa renunciar. Este fracaso m¨¢s s¨ª importa.
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