El despotismo de Daniel Ortega
El autoritarismo antidemocr¨¢tico del Gobierno de Nicaragua no aplaca su persecuci¨®n a los disidentes
El r¨¦gimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo sobrepas¨® hace d¨ªas los l¨ªmites de lo obsceno con la exhibici¨®n de algunos de los presos pol¨ªticos m¨¢s simb¨®licos de Nicaragua. La presentaci¨®n ante las c¨¢maras de opositores como el l¨ªder estudiantil Lesther Alem¨¢n, el exprecandidato a la presidencia F¨¦lix Maradiaga o Dora Mar¨ªa T¨¦llez, la otrora Comandante Dos de la revoluci¨®n sandinista, se produjo despu¨¦s de las denuncias de sus familiares, preocupados por su salud. Los signos de desnutrici¨®n y fuerte adelgazamiento tras m¨¢s de un a?o de encierro en la temida c¨¢rcel de El Chipote son evidentes. A trav¨¦s de esas im¨¢genes, sin embargo, el aparato de Ortega exhibi¨® tambi¨¦n todo su poder y lanz¨® una terrible advertencia a la oposici¨®n. Esto es, cualquier cr¨ªtica ser¨¢ castigada.
La captura del obispo Rolando ?lvarez, la voz m¨¢s cr¨ªtica con el Gobierno dentro de la jerarqu¨ªa cat¨®lica, muestra que el Gobierno ya no tiene ning¨²n reparo y tampoco le importa profundizar la fractura con la comunidad internacional. La ¨²nica salida a la ya dilatada deriva autoritaria de Nicaragua pasa por el di¨¢logo, aunque Ortega y Murillo han rechazado hasta ahora cualquier intento de mediaci¨®n y han hecho o¨ªdos sordos incluso al llamamiento del papa Francisco. En julio, el presidente descart¨® de forma terminante la posibilidad de di¨¢logo con Estados Unidos a pesar de que hace meses uno de sus hijos buscara un acercamiento con Washington con el prop¨®sito de aliviar las sanciones.
A eso se suma que el r¨¦gimen aceler¨® la implantaci¨®n de un sistema de partido ¨²nico. En noviembre se celebran elecciones municipales que, como las anteriores, acabar¨¢n en una farsa. La reciente intervenci¨®n de las ¨²ltimas alcald¨ªas controladas por la oposici¨®n ha consolidado un modelo incompatible con la democracia. Lo mismo ocurre con la libertad de expresi¨®n. La represi¨®n gubernamental ha laminado el periodismo y la comunicaci¨®n, con excepci¨®n de la propaganda, mientras los informadores independientes tuvieron que exiliarse. Hace poco Ortega culmin¨® el golpe contra La Prensa llegando a tomar de facto sus instalaciones. El drama del pa¨ªs centroamericano no tiene una soluci¨®n inmediata ni f¨¢cil, pero cualquier v¨ªa de salida implica que Ortega y Murillo reviertan su enroque en el autoritarismo antidemocr¨¢tico.
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