Nuevos imperios para el siglo XXI
Bajo un lenguaje anticolonialista, las autocracias de hoy esconden apetencias expansionistas como las de las pasadas potencias
El peso del pasado explica muchas cosas, pero no las explica todas y justifica pocas. Algunas, adem¨¢s, son aut¨¦nticas invenciones. Por ejemplo, las leyendas fundacionales de las comunidades imaginarias que son las viejas naciones milenarias. Gracias a estas narraciones, Taiw¨¢n y Ucrania son territorios sobre los que tienen derechos soberanos la China comunista y la Rusia putinista, sin atender, por supuesto, a la voluntad de sus habitantes ni a su legitimidad pol¨ªtica.
Siendo ambos pa¨ªses tan distintos, despiertan apetencias similares gracias a la resurrecci¨®n bajo formas del siglo XXI de los viejos imperios de dos dinast¨ªas ca¨ªdas, los Qing que dominaron la isla de Formosa, actual Taiw¨¢n, durante dos siglos hasta 1895, y los Romanov, que hicieron lo propio con Ucrania entre 1654 y 1917. Ya es casual que sean dos reg¨ªmenes autoritarios herederos de revoluciones comunistas y antiimperialistas, el de Xi Jinping y el de Putin, los que reivindican la herencia de dos imperios feudales.
En ambos casos, las democracias liberales de Taiw¨¢n y Ucrania son una denuncia viviente de las autocracias que pretenden engullirlas. La mera existencia de estos reg¨ªmenes liberales es un p¨¦simo ejemplo, una afrenta e incluso una agresi¨®n para Xi Jinping y Putin. Pero es la geopol¨ªtica, no la leyenda, lo que explica la voracidad que las amenaza. Ambos son llaves de la expansi¨®n imperial. Taiw¨¢n, de los mares que circundan a China y permiten el control del estrat¨¦gico estrecho de Malaca. Ucrania, de la hegemon¨ªa sobre Europa central y, por tanto, del control ruso sobre el continente euroasi¨¢tico.
Los imperios liberales del siglo XIX manten¨ªan un doble r¨¦gimen de derechos, democr¨¢tico para las metr¨®polis y desp¨®tico para las colonias, tal como ha explicado Josep Maria Fradera en su libro La naci¨®n imperial. Los imperios autoritarios que pretenden protagonizar el siglo XXI, en cambio, aunque se presenten como ben¨¦volos e incluso pac¨ªficos, han mostrado ya sus garras belicistas y defienden a cara descubierta el mismo r¨¦gimen de opresi¨®n para todos, en la metr¨®polis y en la periferia.
Son cuestiones que les cuesta entender a quienes se hallan agarrotados por dogmas ideol¨®gicos y arcaicos antiimperialismos. Incapacitados para percibir la naturaleza de los nuevos imperialismos y desarrollar solidaridades con quienes los sufren, no distinguen los disfraces con los que los imperios de hoy esconden apetencias imperiales similares a las de los pasados imperios, ni perciben la ret¨®rica heredada del anticolonialismo con la que acompa?an su pol¨ªtica colonial, expansiva y belicista como la de todos los imperios anteriores.
Sorprende en todo caso que quienes fueron colonizados anta?o puedan comprar sumisamente los mensajes falaces de estos nuevos imperios posmodernos, como si el internacionalismo y el tercermundismo comunistas fueran la legitimaci¨®n perpetua de los actuales nacionalismos imperialistas y supremacistas chino y ruso.
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